sábado, 17 de septiembre de 2016

Turismo y folclore (VI)

5. ¿Progreso (turismo) versus folclore?
El inevitable (y en algunos aspectos devastador) progreso ha ido desdibujando la identidad cultural de nuestra gente, haciéndonos perder poco a poco la capacidad de valorar lo nuestro, de saber utilizar los canales de expresión que nos fueron legados por nuestros ancestros, de poseer la audacia de encerrar el universo en una copla.[1]
Que el turismo se ha convertido en la actividad más importante en Canarias, está fuera de todo tipo de dudas. Y que con él se ha degenerado el folclore, también. 
Vayan, a título orientativo, tres pinceladas periodísticas acerca del fenómeno turístico actual:
El turismo de Congresos generó en Tenerife más de dos mil millones en 1993, según declaraciones de Helena Medem, presidenta de la Organización de Profesionales de Congresos (OPC), durante la presentación del VIII Encuentro, celebrado en el Hotel Mediterranean Palace, en enero de 1995[2].
El turismo será la actividad más importante a nivel mundial: presentación de la Conferencia Mundial de Turismo sostenible, Lanzarote, abril de 1995.[3]
Diez promociones de Canarias en el exterior (enero de 1995)[4]:
Utrecht (Holanda)
Oslo (Noruega)
Brno (República Checa)
Bolsa de Turismo de Lisboa -BTL- (Portugal)
Feria irlandesa "Holiday World" (Dublín)
Helsinki (Finlandia)
Luxemburgo
Feria Náutica -BOOT- (Alemania)
Fitur (Madrid)
Internationale Touristik Messe de Viena (Austria)
Está claro que al turista se le proyecta el folclore. Pero también se hace en cualquier fiesta de pueblo para los nativos. Es diferente del folclore genérico que continúa vivo en el pueblo y se desarrolla en su contexto natural, se exterioriza cuando se produce una situación que lo exige (ranchos de ánimas, danza del trigo...)[5].
Lo otro, ya lo manifestaron algunos de los entrevistados, es espectáculo, una puesta en escena, más o menos lograda, de unas vivencias. Pero, y esto es lo malo, no puede haber diferenciación en este tipo de manifestaciones. No da derecho el actuar para el turismo a todo tipo de libertades. Hay que subir al escenario y contar, sea quien sea el público asistente, qué, por qué y cómo se hace. Pero con la enorme responsabilidad que el hecho conlleva, sin restar un ápice de la trascendencia e importancia de cada actuación.
Nos encontramos con el tremendo inconveniente de que los encargados de velar porque no se desvirtúen los hechos diferenciales de cada colectividad, no han sido partícipes de la labor de investigación y difusión del folclore. Han seguido la inercia  de  un  anquilosamiento de 40 años y  han dejado en manos de particulares esta faceta. Y bien que han sacado las castañas del fuego. Pero su voz se ahoga en el desierto de las lamentaciones. Son las instituciones oficiales las que pueden –y deben– poner freno a las falsas imágenes que se están ofreciendo con demasiada frecuencia.
Por supuesto que el folclore está sujeto al progreso. Pero, quizás, la mentalización a que fuimos sometidos, durante mucho tiempo, de que había que conservarlo tal y como lo heredamos de nuestros antepasados, sólo consiguió empobrecerlo, evitando el desarrollo.[6]
Más definitorio aún, por si no era suficiente con el inestimable soporte documental de las entrevistas, el siguiente fragmento:
Estudios antropológicos en los que se han investigado rituales simbólicos (fiestas patronales, romerías, carnaval) y la religiosidad popular, muchas veces por investigadores extranjeros, que han prestado atención a los problemas de modernización y cambio social, incidencia del turismo y etnomusicología, ponen de manifiesto que el presente no es una reliquia del pasado, y su objeto no se reduce a una operación de rescate. La vuelta al pasado no ha sido, para muchos etnógrafos y folcloristas, el punto de partida de una reflexión crítica; sólo ha supuesto la aceptación de un proceso de actualización o puesta al día, basado en retomar la tarea que comenzaron antepasados ilustres.[7]
Aportación importante a este apartado la constituyen las respuestas de Juan de la Cruz, Benito Cabrera y Juan López, y a ellas me remito.

 (Continuará)


[1] Benito Cabrera. Prólogo de Coplas Canarias [Manuel Haro Manzano]. CCPC.1994. Páginas 7 y 8
[2] El Día, 14-12-94, página 9
[3] Diario de Avisos, 8-1-95, página 25
[4] El Día, 8-1-95, página 12
[5] Diego Talavera. Folclore y canción. Biblioteca Popular Canaria. 1978. Página 28
[6] José Manuel Abreu. La canción en Canarias. CCPC. 1988. Página 63
[7] Gran Enciclopedia Canaria. Tomo I. Ediciones Canarias. 1994. Página 262

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