Tendré que darme de alta en toda la amplia estructura de las
RR.SS. Eso, todas. Horizontales y verticales. Porque no puedo, ni debo,
quedarme atrás. No hay derecho a que un servidor no se equipare, verbigracia, a
cualquier eminencia que me indica con total rotundidad que Vox a cavado su tumba. Sí, uno de los tantos que tras la ruptura de
los pactos autonómicos respiran aliviados porque “se han quitado un peso de
encima”. Eso mismo, semos gallegos,
porque todo se pega como el raboburro (o rabodiasno,
que decíamos en la platanera).
¿Fue Cantinflas el que decía lo de la falta de ignorancia?
Pues lo mismo es eso. Chacho, que no solo meten la pata cada vez que se alongan
un fisco al dichoso ‘caralibro’, sino que arriba presumen de sabiduría a la
enésima. Y hagan el favor de no seguir poniendo de modelo a doña Isabel, que
Alberto acabará por mosquearse. Ya está bien. Tengan en cuenta lo de las
odiosas comparaciones.
Mi padre siempre decía que al que nace barrigón, ni aunque
lo fajen chiquito. Y mi madre, cuando veía a un currito meterse en berenjenales,
sentenciaba que como llegara al ayuntamiento había que hacer la puerta más
grande. Los viejos se me fueron, desgraciadamente. Pero si hubiesen llegado a
esta época en la que ser propietario de un móvil te convierte en catedrático de
cualquier disciplina, es bastante probable que su sentido común e inteligencia
natural… (si tienes más de sesenta años –edad prudencial– te considero apto
para poner en los puntos suspensivos lo, lo, lo, lo que te salga del hemisferio
izquierdo y del sistema límbico).
No me atrevo ni a sugerir lo de las clases particulares.
Quita, aparta de mí esos malos pensamientos. Resulta que no está nada bien que
comentemos los asuntos de un particular. Léase, novio de Ayuso. Lo de Nacho y
Malinche es posterior. Pero sí es lícito machacar a una tal Begoña Gómez. Que
parece ser la mujer de otro tal Pedro Sánchez. Cuyo pecado principal es haber
mandado a un registrador de la propiedad a su despacho de Santa Pola. Que es
doctor en Economía y Empresa, pero logrado con la defensa de una tesis falsa,
al decir de la novia del novio. Palabra de la católica (Isabel). Y de los que
reproducen sus boutades. Incluidos
realejeros que no se miran al espejo siquiera para no caer en contradicciones de
bulto como la que se dirá.
La ley del embudo en estado puro. Dónde va una mujer sin
titulación. Y yo indagando cuál es la del actual consejero de Educación del
Gobierno de Canarias. Pesquisas que me llevaron a un graduado escolar en un
CEIP (de Moya). Manda testículos. Se lo debieron dar cuando acabó sexto de primaria
por sus altas capacidades. Manda glándulas genitales.
Pues sí, la esposa del presidente nacional solo posee
estudios de Mercadotecnia cursados en una Escuela Superior de Marketing y
Negocios. En Madrid. Por ello, esos títulos de Dirección de Empresas y Administración
de Negocios de Begoña Gómez no sirven para nada. Papel mojado. O tissue (el de limpiarse el culo, para
entendernos). Los que poseen validez son los de don Manuel Domínguez, que los
pidió directamente a la Universidad de Wyoming y se los remitieron contra-reembolso.
Así él es licenciado en Dirección y Administración de empresas en la
especialidad de Marketing, pero en una Escuela Superior de Management. Por
supuesto que el título que certifica los estudios del señor vicepresidente
lleva adheridos sellos y pólizas que avalan y constatan una credencial (que me
gustaría ver) de superior categoría en toda
regla. Papel del bueno. Mínimo cuché o estucado, cuando no satinado.
Así es, satinado (satinar: rabiar) me pongo cuando observo,
leo y constato. Y como conozco a convecinos, cobijados, como yo, a la sombra
del Macizo de Tigaiga, que se lanzan al ejercicio del y tú más sin adoptar las
debidas precauciones y colocarse un buen casco, me da un noséqué cruzarme con eminencias tales.
El colmo es leer cómo se justifica desde sectores populares el
odio de Vox hacia los que con desprecio y mala bilis llaman menas, recurriendo
nada más y nada menos que a la ley del aborto. Alegando que están en contra con
unas interpretaciones surrealistas. Tanto como presumir de familiares,
cercanos, hogareños y católicos practicantes. Hipocresía a la enésima. ¿Cómo se
atreven a mentar –que se les llena la boca de bichos– las leyes del matrimonio
igualitario, divorcio o esta misma del aborto, señores del PP? Cállense, que
están más guapos. Falsos, cínicos y, al tiempo, aprovechados. ¿O no? ¿Pongo
ejemplos no muy lejanos?
Y cuando hablen de titulaciones, no repitan las consignas isabelinas
como cacatúas que no saben lo que dicen y cerciórense primero de las más
cercanas. Incluyan a los que asesoran. Como las secretarias particulares o de gabinete.
¿De qué? Menos mal que nos quedan los dominios de lenguas extranjeras. Ya tuvimos
la oportunidad de ver a un Rajoy arrinconado, una Botella tomándose un café con
leche y un Aznar con las patas sobre la mesa. Nos falta Feijóo. Lo malo es que
no le queda tiempo para practicar porque se le va en esquivar dardos
envenenados.
Ante tanto nivel, me rindo. Me iré para La Gomera y me
cobijaré en cualquier rincón de El Cedro. Al menos sé por dónde respira
Casimiro. Qué remedio. Nadie es profeta en su tierra. Salvo que seas muy popular
merced a los plácemes de los correveidiles.
Hoy me operan del ojo derecho. Vaya casualidad. Me extendí
algo en este por si descanso el viernes. De ser ello así, no se preocupen.
Lumbreras en las redes sociales que suplan a este mago de La Gorvorana, a
porrillo. Cuyo primer título lo adquirió bajando aceite para los motores de
Gordejuela. De escalones me van a hablar a mí. Luego ascendió y cada verano,
como premio por haber aprobado el curso en el Colegio San Agustín, a trabajar
en la platanera. La de mi padre, claro. Herencia de mi abuelo Antonio, el
primer Marqués de La Florida (la del puchero). Mecachis en la mar.
¡Ay!, licenciados y doctores. Mentores en su mayoría.
DESEO, UNA VEZ MÁS, QUE SALGA BIEN ESA CIRUGÍA OCULAR Y UNA PRONTA RECUPERACIÓN.
ResponderEliminarMUCHA SUERTE.
Deseo que la cirugía salga perfecta y que tengas una pronta recuperación.
ResponderEliminarGracias, Santiago. Empezamos a hacer pinitos delante del ordenador. Algo turbio aún por la dilatación de la pupila, pero con pantalla grande vamos escapando.
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