O a
las tres en Canarias, claro. En estado puro. Vivo retrato de un modus operandi
muy peculiar. Nuestro Mariano de siempre. ¿Piensas, acaso, lo mismo que yo?
Exacto, el manual de instrucciones.
Aparte
de que debe de circular por cuantos más canales de comunicación mejor, el
gabinete encargado de transmitir órdenes y dictados tiene que funcionar las 24
horas del día. A piñón fijo. Y es algo ─reconozco mi debilidad y entono el mea
culpa─ que admiro con envidia cochina. Porque estas actitudes cuasi militares
chocan frontalmente con el carácter latino ─nada digamos del muy especial del
gallego, de nuestro gallego─, más dado al pasotismo vacacional permanente
(incluyan el síndrome posterior) que la rígida monotonía del sí, señor, y a sus
órdenes, mi comandante.
De
nada valdría que los otros grupos ─todos menos el veleidoso Ciudadanos (jamás
voto afirmativo a los populares; bueno, si quitan a Rajoy; vale, pero con seis
condiciones; ños, que tampoco es para tanto; de acuerdo, pongamos un tope y
cuantifiquemos el concepto…)─ hagan acopio de montañas de reseñas
periodísticas, que rescaten y pongan sobre la mesa hemerotecas completas, que
reproduzcan vídeos y declaraciones del pasado mes de marzo ─el otro día─ porque
ahora lo contrario, es decir, aquello que se ponía en solfa (por mostrarme
generoso y no escribir a caer de un burro), sea por arte de birlibirloque y
cuádruple salto mortal hacia atrás en vaso sin contenido acuático, panacea en
un país chiripitifláutico que, contagiado del proceder de tales lumbreras,
acaba por pasar olímpicamente, refugiarse en el fútbol al estilo de épocas
pretéritas para descargar la adrenalina en principio destinada al reparto en
espléndidas dosis a todas sus señorías. [Menos mal que puse alguna coma, que si
no te asfixio].
Esas
(señorías) de uno y otro signo, de todos los costados del espectro, que se
pelean como chicos menudos por ocupar un asiento delantero, para dejar de lado
planteamientos e ideologías a la caza y captura de un plano televisivo.
Lastimoso.
Lo que
se tildó de cacicada cuando el fracaso de Sánchez, tornose para Pastor en tabla
de salvación. Sí, vale las cuatro. Las réplicas, al día siguiente. ¿Cómo, que
yo dije que este sistema no valía? Siendo yo el protagonista, ¿cómo que no? Hay
que saber darle la vuelta a la tortilla. ¿Cómo es posible que esperpentos de
tal calibre no produzcan sonrojo en quien tiene confiado regir los destinos de
España? ¿Tan imbéciles somos como para tragar sapos de este grosor? ¿Cuán de
flaca es la memoria de un pueblo aborregado?
¿Por
qué hemos alcanzado esta situación? ¿Por qué el PP sigue creciendo a medida que
se van destapando alcantarillas? Sencilla es la respuesta. La pátina que nos
recubre tras los innumerables estampidos (a cada sarpullido otra capa de
barniz) nos ha vuelto inmunes. Y recurrimos al que hagan lo que les dé la gana
porque yo no pienso ir a votar. Con lo que la goleada se incrementa con los
incondicionales, con los forofos. A los que se les importa bien poco, ni
siquiera les pasa por la imaginación, que puedan existir otras formas de gestionar, otras políticas más
redistributivas.
Por
ello no es de extrañar que ha más bien poco era lícito el denegar apoyo alguno
a quien se le reclama en estos instantes altura de miras. Las visiones
unilaterales de los que suman más votos pero son incapaces de conseguir apoyos.
Y cuando uno va por la vida palpando en su quehacer cotidiano que la gente te
rechaza de manera sistemática, algo debe estar fallando. Y no serán todas las
luces de los otros las que vayan fundidas. O no serás tú el que circula
correctamente si el resto de vehículos aparece en dirección contraria. Aunque
Mariano, ya se sabe, boga en aguas bravas de la desembocadura hacia el
nacimiento con la misma o mayor facilidad. Y sin remos. Y sin manos.
Si por
un casual (hoy es viernes y todavía quedan días para ¿acabar el verano?, no,
para que el PP acabe de convencer a C´s con cualquier chupete ─debes leer, por
favor, promesas─ que le quitará de las manos a las primeras de cambio) se
presentase el próximo martes sin los apoyos necesarios para obtener la mayoría
necesaria, ni doña Ana Oramas, la que se inclina por el sí con la cantinela de la
agenda canaria, será capaz de levantar la voz para recordar ciertos pasajes de
la otra intentona.
En
este país de locos los cuerdos tenemos poco que rascar. No te asombres por la
sentencia. Cuando una mayoría, no sé si inmensa o suficiente, reclama al PSOE
alturas de miras (me repito como el libro de instrucciones que ya conoces) y que
permita el gobierno popular con una abstención, parece que una minoría ─apúntenme─
se empecina en buscar respuesta a por qué no aplicaron idéntica receta en la ocasión
precedente y funcionó una pinza al más puro estilo de los tiempos de Anguita.
Al que, por cierto, observo tan callado como el señor Garzón (que no va a estar
entre los tres asientos delanteros). Solo se trata esta vez de probar idéntica
medicina por parte de los que la recetaron tiempo atrás. Que es bueno que los
médicos también se pongan en el lugar de los enfermos. ¿Tú no captas lo
modositos que están los dirigentes de Podemos? Es como si no pudieran.
Este
tinglado es tan complicado como las declaraciones del Delegado del Gobierno en
estas peñas, el señor Hernández Bento ─al que veo como marioneta que maneja
desde la sombra el ínclito y todopoderoso Soria─, quien se queja de que la
crisis ha provocado que no se hayan cubierto entre quinientas y seiscientas plazas
de agentes del orden, entre guardias civiles y policías nacionales. ¿Para qué?
Con regalar un par de coches a los colectivos de voluntarios, todos contentos.
Y el día que se arme la de San Quintín por meterse en fregados que no son de su
competencia, valdrá de excusa para que el presidente en funciones se dé un
garbeo por Amadores para airear el apartamento.
Seguiré
con mis negociaciones este fin de semana. Reflexionaré con mi pata accidentada
por si vislumbro una salida. Y me voy a portar bien por si ascienden a mi
alcalde y me lleva de asesor.
Sean felices,
pórtense como les parezca y, si a bien lo tienen, nos encontramos el próximo
lunes en horario normalizado en el lugar de costumbre. Ya le voy cogiendo el
tranquillo al nuevo ordenador y mi sobrino me instaló el Word 2013 con el que
redacto esta entrada. Hace unas décadas apenas, ni máquina de escribir. Hoy,
gracias al PP, cuánto hemos adelantado. Y siempre quejándonos. Llorones.
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