Miércoles.
¿Santo? Santo es un buen amigo icolaltero con el que compartimos avatares en un
pasado en el que algo aportamos para sacar del ostracismo a la marginada zona
que se alonga al valle por el cuartel de El Lance. Solo los más viejos del
lugar recordamos lo que fue aquello de Comarca de Acción Especial. Mis saludos
más cordiales. Su hija Mary se los hará llegar, seguro. También en nombre de
Santiago Luis.
Estuve el fin de
semana
agripado e
indispuesto,
y el encontrarme
molesto
me provocó gran
desgana.
Aunque la mente se
afana
en correr tupido
velo,
se queda en el simple
anhelo
porque el cuerpo no
responde,
y a nadie se le
esconde
que
nos pesa lo de abuelo.
Otro día de
sentimientos encontrados. Porque no se acostumbra uno a estos mazazos
provocados por fundamentalismos que hunden sus raíces, casi siempre, en creencias
religiosas de muy dudosas convicciones. Aquí cada cual arrima el ascua a su
sardina y se inventa unos dioses que son capaces de justificar las más salvajes
de las barbaries. Estos iconos crueles, malvados y tenebrosos que luchan a
brazo partido para salvaguardar el orden divino a costa de cargarse este
planeta. Como mis evidencias me hacen sospechar que en el más allá poco vamos a
encontrar, que me concedan estos ‘salvaparaísos’ el beneficio de poder
disfrutar los días que me quedan en este rincón del espacio. Bastante tenemos
ya con fenómenos naturales producidos por los desastres medioambientales como
para añadir unos gramos de insensateces acogidas bajo el paraguas de dogmas y
credos.
Inundaremos
este generoso invento de la
Internet con mensajes de condolencia, elaboraremos carteles
con sugerentes Je suis Bruselas, surgirán recados intimidatorios con lemas de
ni una más, solidaridad, todo mi apoyo, los otros cruzados dispararán sus
lenguas viperinas y se arrogarán el derecho a la contraofensiva y, en un rato,
ahogaremos en el fútbol… Nous sommes une merde.
La libertad de
expresión
no es derecho
ilimitado,
pues siempre está el
deslenguado
proclamando la
excepción.
Le provoca subidón
insultos a troche y
moche,
y en las sombras de
la noche,
junto a otras
sabandijas,
se cuela por las
rendijas
cual
avezado alimoche.
¿Discrepancias?
Pocas. La mayoría así lo piensa. Pero escasos son los que dejan huella. Y yo lo
escribo para que haya constancia y el día de mañana me lo eches en cara.
¿Discrepancias?
¿En Podemos? Son meros problemas organizativos. A pesar de las gotitas de
osadía, los pellizcos de prepotencia y los gramos de arrogancia de su jefe
supremo, del asambleario.
En este juego de
tronos
ya destaca en los
retablos
la pandilla de los
Pablos
a modo de emoticonos.
Cuán veloz compraron
bonos
los que fueron
anticasta,
o ya les puede la
pasta
o del círculo
salieron,
qué rapidito
aprendieron
a
jugar en la subasta.
Y siguen
cobrando por no trabajar. Y se asignan, además, generosas vacaciones con todos
los gastos pagos, transportes incluidos.
Qué bueno estar en
funciones
sin que a nadie rinda
cuenta,
un impasse que bien
me renta
y alimenta de
“narices”.
Qué me importan las
cuestiones
del cargo que ahora
ostento;
si puedo vivir del
cuento,
alarguemos esa gloria
que muy corta es la
memoria
y
liviana como el viento.
Seguimos
recogidos. Sí, no creas que siempre estuve sujeto a este ateísmo galopante.
Cuando menudo tuve que rezar en varios años seguidos los cien credos que me
exigía la costumbre por el Jueves Santo. Creo que fue mi madre la que me inició
en ese camino de la pasión y el sufrimiento.
Como no sé si
mañana es festivo, puede que me dé un salto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario