a) Onomatopeya
para representar los ladridos de los canes. Porque son por lo menos cuatro:
dóberman, bulldog, rottweiler y un último que es mezcla rara entre pit bull y
perrito caliente.
b) Ladran,
amigo Sancho, luego cabalgamos. Pues no, es una frase apócrifa. Parece ser que su
autor fue Goethe. Nach Freuden und Geschäften; Doch immer kläfft es hinterher
Und bellt aus allen Kräften. So
will der Spitz aus unserm Stall Uns immerfort begleiten, Und seines Bellens
lauter Schall Beweist nur, daß wir reiten. A saber: En busca de fortuna
y de placeres. Mas siempre atrás nos ladran. Ladran con fuerza… Quisieran los
perros del potrero por siempre acompañarnos. Pero sus estridentes ladridos solo
son señal de que cabalgamos.
c) La comprensión lectora es la capacidad de
entender lo que se lee, tanto en referencia al significado de las palabras que
forman un texto, como con respecto a la comprensión global en un escrito. Es
una tarea cognitiva que entraña gran complejidad. Coherencia, conectividad y
cohesión.
d) Diccionarioooo:
En él a mirar te invito, porque el verbo comprender es más que saber leer, y aunque difícil se
antoja, aun con neurona coja, un milagro puede haber.
e) Yo tengo
razón, tú estás equivocado. Con el tiempo acumulamos opiniones, creencias, que
pasan a conformar lo que llamamos identidad construida
o ego. Si alguien agrede esas posesiones mentales, en realidad es como si
lanzara un ataque personal, porque confundimos pensamiento e identidad. No
parece sensato confundir lo que somos con lo que pensamos, pero esto no lo
tienen tan claro quienes se aferran a sus creencias con desesperación.
f) Cuando una
creencia nos domina, llegamos a pensar que todo el mundo piensa, o debería
pensar, lo mismo. Pero hay opiniones para todos los gustos, la diversidad
construye el mundo, y aunque parezca extraño, hay personas que creen cosas muy
diferentes a las que nos parecen normales.
g) Cameron en
Arrieta (Haría-Lanzarote. Merkel en El Tecina (San Sebastián-La Gomera). Y yo
estoy pensando quedarme en casa. Desde la azotea escucharé las notas de las
procesiones que atraviesan Godínez. Lo mismo me (re)convierto. Oye, que cuando
era joven acudí varias veces a esas manifestaciones religiosas. Luego se me
cayeron las orejeras. Pecados de juventud.
h) Por entre
unas matas, seguido de perros… Los que por cuestiones de poco momento, dejan lo
que importa, llévense este ejemplo.
i) Una gran
repercusión tuvo un reciente suceso, pues cogieron a un sabueso que se jacta de
matón.
j) A quien no
ve su joroba, mas gusta que le den coba, me atrevo a darle un consejo: Pon ante
ti un buen espejo y no seas…
y k) Concluyo
el último post semanal, salvo que surja cualquier imprevisto, con tres
fotografías para ir actualizando el archivo. Las dos primeras (años 1962 y
1966, respectivamente), de cuando me dieron la oportunidad de acudir a dos
campamentos de la OJE:
La Gomera y
Zaragoza. En el año citado en primer lugar, bajaba aceite para los motores de
la elevación de aguas en Gordejuela (me pagaban 150 pesetas) y a un grupo de
chicos del barrio nos brindaron la posibilidad de irnos para El Cedro. Cuatro
años después, me hallaba regando en la finca de La Gorvorana y vino mi padre
con don Rodrigo y me dijeron: ¿Quieres ir a un campamento en Zaragoza? ¿Dónde
suelto la guataca?, fue mi respuesta. No, el bobo. La última, de finales de
1973, en Hoya Fría. Un grupo de alféreces de complemento. Franco seguía vivo. Y
tanto que para ejercer como maestro hubo que cumplir con ciertos requisitos.
Como otro campamento, por ejemplo, en La Esperanza. Y la segunda parte
en el Colegio Mayor San Agustín. Como estaba mucho más flaco, no se destacan
sino orejas y nariz. Señales inequívocas de la gente inteligente. Eso leí una
vez. Y lo comprendí.
Mucho de lo
anterior es copiado. No importa. La complicidad vale tanto como cualquier
tesoro. A los que comparten mis opiniones, mil gracias. A los que no, un millón
de ellas. Sigan leyendo. A lo mejor un buen día…
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