domingo, 18 de septiembre de 2016

Turismo y folclore (VII)

6. Mostrar algo más (diversificar el ocio)
 Nuestro folclore no se reduce a la isa y a la folía, manifestaba Nanino Díaz Cutillas.
Que la imagen falsa que se ofrece del folclore canario a los visitantes nacionales o extranjeros constituye una situación indignante y exige una rápida toma de conciencia para una posterior actuación. Tenemos que luchar, junto a toda la sociedad, para que sólo sea divulgado, por medio de la industria discográfica, la radio y la televisión, el auténtico acervo folclórico de nuestras islas.
Es el punto 4º del manifiesto del Primer Encuentro de Música Popular Canaria (Telde,  26 de junio de 1976).
El sol y la playa son los ingredientes principales de la atracción turística de las Islas, y deben ser complementados con una mayor calidad de los servicios.[1]
Vender más nuestros recursos autóctonos, folclore y gastronomía (Conclusión nº 13 del Seminario técnico de turismo, celebrado en Adeje, Hotel Torviscas Playa, en octubre de 1994)[2].
Se impone diversificar el ocio. Es menester ofertar algo más. Sí, estamos de acuerdo; hay que vender más nuestro folclore. Pero hay que venderlo mejor. Ahora lo estamos malvendiendo. Y es una imagen nefasta.
Si el turista de bocadillo y alpargata, que se atiborra de sol y playa, como dijera uno de los entrevistados, no acude a estos eventos, razón de más para hacer las cosas bien. Se supone, en consecuencia, que el público que está interesado por saber algo de nuestras manifestaciones folclóricas, de ese recrear nuestra tradición, es consciente de lo que quiere. Por lo tanto, no podemos seguir engañándolo con espectáculos denigrantes. Pero es que, al mismo tiempo, estamos haciéndolo con el nativo. No podemos forzar la lógica evolución. El tiempo debe ir marcando las pautas, que deben ser compartidas por el pueblo y que las irá aceptando de forma lógica.
A continuación se expondrá, en otro apartado específico de este trabajo, una importantísima labor que llevó a cabo el Cabildo Insular de Tenerife, con una fuerte inversión económica y con unas profundas miras hacia ese rico patrimonio que permanecía dormido en el más profundo de los olvidos, y al que no hemos sido capaces de "sacar todo el jugo". Me refiero a Casa de Carta, auténtico escaparate que proyecta aconteceres de un ayer, que interesa sobremanera dar a conocer en este hoy expectante, para no encontrarnos con otro futuro incierto como el que a nosotros nos fue legado.
Los trajes, las vestimentas tradicionales, los festejos, los ritos ancestrales... pueden y deben ser dados a conocer. Vuelvo a insistir en las palabras de Nanino: el folclore no es sólo isas y folías.
Y este papel le corresponde al Norte de la isla de Tenerife. Declaraba el propietario de Bananera "El Guanche":[3]
Es incuestionable que el visitante turístico de Puerto de la Cruz no se corresponde con el de la zona Sur de Tenerife, y que, por tanto, no se conforma con la limitada oferta de sol, playa y discoteca, sino que precisa y demanda mayores posibilidades de ocio.
Desde hace muchos años, Bananera "El Guanche" representa una relevante alternativa de ocio para el visitante de Puerto de la Cruz (más de tres millones de visitantes en 15 años), y tanto es así que su papel en la industria turística ha sido pública y expresamente reconocido por entidades como el Cabildo de Tenerife y el propio ayuntamiento portuense.
Todos los empresarios del sector parecen haberse dado cuenta de la ampliación de las actividades complementarias. Cierto es que el turista del Norte demanda algo más. Y quiero, por ello, defender la propuesta de que en ese algo más esté presente el folclore. Pero, desgraciadamente, el establecimiento anteriormente mencionado parece actuar de manera bien distinta a como se deduce que piensa. Cuando se han llevado a cabo profundas investigaciones en el campo de las vestimentas tradicionales de la isla de Tenerife, el espectáculo que se ofrece por las empleadas del citado comercio –como lo hacen, igualmente, las vendedoras de flores en Puerto de la Cruz–, es verdaderamente penoso.  Déjame, no obstante, que sean algunas respuestas de las entrevistas las que te ilustren mejor.
Hasta hace pocos años se desconocía la gran variedad de trajes tradicionales usados en los diferentes pueblos de la isla de Tenerife. Era creencia generalizada que no existían otros que los denominados trajes típicos de La Orotava (el rojo) y Santa Cruz (el negro), cuyos orígenes eran, igualmente, desconocidos. Hoy la situación ha cambiado. Existen varios trabajos sobre el particular.[4]
