jueves, 8 de septiembre de 2016

El Trompo

Qué don de la oportunidad el de Coalición Canaria. Justo el día que conocíamos el contenido de la sentencia que condenaba a Isaac Valencia por las obras ilegales del Centro Comercial El Trompo, nos sorprendía con una nota en la que se congratulaba por la absolución de Elena Luis. Y si en el caso de la guanchera quedaba demostrada su inocencia, en justa correspondencia, y aunque el fallo sea recurrible, debería admitir que el villero metió la pata hasta el mismísimo fondo. Aunque en este caso lo que más me extraña es que el secretario se haya prestado a componendas. ¿Qué hubo de por medio?
Ambrosio Jiménez, el promotor de Tejeda, siempre ha presumido de que pagó de su bolsillo la fuente ¿luminosa? de la rotonda del costado occidental del Polígono de San Jerónimo. Ver la imagen. Y que había desembolsado por ella un millón de euros. ¿Fue esta la única compensación por la ingente operación urbanística? Porque cuando te des una vuelta por aquellos alrededores y echas una visual al interior  de la pileta, se te cae el ánimo a un nivel más bajo que la playa del Bollullo. Allí no hay sino tubos oxidados. Y lleva sin funcionar, ni me acuerdo.
Como uno fue testigo de las alabanzas entre el alcalde de aquel entonces y el citado promotor cuando se inauguró Alcampo –particular que aprovechó el Padre Antonio, q.e.p.d., para solicitar a ambos aportación económica para Santa Rita–, no está muy seguro de si la eterna canción de sacar a La Villa del ostracismo y que el paro se redujera a mínimos históricos fueron los únicos motivos o condicionantes para tanta parafernalia. Las estadísticas demuestran un alto porcentaje de desempleados. Y la tan anunciada salida directa a la autopista sigue durmiendo.
Lo triste de estas situaciones, como casi siempre, es el lamento por la lentitud con que actúa la justicia. Y como el capítulo seguirá con recursos ante todas las instancias posibles, el hecho quedará en mera anécdota. Y no se gastarán un euro los condenados en derribar esos dos mil metros cuadrados, destinados en el planeamiento a zonas verdes. Porque ahí seguirán, como lo hacen los hoteles de Lanzarote (donde veranea el banquero mundial Soria). Lo que viene a demostrar, desgraciadamente, que si tienes perras, ya tú me entiendes. Hasta yo, que compré hace unas semanas el nuevo ordenador en uno de aquellos establecimientos, estoy tranquilo. Cuando haya sentencia firme, o ya me habré fundido el all in one de Lenovo o la habré cascado yo antes.
Lamentable me pareció la comunicación de Linares desligándose del tema. Y penoso el recordatorio de que estas causas no se llevan a cabo con fondos públicos. Como si él nada tuviera que ver en los asuntos municipales de estas últimas décadas. Vamos, como si hubiese accedido ayer mismo al Consistorio. Valencia pecó, como entre otras tantas de su cosecha, en ser demasiado echadito pa´lante, pero CC no puede ser ajena a estas situaciones, máxime cuando ha dispuesto siempre de holgadas mayorías absolutas. Lo contrario supondría tanto como admitir la ignorancia total de Francisco y Juan en temas de tanta enjundia. Hecho que no crea admita ni el más ingenuo votante de esa formación política.
Y como por aquellos lares comerciales encontramos de todo, te voy a contar una anécdota que le ocurrió a un señor que compró una silla en la que poder sentarse en el baño para ducharse porque una lesión de rodilla le impedía hacerlo de pie. Algo parecido a lo de un servidor, cuyas fracturas (calcáneo y cadera) no le permiten aún grandes alardes y también se enjuaga en una silla. Eso sí, la mía no tiene agujeros. La del individuo que te cuento, sí. Ocho, nada menos, en círculo. Por lo que el suceso vivido era de difícil escapatoria. O te caía en uno o en el contiguo.
Tras darse su buen fregado con agua bien caliente, intentó el protagonista levantarse y sintió fuerte tirón en sus partes bajas. Vino a resultar que cierta protuberancia (una de las dos) se introdujo en un orificio con tan mala suerte que la dilatación provocada por la alta temperatura del líquido elemento provocó el atasco pertinente. Ya te puedes imaginar el dolor. Menos mal que tuvo la paciencia suficiente como para sentarse de nuevo, girar el mando de la llave, dejar que corriera abundante chorro de agua fría por la zona de la catástrofe, y alrededores, con la fortuna de que se produjo la oportuna contracción (encogimiento o mengua) y pudo desengancharse del atolladero. Fue una lección práctica que no olvidará. Y no le hará falta recordar aquellas otras que se recibían en las clases de Física con el anillo de Gravesande. Ver la otra ilustración.
Y concluyo. Como el artículo de La Graciosa ha sido visitado por bastantes centenares de ojeadores, permítanme que vaticine un encontronazo entre los ayuntamientos de Haría y Teguise. Porque el primero no está conforme con los que se dan el salto a Caleta de Sebo y dejan el coche aparcado en las calles de Órzola. Y señalizará varias de ellas para reservar el estacionamiento a los vecinos de aquel lugar. Y digo yo si no será peor el remedio que la enfermedad. Las varias navieras que facilitan la travesía y los propios gracioseros algo tendrán que manifestar ante la posible pérdida de clientela.
Y mañana viernes. Cómo avanza el curso. En un pispás llegamos a junio.

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