jueves, 11 de julio de 2024

Contribuyamos

Me acaban de cargar en la cuenta el importe del recibo de la contribución urbana (IBI) correspondiente al año en curso. Supone un incremento de 35 euros con respecto al del ejercicio anterior. Y uno, solidario como el que más, se alegra enormemente de que todo el grupo de gobierno de mi ayuntamiento, junto a la pléyade de etiquetas adheridas, pueda seguir cobrando religiosamente cada fin de mes. Y veo lógico el aumento habido toda vez que la vida se encarece y quiero imaginarme cuánto debe costarle a los ediles poder llegar aunque sea al día veinte.

Además, el enorme sacrificio de estar todo el día pendiente del móvil para si los ciudadanos publican en las redes sociales cualquier desperfecto en las infraestructuras municipales y obrar en consecuencia, amén de pinchar un me gusta o un me encanta en lo que el jefe haya distribuido por los canales oficiales o particulares, es tarea de muy difícil digestión, pues supone una dedicación exclusiva (treinta y tres horas diarias), lo que se traduce en un estrés (tensión provocada por situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos a veces graves) de imprevisibles consecuencias.

Uno no debe, ni puede, desearle mal a nadie. Por ello se fue al diccionario para llevar a cabo la pertinente consulta. Con el siguiente resultado:

Contribución: Acción y efecto de contribuir. Cuota o cantidad que se paga para algún fin, y principalmente la que se impone para las cargas del Estado.

Contribución urbana: Aquella que se impone a la propiedad inmueble en centros de población.

Contribuir: Dicho de una persona: Dar o pagar la cuota que le cabe por un impuesto o repartimiento.

Es conveniente aclarar que el IBI (Impuesto de Bienes Inmuebles) es un impuesto directo de titularidad municipal, de carácter periódico, real y obligatorio en todos los ayuntamientos, que grava el valor de los bienes inmuebles.

Sí, municipal. Ni Hacienda, ni la Agencia Tributaria, ni Pedro Sánchez, ni Puigdemont. Cada consistorio aplica un tipo de gravamen –en los inmuebles urbanos entre el 0,4% y el 1,10%– a la denominada base liquidable que viene determinada por al valor catastral: como regla general, no puede superar el valor de mercado, entendiendo por este el precio más probable por el cual podría venderse, entre partes independientes, un inmueble libre de cargas.

Estarás pensando, como yo, que ese margen establecido para el tipo de gravamen permite a cada ayuntamiento “jugar” a lo largo del mandato de cuatro años. No da lo mismo el 0,5% que el 1%, por ejemplo. Por lo que es, normalmente, al principio cuando se aplican las subidas, para que cuando lleguen las próximas elecciones y debamos ir a depositar nuestro voto el cabreo ya se haya pasado.

Pero un servidor no se encuentra disgustado. Al contrario, me agrada el poder echar una mano. Cuando transito por El Toscal y compruebo cómo el coche se pone a saltar de contento, entiendo perfectamente que aquel flamante pavimentado se ha debido merced a nuestra solidaridad. Cuando me hallo metido en un atasco en Los Barros y me entretengo mirando las farolas tipo Mazinger Z, siempre me pregunto sobre la razón de nuestros apuros. Cuando…

Y como sé que tú puedes poner mil ejemplos más, coincidirás conmigo en que la retribución de quienes rigen nuestros destinos, en aras de una sociedad donde el bienestar ciudadano sea el leitmotiv de su actuación pública, bien merece que todos nos inmolemos un fisquito. Si por un casual observaras que, según tu criterio, hace falta algo más en el pueblo, no te preocupes lo más mínimo porque este dinerito extra, tras deducir sueldos, dietas, brindis, metopas y medallas, cursos de perfeccionamiento, másteres…, engrosará la lista de superávits para que en el bienio 2026-2027 compremos millones de kilos de piche. En ese entonces, con una sonrisa de oreja a oreja, exclamaremos con enorme satisfacción: nunca es tarde si la dicha es buena, valió la pena esperar, por qué esas prisas que suelen ser malas consejeras. Y tal.

Cavila en positivo. Es por nuestro bien. Idéntica postura ante otros recibos (teléfono, luz, agua, basura, saneamiento, Santa Lucía, seguros del coche y la casa…). Que no, no es para fastidiarte. No seas mal pensado.

Ya está. Pero contribuyamos.

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