Treinta días
nos quedan para meditar. Porque habrá que hacerlo para poder actuar en
conciencia. Se impone la reflexión pues se avecina un cuatrienio interesante. Cuando
se conforme nuevo gobierno (esta vez sí, seguro), el piloto de la nave tendrá
que hilar fino. Hemos perdido ocho meses en permanentes retrocesos y ya está
bien de marcha atrás. Europa nos tiene enfilados, puesto que deuda y déficit
son cargas peligrosas y el tan argumentado punto de inflexión en la curva de la
crisis sigue sin ser alcanzado, y, al tiempo, va siendo hora de que volvamos la
mirada al territorio patrio, pues es urgente el arreglo de mucho desconchado.
Convencido
estoy de que quienes nos han metido en el lodazal no merecen ni un miligramo de
confianza. Máxime cuando su gestión ha estado salpicada de hechos que han
desembocado, muchos de ellos, en los juzgados. Y cuando el país adolece de una
tasa de paro elevadísima, cuando los centros asistenciales no dan abasto, el
vocablo corrupción sigue martilleando nuestros oídos con su música machacona.
Pero siento
pavor, a contrario sensu, en que la gravedad de la situación conduzca al
electorado a recurrir a los salvadores de la patria. A los indefinidos. A los
veletas. Que solo proclaman consignas populistas. Aquellas que gusta escuchar el
que lo pasa mal. Con discursos que se cambian en función de conveniencias
interesadas. Con teorías otrora marxistas y hoy tan liberales que serían
acuñadas por los que ayer se hallaban en el punto cardinal opuesto.
Publicó
Diario de Avisos una entrevista al bien pagado señor de las rastas, Alberto
Rodríguez, quien volverá a encabezar la candidatura de Unidos Podemos (no la
canción del la banda de pop rock Pignoise, ni el conglomerado de sorpresas que
puedes llevarte si realizas una búsqueda en Google) por la provincia de Santa
Cruz de Tenerife. De cuya trayectoria previa, más rupturista que
reivindicativa, mucho se ha escrito, pero que parece haber atemperado maneras
después que debió cogerle el gustito a un palacio madrileño en cuyo frontis
hacen guardia un par de felinos.
Vayan unos
botones que demuestran la fuerza y la solidez de una ideología en función de
las circunstancias:
“Izquierda
Unida tiene una ideología más marcada. Podemos es una fuerza transversal,
amplia y diversa”. Como se siguen subiendo pasajeros a la heterogénea guagua y
habrá que buscar más espacios recortables en el logo, estipulemos que “hemos
aprendido mucho en el plano político. Y en el plano personal, que también es político,
he aprendido que soy una persona mucho más respetuosa de la que era antes del
20 de diciembre”. Pues no era tan mala la casta, parece. Qué buenos son los
acomodos. Eso de la izquierda radical ya no se lleva.
Bien,
aceptemos pulpo como animal de compañía y mezclemos unos pizcos de atún con
unos arrebatos de velocidad para concluir que “hay críticas y faltas de respeto
y determinadas acusaciones que son campañas que buscan enfangar la política,
hacer daño”. Hombre, ya puestos y si les apetece, los remito al post del
próximo pasado 24 de mayo: http://pepilloyjuanillo.blogspot.com.es/2016/05/identico-tratamiento.html.
Mira que es difícil y complicado echarse una visual en modo reflexivo. O de
puertas adentro.
¿Nuestro
programa? Sin duda, el mejor, el único y factible: “Devolver la política, el
país, a la gente, es fundamental. La apuesta por los servicios públicos, por el
Estado de Derecho y el Estado del bienestar”. Chacho, si esa arenga es tan
recurrente como lo del cambio. En los programas de las elecciones locales en 1979, a porrillo.
“Si algo nos
diferencia del resto es la coherencia. No tanto las rastas o que vayamos en
vaqueros”. Transcurren apenas unos segundos y sube mi mujer desde el cuarto de
costura: ¿Qué te pasó? Le conté el chiste y nos reímos los dos un rato.
Coherencia, sostiene. Si en tan corta andadura han dado tantos vaivenes (y como
el cóctel explote, sálvese quien pueda) que deben ya figurar en el Guinnes de
los despropósitos. Qué rápido aprendieron a caer en las mismas incongruencias
que tanto pusieron a caer de un burro. Claro, nadie se ve su joroba.
“Dinamizar la
economía y crear empleo”. Esto sí que es una medida de largo alcance, una
propuesta novedosa. En mis 67 años, es la primera vez que lo escucho. No saben
cómo me satisface ideas tan originales. Si antes del 26 de junio se inventan
otra de similares características, lo mismo me lo pienso a la hora de coger la
papeleta.
“Nuestras
cuentas son transparentes. Lo puede comprobar cualquiera en la página web”.
Creo recordar idéntico planteamiento por parte del Partido Popular cuando
Bárcenas sacó a la luz unos papeles en los que se consignaban unos apuntes
contables. En los sitios oficiales figura lo que interesa. Nadie airea la
contabilidad B. Ni que fueran bobos. Y de hacerlo no sería B sino G.
Ni espíritus,
ni asambleas ni ocho cuartos. Otra ilusión hecha añicos. Una ambiciosa carrera
por quedar segundos con una amalgama de tal formato que los fuegos de mi pueblo
serán un espejismo ante el proceso eruptivo que se fragua. Lo triste y
lamentable es que el estampido de la traca final se llevará por delante
formaciones que han jugado un papel primordial en el restablecimiento de la
democracia en España. Y que por jugar con fuego saldrán más negros y
chamuscados que los sobacos de un grillo. ¿O no es así, camaradas y compañeros?
El que mucho
abraca, poco atraca (Academia Canaria de la Lengua). Y hasta más ver, que son señas de
encontrarnos el próximo lunes. Si es Día de Canarias, festivo por estos lares,
no importa. Algo se me ocurrirá. Sean felices.
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