Anteayer me
quedé patinando una vez más. Es raro que cada día no deba acudir al diccionario
en varias ocasiones. O yo estoy más torpe al paso de los minutos –entiendo que
es la posibilidad más factible– o nos estamos inventando un nuevo léxico con el
afán de llamar la atención sin más. Que no siempre va descarriado, pues
ejemplos de que los académicos hayan incluido términos en las revisiones
hallamos a porrillo.
Soy
consciente de lo complicado que es esto de escribir cuando te sujetas al
dictamen de ojos escrutadores. Y en mi caso se agrava hasta el extremo de que
me están acechando para cuando meta la pata, zas, duro y al cogote. Pero qué le
voy a hacer. Toda una vida dedicada al noble intento de que los chicos
escribieran bien, no se puede borrar de un simple plumazo. Así que ustedes lean
y sean críticos. Y no permitan que se escape desliz alguno. Y de pescarme en
cualquier renuncio, al día siguiente, de castigo, me analizan por duplicado.
Por medio de
varios conductos me llegó la invitación que acompaña este comentario. Acto al
que no pude acudir por meras razones económicas. No, de tiempo sí dispongo.
Falta el añadido. Ya saben que este gobierno en funciones ha cerrado tanto el
grifo que para qué contarte. Además, como no están obligados, eso sostienen, a
dar cuenta a nadie y Pablo y Pedro, o Pedro y Pablo, aún no se han puesto de
acuerdo, seguiremos pobres una temporada más. Y así llevamos desde que se
disolvieron las Cortes allá por el mes de octubre de 2015. Aparte de que en el
debate sobre el estado de la nacionalidad, el presidente Clavijo no aportó un
euro para que nos desplazáramos entre las islas de manera más fluida. Y económica.
El único que parece sacar tajada es Casimiro.
Lo juro, no
sé lo que es islicidad. Debe ser un
nuevo concepto de la creación artística. Ignoro, por razones obvias de mi no
presencia, si el significado del vocablo fue detallado antes de entrar en otros
considerandos. Como, eso leo, ha participado un amplio número de artistas y
escritores y se abordó variopinta temática del ámbito cultural, me imagino que
ese colectivo ya tenga superada mi duda existencial. Y dado que el grupo se
denomina ‘Puntos de Partida. Literatura y Arte en Canarias’, si se coligió que
se trata de una excentricidad, me valdría. Si se entendió como un reclamo
publicitario (sospecho que no fui el único que acudió al DRAE), también me
daría por satisfecho. Si NACE (Nueva Asociación Canaria para la Edición) se percató de que
era menester parir otros procederes, me quedo tranquilo.
De la reseña
informativa transcribo: “La iniciativa parte de la necesidad de redefinir
diversos aspectos culturales del ámbito canario en estos momentos no sólo de
crisis socioeconómica sino sobre todo en la transición de modelos creativos
entre lo local y lo universal, la tradición de géneros y las nuevas
tecnologías, la creación individual y la proyección a través de las redes
sociales. […] Aun a sabiendas de que las múltiples temáticas han sido abordadas
en algún momento de la tradición artística canaria, en el momento actual se
pretende alinearlos con el fin de valorar la situación en la que nos
encontramos en relación con otros ámbitos culturales”.
No lo acabo
de agarrar del todo. Lamento mi cortedad. Me recuerda los títulos rimbombantes
de las tesis doctorales. Tradición, transición, modernidad. Esa parece ser la
secuencia. Vale. Todo en la vida está sujeto al progreso, al cambio. Y hay que
adaptarse, actualizarse, echar mano de los recursos que las nuevas tecnologías
ponen a nuestro alcance, no dejar pasar el tren de la renovación. Hay que
abrirse, capto, a las ventajas de un mundo cada vez más globalizado y en el que
las fronteras van desapareciendo con el avance incontenible de los sistemas de
comunicación.
Pero sigo sin
saber lo que es islicidad. Y cuando ya voy más con la proa hacia los setenta
que hacia los sesenta, a pesar de mis loables intentos para no apearme del
carro, presento terribles lagunas. Lagos, casi. Me conformaría con que alguien,
a ser posible en lenguaje llano y sencillo, me sacara de la duda. Gracias. Y a
perdonar la poquedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario