Es sábado.
Son las 11:16. ‘Aproximativamente’, que decía Agustín, el fachadas, célebre pintor gomero (de brocha gorda, de ahí lo del
apodo), cuando se nos subió a la guagua con la que nos íbamos de excursión en
aquella isla hacia Vallehermoso desde La Villa con un grupo de escolares del
colegio público Toscal-Longuera, allá por la década de los ochenta. Y profundo
conocedor de parajes y paisajes de La Colombina, amén de pasajes históricos, se pasó
todo el trayecto con tremendo palique que casi nos mata a los chicos con el
cúmulo de datos. Se sabía hasta el número de curvas de aquella carretera que
daba tumbos por Las Rosas y Tamargada rumbo al pueblo natal del gran Pedro
García Cabrera.
Ha caído
anoche una ligera posma y todavía se observan gotas en increíbles equilibrios suspendidas
de los hierros de balcones y cancela de la entrada. Las plantas –en casa
siempre han sido generosas y abundantes– se prestan, como siempre, al acopio
pertinente. Las calles muestran aún señales de la munificencia del alisio. El mar
–la mar– sigue como un plato. Con sus caminitos de cuando las bonanzas signan itinerarios
que despiertan ilusiones, presagios, suspiros: ¡Algo va a pasar! Y pasa, claro.
Siempre, bueno, malo o regular, pero acaece.
Concluyo el
repaso a los digitales. Me llama la atención de que hayan elegido Reina de las
Fiestas de Mayo santacruceras a una señorita llamada Cheyenne. Los tiempos
cambian. Cuánta razón tienen los viejos. Bueno, un poco más que un servidor.
Porque los conceptos van cambiando. Años atrás –unos cuantos– elegíamos a
María, Juana, Antonia o Candelaria. Aunque ya nada me extraña desde que en
clase tuve chico y chica con idéntico nombre: Aythami.
Abundemos.
Cuando uno escanea una foto de los cincuenta o de los sesenta se percata de que
la calidad del papel sensible no soporta el paso de las décadas. Envejece y se
torna amarillento. Y los retratados –esa impresión da– parecen mayores cuando
quizás en la instantánea solo andaban por los cuarenta. Te lo digo por mis
padres. Siempre nos quedará el recurso de culpar a los factores externos como
los causantes del desaguisado: cámara, película, revelado, líquidos, cubetas o
el polvo del cuarto oscuro.
Ahora existen
infinidad de programas informáticos y otras posibilidades para que la
fotografía se haya convertido en un arte bien diferente al de la antigua
usanza. Y como las tarjetas te conceden la oportunidad de acumular miles, se ha
perdido la emoción de ir a recoger el sobre al laboratorio. En el que te
regalaban un nuevo ‘rollo’ y quizás una o dos ampliaciones. Qué penurias, qué
calvarios (en el villero estaba Calero; y me salió el pareado), pero qué
ilusión.
Subo un rato
a la azotea. No para despejar incógnita alguna, sino para desatascar ideas y
desentumecer cuatro músculos y tres huesos. Pasa un helicóptero y recuerdo los
viajes de Paulino. ¿Dónde estará? ¿En qué ocupará su tiempo libre? ¿Habrá
retornado a las aulas de Ravelo o se habrá permitido el lujo de realizar unos
viajes con el Imserso? Sacudo la cabeza. Despierto. Bajo. Siéntome.
Pincho en el
icono de Facebook. Compruebo que hay solicitudes de amistad de dos personas que
no conozco. Y como uno entiende que ser amigos supone mucho más que este acto
mecanizado, contesta con un educado: ¿Quién eres? Uno, mutis por el foro; el
otro responde con un enigmático: ¿Quién envió tal solicitud? Chacho, chacho,
chacho.
Me dio tiempo
de vislumbrar una foto de uno que se apellida Ignacio Santiago. ¡Oh!, ¿y este
dónde estaba? ¿Qué piden penas por supuestos delitos electorales relacionados
con el manejo de los dineros? No me lo puedo creer. Qué negra ha caído en el
tejado de la familia. Y por extensión, ¿qué drama se cierne sobre las cabezas
de los Ignacio González? De aquí y de allá…
He vuelto del
pateo. El ‘mojabobos’, con la tarde, ha retornado a la sombra del risco de
Tigaiga. Sí, son casi las 20 horas. Esta entrega va de dos veces, de doble
pechada. Vuelvo a sentarme, pues, ante el teclado que me dejaron los Reyes. Al
anterior se le habían borrado varias letras y uno, que escribe a la vieja
usanza, requiere tener nítido el panorama para ejercitar los dos dedos.
Dicen que
Soria se retira y será un simple militante. Eso no se lo cree ni el alcalde de
mi pueblo. La sombra es más alargada de lo que muchos piensan, incluida
Cospedal. Que si vino a Canarias este viernes, digo yo que para qué demonios
recibió, por separado, en Madrid a los siete magníficos. ¿Este es el ahorro que
predican en todos los foros? ¿Irían en vuelos diferentes para que no se
copiaran los discursos? Alegan todos ellos que los offshore no son ilegales. Pero inmorales para quien ostenta un
cargo público, ya me contarás. Más tarde o más temprano, el que es empresario
no acaba por saber separar el grano de la paja, a saber, lo público de lo
privado. Y manejan las arcas de los impuestos como si se tratase de su
particular cochinito (alcancía o hucha). ¿Ya no lo usa?
Como arranca
el periplo festivo mayero, lo mismo me tomo varias minivacaciones. Para huir de
los estampidos principales. Dado que Hacienda me devolvió mil euros, creo que
van a durar menos que un orgasmo a los ochenta. Que todo sea por mover la
economía.
¿Nos vemos
mañana? Por mí que no quede. Oye, aquellas gotas de increíbles equilibrios se
han evaporado. Por eso te dejo esta foto.
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