lunes, 5 de agosto de 2024

Coherencia

Anda revuelto el patio. Mucho. Casi atrabancado. Hemos entongado tantos trastos viejos que el tránsito se antoja muy complicado. Y a la hora de las justificaciones, a todos les asiste la razón. Claro que algunos, por mucho que se empeñen, no convencen demasiado. Pero nadie soy para poner mordazas. Ni recurro a la amenaza de nuevas cárceles –con todas las medidas de seguridad– para disidentes.

No pienso en Maduro, aunque pudiera parecerlo. Ni tampoco en su Puerto La Cruz. Ni siquiera en La Borracha, El Borracho y Los Borrachitos. Me quedo bien cerca. En la conocida como ciudad de las mociones de censura. Con la que lindamos desde La Montaña hasta El Maritim. Con la que compartimos el barrio de La Higuerita. Porque, vaya dilema, o abundan los borrachos (aunque no lo sean por ingestas alcohólicas), o los baños en el muelle, después del ritual caprino, no están sentando nada bien en las proximidades de El Penitente. Puede que más de una garrapata haya causado estragos en ciertos tejidos neuronales.

Desde el jueves de la pasada semana estamos de un entretenido subido. Aquellos que criticaban al alcalde por fiestas, fiestas y más fiestas, han montado otra alternativa. Sin El Viejito, pero sí con las viejas mañas de siempre. Cucaña incluida. Porque aparte del palo largo untado con grasa, existe otra acepción que la identifica como un medio de alcanzar algo de manera rápida y cómoda. Remedio eficaz para combatir ataques de celos. Que viene a ser la causa fundamental en toda moción de censura. Las desconfianzas se resumen –por mucho que luego se edulcoren– en las envidias que se suscitan en torno de los ordeños institucionales.

Así que de aquí en adelante –porque el sarao persistirá– harían bien en no ponerse etiquetas ideológicas sino recurrir al aurea mediocritas, expresión latina que alude a la pretensión de lograr el deseado punto medio. Porque si ayer distabas años luz del parecer socialista (no me invento nada ahora por pura conveniencia; las palabras no se las ha llevado el viento) y hoy pretendes ir de la mano del que tildabas de retrógrado, carca y rancio, me da que falla algo tan elemental como la coherencia. Puede que se trate de una consecuencia de una derivación de esa mediocritas latina que nos conduce a la mediocridad actual.

Lo que antes (unas décadas atrás) era normal –dejar el ayuntamiento y volver a tu trabajo; cuántos maestros, verbigracia, lo hicimos sin trauma alguno– constituye en la actualidad un ejercicio casi imposible. A muchos mamíferos de la teta institucional, cobijados al socaire del pezón desde bien temprana edad, no se les conoce más quehacer que el de la succión acomodaticia. Y ahora es más fácil ampararse bajo las siglas de partidos o formaciones políticas –y si no la encuentran, crean otra; el modelo de estatutos vale para un roto y un descosido– que romperse la cabeza estudiando o preparándose para un curro con horario controlado. ¡Uf!, ante una papa suave quítese la caliente.

Llega el pacto de la emergencia. Como Marco ha hundido al Puerto en profundo pozo, convertiremos la ciudad en la sucursal –la idea es de un buen amigo– de Orotava (CC) y Realejo (PP). Como una franquicia o una licencia, para entendernos. El otrora motor del Norte irá a remolque. Ya le enviamos al mecánico Ledesma tiempo atrás y no faltará mucho para que los desembarcos (a la inversa: de cumbre a costa) sean una constante. Con el añadido de que en todo circo que se precie, la figura del payaso es fundamental.

“El PSOE no ha desarrollado ni una política de izquierdas”, David dixit. Y sin tomar un buche de aire continúa: “Vamos a hacer políticas de continuidad”. Ay, angelito, aclárate un fisco, porque estás confuso, espeso, vago, ambiguo, indeterminado… Te vas porque los socialistas han sido demasiado light y ¿qué significa, entonces, eso de la continuidad? ¿No será la clásica pataleta de niño malcriado al que los Reyes no le trajeron el juguete de su gusto? ¿Dónde está esa coherencia ‘podemita’ con la que llegaron a regenerar esta sociedad degradada y corrupta? Me imagino que todos esos pensamientos, que aclararán mis más que razonables dudas, queden plasmados en ese documento de “veinte y pico páginas”. Esperando que ese pico sea como el de un tucán y no como el de un millero. Con todo cariño y profundo respeto, te digo, David, que me das pena; tu dignidad por un plato de lentejas, has quedado a la altura del betún; algún padre (comunista) de uno de tu candidatura deberá estar ‘haciendo cruces’ en el más allá. Aprovecha el acomodo estos próximos tres años y sujétate como una lapa, pues tu andadura política ha quedado sepultada frente al Centro Insular de Actividades Acuáticas.

Como hoy voy de generoso, unos últimos consejos. A los populares portuenses, de un lado, y a las agrupaciones socialistas, del otro.

Recátense los primeros a la hora de poner en solfa al alcalde censurado (en el Puerto se ha convertido en hábito) por su indisimulada afición festiva, ya que, pasada la depuradora comarcal de Punta Brava, y alcanzada la altura de la margen izquierda (sentido descendente) del Burgado, existe un pueblo, también gobernado por huestes azuladas, que presume de ser el más bullanguero de toda España. Y lo llevan a gala. Por lo que si en el espacio de un metro cambian ustedes de opinión, negro porvenir. Tanto como el de Playa Jardín y el emisario submarino.

Y guárdense muy mucho ciertas opiniones los otros, porque si aquí los tiros se dirigen a este pacto de la Asamblea Ciudadana Portuense (ACP) con la derecha pura y dura, ¿con quiénes han llegado ustedes a un acuerdo en La Laguna? Y digo más: imagínense que la situación se revierta y las altas esferas convenzan al amigo Alonso para que se alíe con el PSOE y dejar a David con el culo al aire, ¿dejaría de estigmatizarse a CC para convertirse en amiguitos del alma?

En resumen: coherencia.

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