Nos congregamos algo más de sesenta. Y para una promoción
que acabó su tránsito por la vieja Escuela Normal hace más de cincuenta años,
no está nada mal. Cuenten ustedes las clásicas jaquecas provocadas por el
cambio climático –que no por la edad, malpensado– y la cantidad podría
incrementarse de manera notable.
Algunos, desgraciadamente, se bajaron de la guagua terrenal
y ahora peregrinan por otras dimensiones. No estarán físicamente, pero
permanecen en el recuerdo. Marcaron huella indeleble y nos acompañarán siempre.
La amistad y la camaradería impregnaron profundamente, por lo que seguimos
firmes en nuestras convicciones y permanecemos con este contacto anual que nos
revitaliza para continuar acometiendo tareas. Las lógicas menguas físicas deben
ser suplidas con enormes dosis de imaginación y entrenamiento neuronal.
En un mundo avanzado tecnológicamente –eso dicen– en el que
priman autos, edificios, móviles (y otra amplia variedad) inteligentes, a destacar
el empeño de unos cuantos ilusos que entendemos que ese aparente progreso ha
ido en detrimento del desarrollo de la inteligencia natural. Da la impresión de
que se ha establecido una proporcionalidad inversa. Intentaré explicártelo:
Cuando se inauguró la sede del ayuntamiento de mi pueblo en
la Avenida de Canarias, se propagó a los cuatro vientos de que se trataba de un
edificio inteligente. Grillo debe saber más que yo de este particular. Pues qué
quieres que te diga: leche cacharro. Se han sucedido procesos electorales y la
impresión es que ese mérito no se ha trasladado a los inquilinos. Si antes regían
los destinos municipales, con muchos menos medios técnicos, un reducido número
de concejales y ahora se libera todo el grupo de gobierno con una cohorte de ‘asesores’
que raya el escándalo, ¿avanzamos o retrocedemos? En consecuencia, no me
preocupa tanto el avance de esa inteligencia artificial, cuanto la
retrogradación de la natural. Y ello entraña un peligro evidente, salvo que las
secuencias de El planeta de los simios solo hay sido una avanzadilla muy a
tener en cuenta.
Es que somos la mejor promoción que parió la Escuela Normal
de La Laguna, la de la calle Heraclio Sánchez. Si hay alguien que lo dude y
piense lo contrario, que lo demuestre científicamente.
Carri, a no perder las mañas. A poder que podamos, bregaremos. A los compañeros, mi reconocimiento y afecto. A mandar. Este cronista –el Rubio, qué ilusión, con esta mata de pelo– demanda comprensión por las inevitables omisiones. Prometo mejorar hasta alcanzar el ansiado P.A. Mientras, el consabido N.M. Gajes del oficio. Hasta más ver.
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