Del 31 de julio de 1987 –periódico El Día, bajo el lema
Desde La Corona y la firma de M. García– rescato uno de aquellos artículos que
vio la luz con el titular que vuelvo a utilizar para encabezar esta entrada del
blog. Lo hago porque el sendero aludido está de pena. Las sucesivas corporaciones,
todas de secano, con la inestimable falta de colaboración del Cabildo
tinerfeño, han pasado olímpicamente del tema. Como han transcurrido 37 años desde
aquel entonces, es probable que los cargos públicos (en la actualidad todos
liberados y cobrando buen sueldo) ni sepan dónde se encuentra y lo mismo tiran
pa´l monte, como las cabras. Era el siguiente, que transcribo en su totalidad:
“Hace aproximadamente un año que concluyó la realización de
la primera fase del sendero turístico de la costa realejera. Abarca esta obra
el tramo comprendido entre el Hotel Maritim y la urbanización Romántica II,
contemplando dos bajadas a la sosegada y tranquila playa de Los Roques. Esta
obra, realizada por el Ayuntamiento realejero, contó con la subvención de la
Dirección General de Medio Ambiente de la Consejería de Política Territorial.
Recorre este sendero el acantilado que conforma la playa
anteriormente citada y diariamente se observan, en uno y otro sentido, multitud
de turistas que, plácidamente, disfrutan del paisaje acariciados por la suave
brisa marina y acompañados por el rumor de las olas de esa mar brava que
combate ferozmente la multitud de callaos que invadieron estos contornos
cuando, tiempo ha, a unas mentes prodigiosas se les ocurrió la feliz idea de
construir tres grandes moles, como intentando, en una lucha sin igual, retornar
a sus orígenes, cuando la arena llegaba al ‘rozo’, como les gusta decir –así
nos lo han comentado– a la gente del barrio.
Hagamos un alto en el camino, un descanso en nuestro paseo,
para recordar a nuestro Ayuntamiento que es necesario un mínimo mantenimiento
para la conservación del sendero. Escalones que se estropean, palos (maderas)
de las barandas de protección que están caídos, tarajales que necesitan ser
podados –que no cortados ni arrancados– para facilitar el paso de la gente,
conveniencia de colocar papeleras –hechas con madera para no atentar contra el
paisaje–, ídem de dos o tres bancos del mismo material..., son algunas de las
cosas detectadas como fallos existentes, luego de haber funcionado durante un
año.
El recorrido de este sendero turístico por el acantilado
costero, aparte de suponer un ameno trayecto por tan bellos parajes, puede
igualmente servir de lección, sobre todo de botánica, para estudiantes de
segunda etapa de EGB o BUP.
La franja costera canaria y, de forma especial, las costas
del norte se hallan fuertemente influenciadas por la brisa marina y, por lo
tanto, en el ambiente es el componente salino el que constituirá el factor que
limite el establecimiento de la vegetación. Por esta razón, existe una acentuada
halofilia en los elementos florísticos distribuidos por la zona.
El acantilado que nos ocupa es de naturaleza basáltica. Al
inicio del sendero desemboca en la playa de callaos y, frente a ella, los dos
roques (Roque Grande y Roque Chico) que ofrecen un gran atractivo paisajístico.
Debido a su antigüedad geológica han sido colonizados por numerosas especies.
Así, el Roque Grande luce con esplendor una respetable población de cardones,
tabaibas y bejeques.
En las pequeñas plataformas costeras, transición entre el
acantilado y el mar, existe gran cantidad de algas.
Dado que los acantilados poseen suelo suficiente, se establece
en ellos una comunidad de matorrales entre los que encontramos siemprevivas,
perejil de mar, margaritas, corazoncillos, vinagreras, tajinastes, ratoneras,
esparragueras... Pero, sobre todo, se destacan las formaciones de tarajales, en
particular en una de las bajadas a la playa.
Los cañaverales abundan igualmente, con clara tendencia a
ocupar los pocos terrenos que estaban destinados al cultivo y que ahora se
encuentran abandonados.
Tenemos conocimiento de que un grupo de profesores del Colegio
Público Mencey Bentor, de La Cruz Santa, ha realizado un gran trabajo acerca de
esta ruta, habiendo elaborado, a pie de terreno y en múltiples visitas, el
cuaderno del alumno y la guía del profesor, de lo que constituye una ejemplar
lección de Naturaleza, complementado todo ello con un vídeo y otro material,
con lo que han logrado sacar la escuela de las clásicas cuatro paredes,
inculcando en los jóvenes una actitud de respeto y consideración hacia cuanto
nos rodea.
Vaya nuestra felicitación a todos los que han hecho posible
esa maravillosa realidad y les animamos a que sigan en ese camino que se han
trazado.
Creemos que la Consejería de Educación tendría que mojarse en
estas experiencias, potenciándolas y dando toda clase de facilidades a estos
colectivos de profesores, porque, a buen seguro, que de su resultado se verán
beneficiados cantidad de alumnos. Estaremos así dando un nuevo enfoque y una nueva
visión de los métodos educativos, tan faltos, la mayoría de las veces, de
alicientes para el alumnado.
Para terminar, humildemente, desde estas líneas, nos
permitimos alzar la voz ante los organismos pertinentes –Ayuntamiento, Cabildo,
Consejería de Política Territorial– para que, de una vez por todas, de una manera
real y efectiva, se lancen a una decidida política de conservación de los pocos
y bellos parajes que aún nos restan. Pero que no quede todo en el frío papel,
mientras cerramos los ojos ante los desaprensivos de turno. Planifiquemos entre
todos el presente para legar a nuestros hijos un prometedor futuro. Son demasiado
bonitas estas laderas como para permitir nuevos atentados.
Se trata, en definitiva, de ser racionales y consecuentes”.
El sendero se amplió posteriormente. Pero los cuidados y
mantenimiento siguen brillando por sus ausencias. Las instituciones se han
empeñado en acaparar. Quieren ser propietarias de muchos bienes. Pero olvidan
lo fundamental. Porque si compras un coche y no lo alimentas, malo. Está meridianamente
claro que el patrimonio no es el fuerte de mi ayuntamiento. Se limitan a vivir
de las rentas heredadas (el deporte, del que tanto presumen, es el más claro
ejemplo) y vegetan plácidamente. Por lo tanto, como decíamos ayer, ni
racionales ni consecuentes.
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