5 de julio de 2016

No podemos

Yo creo que no, pero lo mismo estoy equivocado. Permanecer impasibles ante tanto desmán no puede ser, en manera alguna, buena táctica. No podemos continuar con esta actitud de pasotismo cuasi permanente. A lo más, unos ligeros tintes de inconformismo en la celebración familiar de turno o en el bar de la esquina a la hora de tomarnos el cortado de media mañana.
Fruto de cabreos acumulados llegaron los que parecían nuevos aires a la política. Que se desvanecieron cuando los elegidos se percataron de que ciertos sillones dejaban las posaderas más calientes que las húmedas baldosas de plazas y escaleras. Y desde que tomaron medicinas, jerarquías incluidas, que tanto criticaron y fueron conscientes de que no producían mayores escozores ni dolores de cabeza. Al contrario. ¿De casta le viene al galgo? ¡Ah!
Como las recientes elecciones han demostrado que en este país se requieren profundas sacudidas, ya comienzan los defensores de ciertos regímenes, con tendencias al ordeno y mando, a propagar excelencias de sistemas que nos han condenado a incrementar diferencias. Ahora resulta que el denominado Fondo de Reservas, o Hucha de las Pensiones, es partida no finalista. Es capital ahorrado de épocas de bonanza que se guardaba por si surgía un  imprevisto. Que no tenía que estar relacionado, necesariamente, con la paga de pensiones. Vamos, que lo mismo podría valerle a cierto ministro para abonar la investigación que descubriera quién pudo grabarlo en su propio despacho.
Y se pregunta este ingenuo que si ello fuera de tal guisa y simpleza, ¿por qué tan rimbombante apelativo a una talega que podía ser destinada a cualquier finalidad? ¿Cómo se ha dejado pasar tanto tiempo sin que a cientos de periodistas, verbigracia, se indicara el error de concepto tan grave que cometían en artículos y comentarios? ¿O que los propios políticos utilizaran el apelativo a manera de etiqueta? ¿Será, acaso, otra directiva del manual de instrucciones que valga de desahogo y a modo de posible aclaración ante la avalancha de críticas por el vaciado permanente?
Un servidor, jubilado y pensionista, preocupado por el futuro inmediato de mis garbanzos, no entiende la postura de otros del gremio que aplauden con las orejas estas sajadas, al tiempo que destacan formas y maneras de una gestión que no acaba de arrancar de manera clara y contundente en la senda de la creación de empleos sin dependencia de acontecimientos meramente coyunturales: rebajas, vacaciones estivales, campaña navideña…
Y si por un casual fuera cierto lo que este gobierno interino nos vende desde ha bastante acerca de la recuperación económica y de los flujos dinerarios que se inyectan en los hogares españoles, menos comprendo que deba recurrirse a los ‘ahorros’ cuando la liquidez fluye por todos los canales de distribución a modo de brotes verdes.
La demagogia en los planteamientos depende siempre del cristal. Es tan subjetiva como torticera. Pero me encantaría que aquellos que libremente han decidido dar su apoyo al PP me convencieran de cómo con tanta mejoría seguimos inmersos en la espiral de comedores asistenciales, escuelas de verano, organizaciones no gubernamentales desbordadas por una demanda echada fuera del tiesto… No me cuadran los datos. Porque la recuperación debería conllevar notables disminuciones del sector poblacional que tiene gravísimas dificultades para el día a día.
Mientras uno observa cómo nos desenvolvemos los que estamos sujetos a unos ingresos invariables (en caso de hacerlo, a la baja), se maravilla de la suerte que disfrutan, es otro simple ejemplo, los diputados y senadores (todos, sin excepción, aquí nadie renuncia a un privilegio ni de coña) siguen cobrando sin haber ejercido actividad alguna durante meses. Llevamos más de ocho de parálisis total. A la que se han sumado, con una alegría digna de enmarcar, los parlamentos autonómicos. A ordeñar. Auténticas millonadas para que sus señorías hagan campaña con dineros que no duelen a sus bolsillos. Caraduras de tomo y lomo que pasean y (bien) viven a costa del contribuyente.
Te traslado un ejemplo, salvando las distancias. Como en el Consistorio villero los concejales son de secano (Narciso es el primero), los usuarios de la playa de Los Patos llevan demandando un acceso en condiciones desde antes de que a Isaac Valencia lo retiraran por bailar el trompo. Tras muchos estiras y no menos cantidad de encoges hacen un proyecto de escalera que iba a costar unos sesenta mil euros. Pero de la noche a la mañana surge una nueva propuesta de los técnicos con un cambio de trazado y… a multiplicar por cinco. Sí, ahora ascenderá el importe a 300.000 euros. Surgen preguntas, claro: ¿A quién se debió la idea inicial, qué estudios se realizaron al respecto y quién cuantificó la obra? ¿Fue Linares, directamente, o delegó en Eduardo la memoria de viabilidad? ¿Quiénes son esos técnicos que aparecen en pleno verano con la  carpeta bajo el brazo llena de papeles con dibujitos?
Esto no es serio. Y así con casi todo. Por ello, no podemos silenciar este tipo de actuaciones. Los impuestos deben servir para mucho más que pagar a una pléyade de ineptos e indocumentados. Pero la culpa no es solo de ellos. Qué pena que también nos cercenen las ilusiones. Qué peligrosos son los contagios. Para lo que aún no se han encontrado vacunas ni antídotos. O a lo peor sí, pero cuando el cuerpo se arregosta…
Mañana te contaré qué me dijo el traumatólogo. Hasta entonces.

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