martes, 12 de julio de 2016

Abraza a una británica

El referéndum que ha conducido (por la izquierda) a los británicos a salir de la Unión Europa está dando mucho que hablar. Y escribir. Máxime cuando al día siguiente, bastantes miles de los que optaron por arrancar la caña se quejaron amargamente de haber sido engañados. Algo que yo creía propio de otro país llamado España. Y basta con intentar averiguar cuántos votaron por el PP.
Yo no entiendo gran cosa de los movimientos bursátiles y de las oscilaciones de la macroeconomía. Pero observo que el parqué (cómo progreso) está revuelto. Y la libra ha descendido a valores de varias décadas atrás. Aunque no cojo ni la mitad de la información, me gusta seguir los comentarios de la corresponsal de la televisión pública española en la bolsa madrileña. Será porque la relaciono con La Gioconda. Sí, guarda cierto parecido con la Mona Lisa de Leonardo da Vinci.
Desde los albores turísticos en Tenerife, el mercado de la Gran Bretaña ha significado un aporte revelador de la marcha de esta importante (o mejor, fundamental) de la economía insular. Uno, que vivió bastantes años en la zona de La Gorvorana, recuerda cómo los mayores ponían en valor las visitas de los ingleses al bosque. ¿Para qué lo habré nombrado? Como nos quedamos sin él, al menos que sigan viniendo los guiris.
Ante el temor de la posible bajona, el presidente del Cabildo, Carlos Alonso, ha presentado una nueva campaña: Abraza a un británico. Como no he tenido la oportunidad de entrar en detalles, ignoro si tras la efusiva bienvenida hay que invitarlo a comer y que pase un par de noches en casa.
Ante tal disyuntiva pienso si no sería también conveniente ampliar el círculo receptivo. Ya que somos tan dados al uso de lenguaje no sexista (incluyan la arroba), ¿por qué no abraza a una británica? O el culmen: Abraz@ a un(@) británic@.
Creo que la señora Merkel ya telefoneó a Casimiro para que monte un chiringuito con salchichas (de Frankfurt, faltaría más) y unos bien surtidos barriles de cerveza en la zona de Contadero. Donde los militantes de ASG recibirán con los brazos abiertos a la colonia germana y tras los achuchones de rigor bailarán el Santo Domingo (gomero, selbstverständlich) antes de subir a Garajonay cantando en comandita el estribillo de barriguita llena, corazón contento.
Y el Cameron, autor material del desaguisado, se aprovechará de la circunstancia, dejará La Garita, allá en la conejera Arrieta, y se vendrá a la playa realejera de Los Roques. En lo alto de La Pata, Manolo, nuestro anfitrión, sellará el enlace de dos pueblos unidos por tantos lazos de hermandad desde los remotos tiempos en que el Adelantado Fernández de Lugo trajera como invitada a aquella inglesa soñadora que quería ver el sol a todas horas.
Como tengo la suerte de tener una casa grande (550 euros de IBI y un privilegio, al decir de los que entienden que los funcionarios no dimos gongo y agenciamos a mansalva), en la que ya solo transitamos (yo ahora menos) mi mujer y el que suscribe (salvo los miércoles que viene toda la tropa), estoy maquinando llamar al Palacio Insular para brindar al menos un par de camas durante un tiempo razonable y a un precio adecuado a las circunstancias y características del entorno, con posibilidad de excursiones y pateos tanto a la costa como a la montaña.
El abrazo, por aquello de la foto y promoción de evento, al lado del guanche, con unas excelentes vistas al Valle. Aunque todo el mundo se retrate mirando a otro sitio. O a otros sitios. Eso sí, de común acuerdo con la parienta, no admitimos sino chicas, por razones más que obvias de logística. Y no escribo lo que estoy pensando, y puede que tú también, acerca de la limpieza, comidas y otros quehaceres domésticos varios, porque me pegarás el velcro de machista. Que no me está gustando nada esa sonrisita irónica.
Los movimientos feministas deberían entretenerse menos en cuestiones nimias, como el lenguaje, e ir más a los asuntos de calado. Salvo este artículo que estás leyendo, dime si has escuchado alguna queja del trato discriminatorio de la tropa cabildera. La verdad es que no sé cómo se le escapó el baifo a Efraín. ¿Qué dices? Yo no me puedo creer que haya sido idea suya.
Me trinca el arranque de esta iniciativa en malas horas. Puesto que si pudiera caminar con total desenvoltura, me iba todas las tardes a dar una vuelta por Martiánez.  Al acecho de ingleses, galeses, escoceses e irlandeses. Y guiones as.
See you tomorrow.

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