Leí hace unos
días unas reseñas de una información de la década de los cincuenta del pasado
siglo en la que el ayuntamiento de aquel entonces (ya se había llevado a cabo
la fusión de Realejo Bajo y Realejo Alto) mostraba su alegría por la pronta
recuperación de la casa natal de Viera y Clavijo, merced a unas gestiones del
alcalde en la capital de España. Los resultados, sesenta años después, saltan a
la vista.
Ello me
condujo a los ejemplares que tengo guardados del Boletín Informativo Municipal
de Los Realejos. De su número 5, noviembre de 1990, las cuatro notas que
inserto escaneadas en este post de hoy. Frecuente es que los consistorios
vendan las pieles antes de que el desgraciado animal ponga las patas donde no
debe. Se trasladan a los ciudadanos proyectos que suelen quedarse en eso:
proyectos. Los avatares políticos juegan mucho a favor de los contratiempos a
la hora de recibir subvenciones. Restauramos, regeneramos, construimos zonas
industriales…
Lo mismo
cuando un servidor haya pasado al otro barrio y este blog ya no forme parte de
la memoria de los incondicionales, dentro de otras seis décadas, por ejemplo, si
alguno echa otra visual a estos cuatro recortes lo mismo exclama que todo sigue
igual. Y es que no por mucho madrugar amanece más temprano, a pesar de que al
que madruga, eso dicen, alguien le ayuda. Yo me levanté una vez de madrugada y
lo encontré todo cerrado. Me volví a la cama.
Bueno, sigan
ustedes leyendo. ¡Ah!, y hasta mañana.
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