Y bebieron en las fuentes (siento ser reiterativo con esta expresión, pero me gusta) que a bien tuvieron ir anotando aquellos aspectos que despertaron su curiosidad. Van unos botones de muestra:
Sus trajes son en la alta sociedad iguales a los de España, aunque las modas inglesas dominan siempre con preferencia a las francesas: en la clase común del pueblo, se nota alguna particularidad en el vestir: las aldeanas llevan generalmente un guardapiés, que llaman enaguas de cordón, hechos de lana con listas de varios colores, un justillo al cuerpo sobrepuesto de un pañuelo corto al cuello, y en la cabeza una mantilla de bayeta amarilla, con un sombrero de hombre encima, bajo de copa; los labradores y sirvientes, visten en el invierno una manta de cama doblada, con jarela al cuello, que figura una capa corta: por último, aun conservan las mujeres de algunas islas el uso de manto y saya, ó sea dos sayas negras iguales atadas á la cintura, de las cuales la una sube á la cabeza y arrollada por los brazos, no deja ver más que la cara.[5]
Del libro ya reseñado, "A través de las Islas Canarias", he querido entresacar:
La Esperanza, a 13 Kms. de la población, es el pago que más conserva los antiguos trajes del país. Gasta el hombre ancho y negro sombrero de lana, camisa de lienzo crudo hecha en el país, chaleco abierto, generalmente azul, faja, calzón de la misma tela del chaleco, que no pasa de las rodillas y abierto por los costados hasta el tercio superior del muslo, y debajo otro calzón o calzoncillo ancho, de lienzo, que llega a media pierna; por último polaina de cuero o lana y zapatos. La mujer  usa  sombrero  masculino,  pero  de  cinta ancha y ala corta, pañuelo debajo, zagalejo o justillo de colores y enaguas de zaraza o tela rayada, de lana, tejido en los antiguos telares del país.
El mismo autor, Cipriano de Arriba y Sánchez, en el libro de referencia alude a la fiesta de Tacoronte, en la que se baila "El Santo Domingo", "Tango herreño", "Aires de Lima". Reseña el baile de la boda, el bautizo o bateado (con coplas de malagueñas que no denotan tristeza, como indicaba Juan de la Cruz o se recoge en el libro de Los Alzados)... Comenta las costumbres y ceremonias practicadas en la noche de las hogueras de San Juan...
Y se puede seguir enumerando aspectos que se engloban dentro del folclore canario y que pueden, y deben, ser parte del ocio que requiere el visitante. Quizás, de camino, hasta mucho "turista" de aquí se entere de algo más de nuestro acervo cultural. Que no es folclore las romerías y los bailes de mago, que son meros carnavales de disfraz único.
Las cruces de mayo, costumbre que aún sigue viva, documentadas desde el siglo XVI; cacharros y tablas de San Andrés, que tanta explicación mágica han soportado, pero que constituyen atractivos, que da lo mismo justificarlos bajo aspectos religiosos como paganos (rodar los toneles o cacharros hasta la pila), y que es importante que persistan, cabañuelas de mayo, polvos-talco (La Palma), Los Buches (Lanzarote), los gabeteros de San Simón en Sabinosa (El Hierro)...
Los defensores acérrimos de culturas impuestas, radicados, sobre todo, en la "alcurnia" orotavense, para los que solo es traje típico el mal denominado de La Orotava, que solo viene a ser una variante del llamado "traje de icolaltera", alegan que las investigaciones basadas en manuscritos y dibujos de "cuatro señores" es una farsa.  Y qué casualidad que esos cuatro señores hayan sido personas altamente cualificadas, con lo que su objetividad, máxime cuando nada les iba en el envite, queda fuera de toda duda.
He querido finalizar este apartado con el anterior comentario, porque sería cuestión de que se leyesen la biografía de Alfred Diston y pudiesen tener acceso al manuscrito "Costumes of the Canary Islands", y que estuvieran al tanto de sus relaciones con Álvarez Rixo, Elizabeth Murray, Baker-Webb y Sabino Berthelot; desde luego, todos ellos eran unos grandes ignorantes. ¡País!
(Continuará)

[1] Geografía de Canarias.  Ed. Interinsular Canaria. 1985. Tomo 7. Capítulo VII. Página 163
[2] El Día. 27-11-94. Página XV, Dominical
[3] El Día, 8-12-94, página 15
[4] Trajes tradicionales de Icod el Alto. Indumentaria popular de Tenerife. Los Alzados. 1987. Página 19
[5] Diccionario Madoz (1845-1850). Interinsular Canaria. 1986. Página 73

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