martes, 29 de noviembre de 2016

¿Hay o no hay?

Dinero sí hay (pregunten a Martínez-Pujalte y sus 3,5 millones en un solo año), pero mal repartido y peor administrado. Esta maldita crisis (para los de siempre), de la que, según dicen, estamos saliendo, ha venido a confirmar en toda su extensión la frase anterior. Algunos dejaron de hacer su agosto para forjar todo el año.
Mientras Gara, una joven güimarera ‘lucha’ por conseguir una pierna ortopédica deportiva que le permita sentirse realizada como cualquier chica de su edad, la señora alcaldesa del municipio sureño se va de excursión (segunda vez) a Sálvame, ese prodigio de programa televisivo solo equiparable a cualquier chanchullo de los alrededores. Y de camino la expedición se dará un salto al Valle de los Caídos (por Dios y por España). Ante la remota posibilidad de que derriben aquel monumento, Carmen Luisa entiende que el escombro valdría para rellenar unos pequeños huecos existentes en su localidad. Dios los cría…
Pero hoy toca no salir de este otro pueblo norteño, también regido por un mandatario popular (o populachero, mejor). Quien sigue fiel a sus principios mercadotécnicos, rodeado de toda una pléyade de asesores, y que no admite sugerencia alguna de aquellos otros cargos públicos, tan democráticamente elegidos como lo pudo ser él, porque prestar atención a sus propuestas supondría desmontar parte del chiringuito que ha creado para encumbrarse. No olvides de incluir, estimado e inteligente lector, el estudio fotográfico, medios de comunicación que doran la píldora a cambio de generosos estipendios y la amplia cohorte de aduladores ‘feisbucianos’ y corifeos mediáticos.
Se presume por estos lares de haberse aprobado los mayores presupuestos de la historia realejera. Ninguna novedad, entiendo, porque cada año que pasa debería ser así en buena lógica. Eso ocurría hasta en los lejanos tiempos en los que con unos pocos millones de pesetas se construyeron todos los centros docentes de los que ahora se jactan los respectivos concejales del área. Y sin liberados. Y sin secretarios ni amanuenses. Y sin fotógrafos. Y sin gabinetes de prensa (en aquella época los periodistas se lo curraban, ahora leen notas interesadas que remiten los ayuntamientos). Y sin coches oficiales…
Pero en esa dinámica se han sumergido todos. No crean que es asunto exclusivo del alcalde la Villa de Viera. Las componendas partidarias han hecho posible que las instituciones públicas se hayan convertido en agencias de colocación. Lo lamentable es que aquí no valen indicaciones que procedan de ámbitos diferentes a los de la Escuela Superior de Management y Máster MBA, de la Universidad de Wyoming (el estado yanqui menos poblado), en el Condado de Laramie, ni de Promociones Domínguez Morales Prodomo. Esos títulos académicos deben ocupar varios metros cuadrados. Me gustaría verlo.
He sostenido desde hace bastantes décadas que ya está bien de tanto enchufismo. De ubicar a dedo a los que figuran en la candidatura, y no salen elegidos, en puestos que se inventan con el único objetivo del sueldo. Para el que ni están preparados, ni existen criterios ni objetivos que justifiquen el acomodo. Los denominados cargos de confianza se han convertido en un auténtico sumidero. Sí, para las arcas públicas. Desagüe por el que se van dineros que bien podrían ser invertidos en facetas mucho más productivas. Tal es así que tú entras en las Casas Consistoriales y tropiezas con dos administraciones. La formada por el cuerpo funcionarial y la que yo mento como la de los piojos pegados. Y todo ello ha conducido a un notorio relajamiento de aquel que tenía desde siempre un cometido determinado y que ahora no sabe a quién debe hacerle caso ante tanto encargado. No, hoy no me apetece volver a sacar el caso emblemático del bien pagado Marrón. Sujeto que ha hecho posible el que la plantilla de la policía local siga estancada con la cada vez más acuciante problemática de tráfico y seguridad ciudadana. Con los voluntarios vamos escapando.
Me consta que tanto el PSOE como IU han mostrado su rechazo a los presupuestos de 2017 porque, entre otras cosas, el equipo de gobierno no quiere suprimir algunas mesas y sillas de su guachinche. Un puesto que se elimine de ese cúmulo del ‘personal de confianza’ (imagínate lo que se podría llevar a cabo con dos, tres o más), equivaldría a incrementar partidas de asistencia social, de dotación en educación, de potenciación de sectores desfavorecidos y, en suma, echar una mano a los que lo están pasando mal.
Si se reestructurara el tinglado de concejales liberados (parcialmente o con supuesta dedicación exclusiva) mediante un organigrama más efectivo, en el que no primaran los fraccionamientos o parcelitas de poder para contentar carteras y bolsillos (con la sangría económica que ello implica), a buen seguro que la máquina marcharía a las mil maravillas. ¿O es que acaso éramos extraordinarios aquellos que condujimos la nave allá por los ochenta del pasado siglo? ¡Ah!, que todo ha cambiado. Sí, por supuesto, para una mamandurria descarada e hipócrita. Y dejamos dietas y otros extras para nueva oportunidad.
El PP ha hecho caso omiso –lo volverá a hacer en ejercicios venideros– a las sugerencias que podrían desembocar en una mejora social evidente. Al tiempo, entiendo que así piensen, los grupos de la oposición (de CC nada se sabe, ni se le escucha, ni se le espera y parecen resignados a que Manolo envejezca –ríete tú de los dos mandatos– para que retorne su electorado: arréglalo tú, Linares, que eres un experto) plantean que pueden ser capaces de dirigir un ayuntamiento sin tanto adhesivo (pósit, en moderno). Téngalo, pues, en cuenta, para la próxima campaña y cuantifiquen datos, muestren cuentas, en definitiva, que el pueblo se entere. Que lo mismo está abducido con tanta foto y necesita una sacudida.
Bueno, hasta más ver.

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