Ya no es lo que era la pegada de carteles en el arranque de
las campañas electorales. Ni comparancia.
Aunque tiene de positivo el que se hayan habilitado lugares para tal menester.
Aquellas disputas de antaño para conseguir la farola mejor situada ya pasaron a
la historia. Y las calles con sus paredes empapeladas, también. Nos basta el
móvil en la actualidad. No obstante, continúan produciéndose situaciones
curiosas. Como la que vislumbré la semana pasada en el pueblo más fiestero de
toda España. Que no solo vamos a vivir del recuerdo de Viera y Clavijo. Cuatro
huesos enterrados en Las Palmas. En fin, iba caminando tranquilamente cuando me
tropiezo con uno de los varios paneles habilitados en el que ya figuraban unos
cuantos carteles. De los que me hace tremenda gracia como algunas formaciones
esconden al cabeza de lista. Como si la gente fuese tonta y no supiera que se
trata de una única candidatura, es decir, una sola circunscripción nacional. O
aquellos que van en una coalición y pretenden hacernos creer que el aspirante
tal o cual será el elegido en el supuesto de que introduzcamos su papeleta en
la urna y ocultando que dicho voto, con toda probabilidad, suponga un acto
inútil, o, en todo caso, que el cargo de eurodiputado lo obtenga quien ocupe un
puesto más elevado. En los del Partido Popular no vislumbré a Dolors Monserrat
i Montserrat. El apellido repetido no engaña, creo. Pero junto al clásico Vota
PP, observé un curioso lema: Se acabó la fiesta. Quizás cuadraría en los
pueblos de Estamariu, Juncosa de Montmell o L´Albera. Pero no en el mío. Porque
decir en Los Realejos que se acabó la fiesta es como darles dos patadas en
ciertas partes a todos los componentes del grupo de gobierno municipal. ¿A
quién se le ocurrió la idea de echar por tierra las señas de identidad de las
que se presume las veinticuatro horas de los trescientos sesenta y cinco (uno
más en los bisiestos) del año? No se han lucido, no. Me imagino que algún
malintencionado seguidor del polémico Alvise Pérez quiso gastarle una broma a
las huestes azuladas. ¿O lo habré soñado? Cosas de la edad.
Qué necesidad tienes tú de estar complicándote la vida. Y yo
le pregunté que por qué fumaba. Estoy enganchado y no puedo dejarlo, me
contestó, es superior a mí. Como decía un viejo conocido: Y a la viceversa. Si
quieres te lo puedo decir más bonito:
Fuerte rebenque estoy hecho, / perdiendo el tiempo
escribiendo, / si debiera estar durmiendo / y no tomándolo a pecho. / Mas
aunque acabe maltrecho, / sarna con gusto no pica, / pues si al menos uno clica
/ para un cachito leer, / vale la pena volver / por si alguno lo amplifica.
¿Y si no? Tan amigos.
Ya estamos en junio. Se aproxima el solsticio de verano para
los del Trópico de Cáncer. Que para los del Capricornio será el de invierno.
Día (y noche) más largo, respectivamente. Aunque con esto del cambio climático
el mundo está medio revuelto. Ya nevó en agosto. Fue a principios del siglo
veinte. Por lo tanto, mis reservas en lanzarse a la aventura en las
predicciones meteorológicas. Los factores son múltiples y estas pequeñas
atlánticas, unas motas de polvo en la inmensidad del océano. Por lo que los
fenómenos son muy localizados. Ojalá sea generosa nuestra apreciada panza de
burro. Mis plantas lo agradecerán.
Un apunte último. Que es un ruego a quienes se arrogan
representatividades sin venir a cuento. Doña Cristina Valido, verbigracia,
suele utilizar la expresión “todos los canarios” o “el pueblo canario”. Mire,
usted, sea ante Zelenski o ante el Sursum Corda, lo que piense su señoría, su
formación política o todo el arco parlamentario no tiene que coincidir con mis
planteamientos. O con los de mi vecino. De Perogrullo. Así que, confianzas las
justas. Y haga el favor.
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