miércoles, 23 de marzo de 2016

Discrepancias

Miércoles. ¿Santo? Santo es un buen amigo icolaltero con el que compartimos avatares en un pasado en el que algo aportamos para sacar del ostracismo a la marginada zona que se alonga al valle por el cuartel de El Lance. Solo los más viejos del lugar recordamos lo que fue aquello de Comarca de Acción Especial. Mis saludos más cordiales. Su hija Mary se los hará llegar, seguro. También en nombre de Santiago Luis.
Estuve el fin de semana
agripado e indispuesto,
y el encontrarme molesto
me provocó gran desgana.
Aunque la mente se afana
en correr tupido velo,
se queda en el simple anhelo
porque el cuerpo no responde,
y a nadie se le esconde
que nos pesa lo de abuelo.
Otro día de sentimientos encontrados. Porque no se acostumbra uno a estos mazazos provocados por fundamentalismos que hunden sus raíces, casi siempre, en creencias religiosas de muy dudosas convicciones. Aquí cada cual arrima el ascua a su sardina y se inventa unos dioses que son capaces de justificar las más salvajes de las barbaries. Estos iconos crueles, malvados y tenebrosos que luchan a brazo partido para salvaguardar el orden divino a costa de cargarse este planeta. Como mis evidencias me hacen sospechar que en el más allá poco vamos a encontrar, que me concedan estos ‘salvaparaísos’ el beneficio de poder disfrutar los días que me quedan en este rincón del espacio. Bastante tenemos ya con fenómenos naturales producidos por los desastres medioambientales como para añadir unos gramos de insensateces acogidas bajo el paraguas de dogmas y credos.
Inundaremos este generoso invento de la Internet con mensajes de condolencia, elaboraremos carteles con sugerentes Je suis Bruselas, surgirán recados intimidatorios con lemas de ni una más, solidaridad, todo mi apoyo, los otros cruzados dispararán sus lenguas viperinas y se arrogarán el derecho a la contraofensiva y, en un rato, ahogaremos en el fútbol… Nous sommes une merde.
La libertad de expresión
no es derecho ilimitado,
pues siempre está el deslenguado
proclamando la excepción.
Le provoca subidón
insultos a troche y moche,
y en las sombras de la noche,
junto a otras sabandijas,
se cuela por las rendijas
cual avezado alimoche.
¿Discrepancias? Pocas. La mayoría así lo piensa. Pero escasos son los que dejan huella. Y yo lo escribo para que haya constancia y el día de mañana me lo eches en cara.
¿Discrepancias? ¿En Podemos? Son meros problemas organizativos. A pesar de las gotitas de osadía, los pellizcos de prepotencia y los gramos de arrogancia de su jefe supremo, del asambleario.
En este juego de tronos
ya destaca en los retablos
la pandilla de los Pablos
a modo de emoticonos.
Cuán veloz compraron bonos
los que fueron anticasta,
o ya les puede la pasta
o del círculo salieron,
qué rapidito aprendieron
a jugar en la subasta.
Y siguen cobrando por no trabajar. Y se asignan, además, generosas vacaciones con todos los gastos pagos, transportes incluidos.
Qué bueno estar en funciones
sin que a nadie rinda cuenta,
un impasse que bien me renta
y alimenta de “narices”.
Qué me importan las cuestiones
del cargo que ahora ostento;
si puedo vivir del cuento,
alarguemos esa gloria
que muy corta es la memoria
y liviana como el viento.
Seguimos recogidos. Sí, no creas que siempre estuve sujeto a este ateísmo galopante. Cuando menudo tuve que rezar en varios años seguidos los cien credos que me exigía la costumbre por el Jueves Santo. Creo que fue mi madre la que me inició en ese camino de la pasión y el sufrimiento.
Como no sé si mañana es festivo, puede que me dé un salto.

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