martes, 26 de abril de 2016

Reflexiones sabatinas

Es sábado. Son las 11:16. ‘Aproximativamente’, que decía Agustín, el fachadas, célebre pintor gomero (de brocha gorda, de ahí lo del apodo), cuando se nos subió a la guagua con la que nos íbamos de excursión en aquella isla hacia Vallehermoso desde La Villa con un grupo de escolares del colegio público Toscal-Longuera, allá por la década de los ochenta. Y profundo conocedor de parajes y paisajes de La Colombina, amén de pasajes históricos, se pasó todo el trayecto con tremendo palique que casi nos mata a los chicos con el cúmulo de datos. Se sabía hasta el número de curvas de aquella carretera que daba tumbos por Las Rosas y Tamargada rumbo al pueblo natal del gran Pedro García Cabrera.
Ha caído anoche una ligera posma y todavía se observan gotas en increíbles equilibrios suspendidas de los hierros de balcones y cancela de la entrada. Las plantas –en casa siempre han sido generosas y abundantes– se prestan, como siempre, al acopio pertinente. Las calles muestran aún señales de la munificencia del alisio. El mar –la mar– sigue como un plato. Con sus caminitos de cuando las bonanzas signan itinerarios que despiertan ilusiones, presagios, suspiros: ¡Algo va a pasar! Y pasa, claro. Siempre, bueno, malo o regular, pero acaece.
Concluyo el repaso a los digitales. Me llama la atención de que hayan elegido Reina de las Fiestas de Mayo santacruceras a una señorita llamada Cheyenne. Los tiempos cambian. Cuánta razón tienen los viejos. Bueno, un poco más que un servidor. Porque los conceptos van cambiando. Años atrás –unos cuantos– elegíamos a María, Juana, Antonia o Candelaria. Aunque ya nada me extraña desde que en clase tuve chico y chica con idéntico nombre: Aythami.
Abundemos. Cuando uno escanea una foto de los cincuenta o de los sesenta se percata de que la calidad del papel sensible no soporta el paso de las décadas. Envejece y se torna amarillento. Y los retratados –esa impresión da– parecen mayores cuando quizás en la instantánea solo andaban por los cuarenta. Te lo digo por mis padres. Siempre nos quedará el recurso de culpar a los factores externos como los causantes del desaguisado: cámara, película, revelado, líquidos, cubetas o el polvo del cuarto oscuro.
Ahora existen infinidad de programas informáticos y otras posibilidades para que la fotografía se haya convertido en un arte bien diferente al de la antigua usanza. Y como las tarjetas te conceden la oportunidad de acumular miles, se ha perdido la emoción de ir a recoger el sobre al laboratorio. En el que te regalaban un nuevo ‘rollo’ y quizás una o dos ampliaciones. Qué penurias, qué calvarios (en el villero estaba Calero; y me salió el pareado), pero qué ilusión.
Subo un rato a la azotea. No para despejar incógnita alguna, sino para desatascar ideas y desentumecer cuatro músculos y tres huesos. Pasa un helicóptero y recuerdo los viajes de Paulino. ¿Dónde estará? ¿En qué ocupará su tiempo libre? ¿Habrá retornado a las aulas de Ravelo o se habrá permitido el lujo de realizar unos viajes con el Imserso? Sacudo la cabeza. Despierto. Bajo. Siéntome.
Pincho en el icono de Facebook. Compruebo que hay solicitudes de amistad de dos personas que no conozco. Y como uno entiende que ser amigos supone mucho más que este acto mecanizado, contesta con un educado: ¿Quién eres? Uno, mutis por el foro; el otro responde con un enigmático: ¿Quién envió tal solicitud? Chacho, chacho, chacho.
Me dio tiempo de vislumbrar una foto de uno que se apellida Ignacio Santiago. ¡Oh!, ¿y este dónde estaba? ¿Qué piden penas por supuestos delitos electorales relacionados con el manejo de los dineros? No me lo puedo creer. Qué negra ha caído en el tejado de la familia. Y por extensión, ¿qué drama se cierne sobre las cabezas de los Ignacio González? De aquí y de allá…
He vuelto del pateo. El ‘mojabobos’, con la tarde, ha retornado a la sombra del risco de Tigaiga. Sí, son casi las 20 horas. Esta entrega va de dos veces, de doble pechada. Vuelvo a sentarme, pues, ante el teclado que me dejaron los Reyes. Al anterior se le habían borrado varias letras y uno, que escribe a la vieja usanza, requiere tener nítido el panorama para ejercitar los dos dedos.
Dicen que Soria se retira y será un simple militante. Eso no se lo cree ni el alcalde de mi pueblo. La sombra es más alargada de lo que muchos piensan, incluida Cospedal. Que si vino a Canarias este viernes, digo yo que para qué demonios recibió, por separado, en Madrid a los siete magníficos. ¿Este es el ahorro que predican en todos los foros? ¿Irían en vuelos diferentes para que no se copiaran los discursos? Alegan todos ellos que los offshore no son ilegales. Pero inmorales para quien ostenta un cargo público, ya me contarás. Más tarde o más temprano, el que es empresario no acaba por saber separar el grano de la paja, a saber, lo público de lo privado. Y manejan las arcas de los impuestos como si se tratase de su particular cochinito (alcancía o hucha). ¿Ya no lo usa?
Como arranca el periplo festivo mayero, lo mismo me tomo varias minivacaciones. Para huir de los estampidos principales. Dado que Hacienda me devolvió mil euros, creo que van a durar menos que un orgasmo a los ochenta. Que todo sea por mover la economía.
¿Nos vemos mañana? Por mí que no quede. Oye, aquellas gotas de increíbles equilibrios se han evaporado. Por eso te dejo esta foto.

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