O me tomo los
asuntos con más calma, menos a pecho, o voy a acabar mal. Lo de vivir la
política –desde fuera– con mucho más ardor que aquellos miembros activos de la
misma –o a lo peor son más pasivos que este jubilado– me conduce últimamente a
situaciones no queridas. Y como no deseo condenar al ostracismo –todavía– a
estos dos chiquillos que me acompañan en la aventura desde hace muchos años,
tendré que procurar diversificar contenidos para que no sea la gestión pública
–causa de penas y desdichas– la que marque la pauta en las entradas diarias en
el blog. Algo, por cierto, que podrá alegrar a más de un lector que me ha
indicado que escriba de otras temáticas. Pero uno, claro, se deja llevar por la
rabiosa actualidad… Y así le va.
Ayer fui al
médico. A la doctora de siempre en Tucán. Centro médico portuense al que uno
acude cuando se atraviesa cualquier jaqueca. Que nos queda a mano, el
aparcamiento no es demasiado complicado y las diversas consultas de los
especialistas nos permiten evitar otros traslados a clínicas de mayor porte. A
la capital, por ejemplo.
El aparato
que observas en la ilustración tuvo la culpa. El que los Reyes Magos hayan
regalado uno a mi mujer, supuso que un servidor se convirtiese en el usuario
principal del tensiómetro. Y menos mal que lo probé, pienso, que si no lo mismo
doy el tortazo como cuando antiguamente se moría la gente de repente o de algo
que le venía reinando. Porque, a decir verdad, no sentía síntoma alguno. Debe
ser que los cabreos internos no desembocaban en cefaleas ni mareos.
Me han incrementado
la dosis de comprimidos porque siguen existiendo picos incontrolados. Vamos,
que el marcador digital se disparata en determinados momentos de la jornada
laboral (tal vez esté ahí el fallo del sistema). Y me pregunto reiteradamente
qué necesidad tengo yo de berenjenales tales. Pero no puedo. La vagancia no fue
capítulo que haya estudiado en los años de existencia. Y con la vejez no me ha
llegado el gandulismo. Al contrario, me encanta la novelería. Soy un activista
raro.
Aparte de
hipertenso es usted muy nervioso, me indica con toda amabilidad la facultativa.
Hablamos largo y tendido pero no encontramos antídoto para semejante
enfermedad. Vacaciones tengo. Tiempo me sobra. Entretenimientos también. Aunque
puede que me decante por aquellos aspectos que se me parezcan a los que uno
mantenía en activo. Y deba cambiar de chip. Lo que supondría eliminar la
lectura de la prensa. Darle cuatro martillazos a los televisores que tenemos en
casa y viajar más aún. Adaptación que requiere una inyección monetaria que por
ahora la Primitiva
se niega a complacer. Y el ingreso mensual en la libreta de ahorros alcanza
para el sistema que llevo en estos instantes. De lo que, por otra parte, no me
quejo.
No coja
nervios. Como si fuera tan fácil. Uno estuvo metido entre cuatro paredes y
lidiando chicos durante unas abundantes temporadas. Y es probable que la
tensión acumulada saliera disparada con cuatro chillidos a modo de desahogo.
Ahora, con una casa grande y solos mi mujer y yo en ella, es probable que si
doy un grito acudan los vecinos para comprobar si ocurre algo. Pues la zona es
mucho más tranquila que el bullicio soportado en la zona comercial de
Toscal-Longuera, lugar donde antes asentaba mis dominios.
Deberé salir
más por la noche y podré cantar una dulce canción a la luz de la luna –tate quieto Raphael–; y al despertar ya
mi vida sabrá algo que no conoce… Como mi pueblo presume de ser uno de los que
más fiestas disfruta a lo largo del año, me compraré ropa de abrigo y haré lo
que la juventud, es decir, cuando el resto de la humanidad se vaya a dormir con
los angelitos, yo sacaré la moto –qué menos– y lo que te rondaré, morena.
Fíjate por el
párrafo que voy ya y me acabo de enterar de que a Javier Abreu lo han dejado
sin responsabilidad alguna en el ayuntamiento lagunero. Como si no fuera ello
lo que estaba buscando y tener otra excusa para seguir armando los follones a
los que está tan acostumbrado…
¿Otra vez?
Pierdes el control y dentro de un rato estás abriendo un pozo en Las Gavias.
Para que tus acciones de agua pierdan valor. Modérate. Eres hipertenso. De
pastillas. Uno más del Imserso que bajará al comedor con la cajita de varios
compartimentos para los diferentes colores.
Y eso que no
veo televisado un partido de fútbol desde que el Madrid quedaba campeón.
Chacho, cojo unos nervios. ¡Ah!, acabo de recibir una invitación de mi alcalde
para que acuda a un acto con motivo de la celebración del 25º aniversario de
Radio Realejos el próximo día 19,
a las 19. Creo que no voy a ir. Falso no soy, ni tomo
cápsulas para combatir tal enfermedad.
Acabo de leer
un anuncio de cómo eliminar la calvicie en 17 minutos. ¿No me va a subir la
tensión? ¿Lo otro? Espera sentado. O sentada, según.
Bueno, y
mañana es jueves. Haré otro esfuercito. ¿Alcanzaremos las 2000?
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