martes, 23 de febrero de 2016

La nieve

Vámoloslos todos pa´rriba que yo conozco un atajo… Y partieron las excursiones. Y los excursionistas. Bien surtidos de provisiones (tortillas, croquetas, el termo con el café con leche, la botellita de anís el mono…), bien enfundados en cuanta prenda había en el armario (incluso aquellas que las guardamos por si…), los guantes de punto cruz…
–¿Tú pusiste los plásticos que guardamos en el garaje del año pasado? Ños, ponle las botas al niño y quítale esos tenis que se va a enfangar todo. Chacha, dile a tu madre que se ande, siempre lo mismo, coño, que si la nivea, la braga, el protector de los bezos, a dónde vas con los duraznos en almíbar…
–¿Y si nos quedamos bloqueados, qué? Hay que ser precavidos. ¿Tú le miraste las gomas al coche? ¿Y llenaste el depósito? ¿Cogiste la linterna? ¿Comprobaste si la radio tenía pilas?
No pretendo parodiar a Manolo Vieira, pero casi. No es gira a las playas del sur, pero casi. Por todos los canales habidos y por haber, avisos de que los accesos están cortados. Las instituciones competentes ya no saben qué hacer para contener avalanchas. A lo peor el paro tiene la culpa. Los medios de comunicación fomentan e incitan a la novelería. La televisión autonómica moviliza a las intrépidas reporteras y no escatima recursos. Ni materiales ni humanos. El gabinete de prensa del ayuntamiento villero cuelga decenas de fotografías en las redes sociales para poner los dientes largos a la población al tiempo que los anima a salir de la casa y largarse para los altos. Vayan las prohibiciones a tomar viento fresco. Arrullémonos todos. Y a los que se quedan atrapados, una palmadita en la espalda, chocolate con churros… y una buena sanción, carajo, por hacer el oso polar.
A los políticos profesionales –de los otros, los de los verdaderos actos de servicio y sentido de la responsabilidad, ya van quedando pocos– les encanta fomentar estas romerías. Pueblo entretenido no busca follones, ni ve baches, ni se percata de farolas fundidas y escaso alumbrado… Pan y circo.
Ayer caminé un rato por la mañana. Tuve que bajar a La Longuera a resolver un asunto bancario. Adiós, esteee. Luego me fui a echarle una visual al charco del final de La Gallera, debajo de la autopista. Los ingenieros saben mucho de canalizar cables de alta tensión, pero muy poco de aguas pluviales. Seguro que los vecinos no le mandaron la queja al concejal de servicios, formulario de incidencias por Internet. Para que este se lo comunicara al gerente de la empresa. Y este, a su vez, le pasara el recado al encargado. Quien debería contactar, vía móvil, con Marrón. Personaje (más controvertido que el Rascayú) que transmitiría a uno de los policías que tiene a su disposición (y fuera de servicio, con lo que la plantilla ‘activa’ es similar a la que existía cuando yo era político a la antigua usanza) la incidencia. Que la elevaría al jefe teórico del cuerpo en cuestión para que averiguara dónde se podrían conseguir unas vallas…
Por La Higuerita me encontré con un amigo, también docente jubilado. Intercambiamos cuatro frases. Me preguntó por el blog y me insinuó que debería meterme más con las cosas del Puerto. Para qué si de eso ya se encarga el nuevo alcalde. Que es el mío y el de los victorieros. El que va a arreglar la piscina para evitar las tristes y lamentables escenas de ver al equipo de natación sincronizada entrenando en el muelle. Ni Alonso ni Abreu. Yo, yo y mis circunstancias. Lope está contento de que Manolo se inmiscuya y traspase las lindes del Burgado. Un comino se le importa el que lo estén poniendo a la altura del betún. Eso se olvida a final de mes. Y como lo columbré cierta vez, y me lo ratifican indeterminados espías, parece que se observa demasiado movimiento desde El Penitente a un despacho ubicado en La Ranilla. Vivan las dedicaciones exclusivas. A pares. O a tríos. Qué cosas.
Pues sí, amigos, el cabildo tinerfeño, a la hora de redactar estas líneas, mantenía el cierre a Las Cañadas para garantizar la seguridad de las personas. ¿De cuáles? Porque las verbenas que atisbo en Facebook no desmerecen de los mogollones carnavaleros. Mejor haríamos en poner los carteles en inglés. Idioma en el que Rajoy comunicó a Cameron que habría nuevas elecciones en junio. Los progresos son evidentes. El PP valenciano le ha pagado los cursos del profesor Maurer (El inglés en mil palabras). Y todavía hay un digital que lleva unos días con esta interrogación: ¿Es Rajoy un gafe? Vaya pregunta más tonta.
Y acabo con una cuestión que de blanca (por lo de la nieve) solo tiene las canas de los dos personajes: Julio Anguita y yo. El segundo es el que opina. Sagrado derecho que me reconoce la Constitución. Ese apartado no se halla en la agenda del cambio. Y el primero, el iluminado, se debe creer un dios. Aparte de un califa. Él no se equivoca jamás. Los demás son escoria. Y siempre acaba sus disertaciones con la tonadilla de la pensión. Por lo visto es el único español que ha ocupado cargos, volvió a su profesión y ahora vive de su jubilación. Mire usted, don Julio, no presuma tanto de su buen hacer y entienda que somos muchos, antes que su eminencia, los que nos echamos a un lado y retornamos a los quehaceres que aportaban los garbanzos. Insisto, muchos. Y como creo que nada tiene que enseñarme en ese camino, baje del pedestal, sea más modesto y reconozca que en la política actual también hay gente honrada. Décadas atrás, ni le cuento. Su inquina socialista es directamente proporcional a su admiración por el ‘comunista’ Iglesias, el que lo ha hecho todo a su imagen y semejanza. Y dos huevos duros. Solo le falta resucitar la pinza. Mándese una papa. Tranquilo, corre de mi cuenta.
Hasta mañana.

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