“El vuelco de un camión esparce 30 toneladas de jamones”. La
foto adjunta da fe del percance en una carretera madrileña. Pudo haber sido
ante Génova, 13, pero no. Es un contratiempo, aunque no una desgracia. Un hecho
lamentable, curioso y cochino a la vez. Porque mucho cerdo hay detrás. No se
dan a conocer los detalles de los efectos colaterales, como podría haber sido
la desaparición de los perniles antes de la llegada de los efectivos de
socorro. Desde luego si yo hubiese ido circulando detrás del camión, lo mismo
no me resisto a la tentación.
“Sucesos en Canarias. Frustrada una pelea de gallos en
Murcia”. Coño, si lo entrecomillo es que no me invento nada. Así mismo venía.
Presumo de conocer algo de la geografía de estas peñas atlánticas. Pero, por lo
visto, nos han vuelto a ubicar en el cuadrito mediterráneo de la época de Mariano
Medina, el hombre del tiempo. Que uno es de la época del blanco y negro y canal
único. En Canarias, al día siguiente.
“Posible colapso en el aeropuerto de El Hierro”. Y dentro de
poco será en el de La Gomera. Me imagino. Es que no se puede resistir un vuelo
cada cinco minutos. A dónde vamos a parar. Menos mal que aún los de La Graciosa
y Lobos se encuentran en límites soportables. Tendré que hablar con Alpidio y
Casimiro para que se pongan manos a la obra y demanden, urgentemente, la
ampliación de las instalaciones. Y si hay que hacer tres pistas más en cada uno,
que se aplique aquello de lo que vale un voto.
“Santa Cruz busca un árbol de cierto tamaño para sustituir
el ejemplar talado en el García Sanabria”. Ya saben todos aquellos que posean
en casa bosques con elementos que cumplan las características, contacten con el
concejal de la silla. Pero aténganse a los requisitos: de cierto tamaño. No
valen dudas ni interrogantes. Si la corpulencia del vegetal es incierta,
abstenerse. La medida, a ser posible, exacta y muy aproximada. Axiomático.
“Detectan un enjambre en Las Cañadas del Teide”. Con la
floración de los tajinastes, normal, pensé. Y la presencia de colmenas en los
altos supone, indudablemente, la existencia de las abejas. Pues no sé qué tiene
de extraordinario como para merecer un titular destacado. Me dio por leer la
letra pequeña y vine a enterarme de que se trataba de pequeños seísmos.
Aliviado me quedé. Y tembloroso.
“Audiencia Las Palmas juzgará falsa médica acusada de
inyectar silicona la próxima semana”. Te lo juro. Tal cual. Sin un signo de puntuación
que te permita hacer una composición de lugar, espacio y tiempo. Recapitulé y
me pregunté si la silicona ya se había inyectado o se trata de un juicio
preventivo. Por si acaso se atreviera a coger la jeringa la médica que no lo
es. Ay, mi cabeza.
“Nueve años de cárcel por asestar siete cuchilladas a su
mujer tras ingerir un potenciador sexual”. No descarto el que se trate de un potenciador,
pero sexual, lo que se dice erótico, me da que no. Porque si hubiese funcionado
como tal, lo mismo no habría tenido que recurrir al cuchillo, pues tendría un
arma más poderosa a su alcance. Vamos, deducciones de un ignorante redomado.
“La Audiencia de Murcia considera que llamar 57 veces al mes
a una ex y colarse en su casa no es acosarla”. Podrá ser, añado, falso compañerismo,
confianzudo, entremetido o fuerte laja. Pero para que se produzca acoso,
deduzco del proceder judicial, requiere una cien llamadas mensuales, duplicarle
la llave de la entrada y sitio preferente en el sofá (con el güisqui bien
frío), amén de acceso directo al dormitorio y baño principal. Hay sentencias que
permiten sacar conclusiones para todos los gustos. Tantos que uno se plantea
que para qué se necesita tal cantidad de leyes si cada magistrado las interpreta
según se haya levantado esa mañana, o según haya dormido la noche anterior. Y
algunos, a los hechos me remito, han debido hacerlo con el culo destapado.
Sean felices y lean. Siempre podrán sacarle la consabida chispa.
¿Para cuándo la moción de censura?
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