Este pasado
sábado me fui a dar un paseo por el sendero de la costa. Por la zona de las
Románticas. Llevé lápiz y papel. Y mientras sorteaba las heces que, por culpa
de ciertos animales bípedos, nos han ido dejado otros de cuatro patas, tuve
tiempo de ir dándole al coco. La brisa del mar y el calorcito de la mañana
pusieron el resto.
Como por el
lugar no hay alumbrado led, sugiero al ayuntamiento que se den un garbeo de vez
en cuando. Una rehabilitación es urgente. No sé si procedería la ubicación de
recipientes para excrementos o cualquier otra medida, pero guarro sí que está.
Junto a este
motivo, me vinieron a la mente las pomposas declaraciones del alcalde realejero
acerca del cumplimiento de las medidas para evitar la contaminación lumínica
(mi calle es digno ejemplo de no enturbiar la tranquilidad de las estrellas),
el levantamiento del sumario en la Trama
Púnica y, cómo no, el feliz enlace matrimonial de Alberto y
Pablo, unión que ha engendrado un precioso vástago de nombre Unidos podemos.
Ahí van:
El secreto del
sumario
nos ha sido
levantado;
¡uy!, qué nervios me
han entrado,
se avecina buen
calvario.
Seguro que el
adversario,
dijo Rajoy con
asombro,
me pedirá el
desescombro
de semejante
inmundicia
que tenemos por
franquicia,
y
todo manga por hombro.
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Unidos podemos, tío,
díjole Alberto en sus
brazos,
seguiré siempre tus
pasos
aunque me meta en un
lío.
Esto será como un río
de agua muy
turbulenta,
que de no salir la
cuenta
ya habré cavado mi
fosa,
y signarán en mi losa
mil
desaires por la venta.
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Mi calle cumple con
creces
los criterios de
Manolo
de alumbrar con led
tan solo,
aparte de otras
memeces.
Son demasiadas las
veces
de total oscuridad,
y lo digo sin maldad:
No vendas anticipado
lo que no ha
finiquitado
salvo
en tu mente, ¿verdad?
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Este sábado salió
a caminar por la
costa,
y aunque no lo hizo
aposta
una décima surgió.
La madre que lo parió
al que vino con su
perro
y dejó, el muy
gamberro,
la cagada en el
camino;
ojalá que al muy
gorrino
le
hagan pagar su yerro.
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Estoy harto de
excrementos
de tanto dueño
perruno,
pues no creen
oportuno
recoger sus
alimentos.
Montoncitos ves a
cientos
por veredas y
rincones
y en más de las
ocasiones,
cuando pisas tal
regalo,
sobre todo si está
ralo,
brotan raudo maldiciones.
Y esto es todo, amigos. Mañana
nos volvemos a encontrar. Si ustedes a bien lo tienen. Y sáquenle chispa a la
vida.
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