viernes, 22 de abril de 2016

Se hincha

El universo se está hinchando más rápido de lo que debería. Todo porque, dicen los versados, las galaxias se alejan unas de otras. Se llevarán mal, se me ocurre. Como los políticos. Aparentemente. Y, en consecuencia, se dedican a comer basura y se expanden. Hacia los lados, claro. Para combatir los nervios. O para entretenerse en algo mientras esperan el ingreso de final de mes.
Nosotros, los sufridos electores, también nos estamos hinchando. Ahorita nos estallan las venas del cogote. Pero de la rabia, que no de perritos calientes y otras inmundicias de buen paladar. Vamos, que estamos calientes y como nos arrimen un fósforo no respondemos del estallido. Y no de luces de colores como este próximo 3 de mayo en la Villa de Viera. Pero si tú no los ves. Me informan, no obstante.
El señor Carles Puigdemont, presidente (eventual o de conveniencia) de la Generalitat, tras entrevistarse con Rajoy en La Moncloa, declaró: “O hay una gran coalición o las elecciones dejarán un resultado similar”. A lo que se me antoja objetar lo siguiente:
Tras un cuatrimestre de baldío continúan las pantomimas. Nos hemos limitado a la adopción de posturas, intentar marcar diferencias y escenificar una comedia de final archiconocido. En vistas a ese inminente 26 de junio proponemos el pacto que no ha sido posible en más de ciento veinte días de vaivenes. Como si esta próxima convocatoria fuera capaz del borrón y cuenta nueva. Hecho milagroso, sin duda.
Este eterno observador entiende que la falsedad se está extendiendo por este campo yermo y ya abarca una enorme superficie. Muchas hectáreas de hipocresía y simulación. Se debería castigar a todos los que recorren medios de comunicación con el visionado de todas las sandeces que propagan durante el día. Sí, basta con uno. No es necesario cebarse.
Nos sorprende la última oferta de Ciudadanos: “Si los líderes somos el problema, demos un paso atrás y propongamos un candidato independiente de consenso”. ¿Y para qué fuimos a votar? Para este viaje, ¿por qué tanto gasto en alforjas llenas de promesas y medidas? Cambiemos el sistema. Eliminemos tanta inutilidad partidaria y hagamos consultas abiertas. Sin propagandas, sin programas, sin mentiras, sin fotos, sin plasmas. Déjennos que ya seremos capaces de guiarnos sin tanto consejo caduco.
Sí, nos estamos hinchando. Con los viejos, pero más aún con los de nuevo cuño. Más obsesionados en desbancar que en propuestas que conduzcan a un cambio en los métodos y en las gestiones. La preocupación de Podemos, por ejemplo, pasa por eliminar cuanto callo le escueza el calcetín. Se ha percatado de que no tenían vendido todo el pescado y nadan en un mar de confusiones. Izquierda Unida, intuyo, ha picado el anzuelo. Y en la vieja aspiración de superar al PSOE, eliminarlo, borrarlo de la faz de la tierra, cae en la red que le tienden porque todos dan por hecho que el electorado tendrá el mismo comportamiento que en diciembre pasado. Y que esa hipotética suma descabalgará a los socialistas del lugar que ocupan en el hemiciclo.
Considero que la socialdemocracia está mal vista. La moderación no se come un rosco en negociaciones de quita y pon. O de un extremo o del otro. En teoría. Fruto del cabreo, sin duda. Que no se traduce, en la práctica, en entendimientos, en acuerdos. Que jamás podrán ser de máximos pues o cedemos y bajamos listones o seguiremos con interinidades tan peligrosas como ineficaces.
Y con ganancias evidentes para una derecha que se escora cada vez más a estribor. Que se limita a enviar mensajes por Twitter. Penoso. Tanto que ni siquiera los casos de corrupción, los papeles de Panamá, los dardos de Esperanza (lo último que se pierde), los billetes de Rita (lo que se da, no se quita) o los deslices de Soria (Mariano lo defiende; Montoro y Hernando no están por la labor; ¿y el manual de instrucciones?), parecen pasarle factura. A tenor de las encuestas. Todas interesadas pero que ninguna los apea del primer lugar de la clasificación. ¿Tampoco lo comprendes? No, trucadas no están las urnas.
Imaginemos, que nada no cuesta. Hoy es 27 de junio, lunes. Ayer fuimos a votar. Tras conocer los resultados definitivos en la madrugada… ¡sorpresa, sorpresa!
Una: No hay posibilidad matemática de que la unión de los diputados obtenidos por cualquiera de las fuerzas políticas concurrentes alcance el mágico número de 176. ¿Qué? ¿Nos citamos una tercera vez en las navidades? ¿Fijamos el 22 para que nos toque el gordo?
Dos: La suma de los se arrogan la representación genuina de la izquierda (Podemos y sus confluencias o mareas; habrá que contar con Alberto –que no Albert– Garzón, aunque no con las escisiones de Llamazares, Cayo Lara, Juan Borges y otros) y la derecha más rancia (¿tú no lees como yo o qué?) del PP (apoyo más que explícito de C’s cansado de los ninguneos del PSOE) logran una holgada mayoría. ¿Recomendará el Califa la célebre pinza?
Tres: Felipe (el rey) se marcha a vivir a Grecia cansado de tanto desaire. Se proclama la III República y se hacen coincidir elecciones presidenciales con legislativas, autonómicas y locales para el día de Año Nuevo en una decidida apuesta para comenzar de cero…
Cuatro: Se pone en marcha la nueva Constitución con la formación de los Consejos de Barrio, órganos rectores de la convivencia ciudadana y futuros administradores de la cosa pública bajo el lema cercanía, prontitud, conocimiento, agilidad, eficacia…
Cinco (y siguientes): En estudio.
Chacho, me estoy hinchando, como el Universo. Y si explotamos y lo mandamos todo para incierto lugar. Manda carallo.
A pesar de la calentura, feliz fin de semana.

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