Antes del
meollo, una cuestión previa. Me imagino, o sospecho, que tanto tú como yo no
somos de los que perdemos nuestro apreciado tiempo para soportar un debate de
la nacionalidad. Vaya gilipollez con la denominación modernista del
archipiélago o región. Pero las informaciones posteriores tampoco ayudan a que
te enteres de qué fue la cosa. En la última sesión (sí, están tres días para
justificar los muchos que no van; o de hacer acto de presencia, rascarse el
ombligo o inundar las redes sociales con mensajes de buenas intenciones) se
votan las proposiciones (honestas, por supuesto) que los diferentes grupos
plantean. Aunque sean copiadas de la vez anterior. Todo consiste en abultar el
número. Pues bien, en un digital leo: “De las 76 propuestas de resolución
presentadas por NC, la Mesa del Parlamento retiró tres (la 10, la 38 y la 75).
En torno a 51 iniciativas fueron rechazadas con el curso de los votos
mayoritarios de CC y el PSOE (entre las principales la 1,2, 4, 5, 12, 14, 15,
18, 19, 21, 22, 23, 24, 25, 27, 28, 30, 32, 33, 35, 36, 37, 40, 41, 44, 45, 46,
47, 48, 49, 50, 51, 52, 53, 54, 55, 56, 58, 59, 61, 62, 63, 64, 65, 68, 69, 70,
73, 76). Las restantes fueron aprobadas”. Qué, cómo se te quedó el cuerpo.
Verdad que te enteraste de todo. A que tú y yo sabemos –para eso somos muy
listos– los contenidos de las mismas. Sobre todo la 69. Debe ser este enfoque
peculiar algo así como periodismo de diseño. A corregirme e ilustrarme los
doctores del santo oficio.
Sí, somos los
pensionistas los principales culpables del déficit público. No se ha recatado
Montoro a la hora de lanzar esta afirmación. Pero como reunidos suponemos más
de siete millones de potenciales votos, y no es asunto baladí ni es menester
jugar con ese fuego, órdago seguido a las comunidades autónomas e incluso a los
pobres enfermos de hepatitis C por gastarse tanto en medicinas, con lo fácil
que es mudarse a vivir (o a la viceversa) al otro barrio.
Ya lo escribí
tiempo atrás. No hay derecho a mantener por la jeta a tanto gandul. Inclúyanme.
Hay que currar hasta los noventa y nueve. Porque el empleo que estamos creando
(no lo reconocen pero salta a la vista) es de tal calibre que las cotizaciones
a la caja de la seguridad social se miden en las antiguas pipas que caían en
los bidones ubicados en las azoteas de las casas (¿te acuerdas de aquel
chijito?), mientras que el tolete de agua que sale debe calibrarse en metros (o
kilómetros, vete tú a saber) cúbicos. En suma, que lo que se había ahorrado con
las aportaciones de los que ahora disfrutamos de los viajes del Imserso (lo
mismo llega un lumbrera un día de estos y se los carga), nos lo hemos
despalillado en un santiamén.
De semejante
guisa, derrochando más de lo que se recauda (intenta tú en casa gastar más de
lo que cobras) vamos directos a que se produzcan más recortes en prestaciones
básicas. Porque la nimiedad del capítulo de cargos públicos no merita la pena
tocarlo. Mientras a las diecisiete autonomías de le fijó un tope del 0,7% de su
PIB, el estado se reservó la posibilidad de alcanzar hasta un 2,9%. Y como la
hacienda estatal, lo deduzco, no tiene medios para controlar ni sus propios
desbarajustes, venga a incrementar esa losa económica que deberán pagar
nuestros hijos, nuestros nietos y, si me apuran, estaremos hasta el año 3000,
con lo que, toca madera, habremos hipotecado el futuro de unas quince o veinte
generaciones.
En Canarias
nos seguimos quejando ante Madrid (qué poco ha cambiado la historia) por apenas
unos 700 millones en cada ejercicio. Aun así, somos una de las tres comunidades
que cumplimos con el objetivo. Nos hemos quedado en el 0,54%, casi dos décimas
por debajo del límite establecido. Y me pregunto: ¿Cómo vivimos? ¿Cómo somos
capaces de salir adelante y hacer un viajito de vez en cuando?
En fin, lo
arreglará el próximo gobierno. Si es que logran ponerse de acuerdo. Porque con
dos no da, no salen las cuentas. Me temo, además, que si se repiten las
elecciones, aparte de que el electorado puede pasar factura al estrepitoso
fracaso de los partidos, lo que podría traducirse en más abstención debido al
hastío, como los resultados no brinden la posibilidad de que se vertebre una
mayoría sin tener que recurrir a tres o cuatro (no se ponen de acuerdo una
pareja, imagínate que quiera participar la suegra), aviados vamos. Y los gastos
extras de la convocatoria pasarán a incrementar el porcentaje de déficit. Nos
comemos la cola y el cuerpo entero.
Hasta mañana.
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