No pienso en Maduro, aunque pudiera parecerlo. Ni tampoco en
su Puerto La Cruz. Ni siquiera en La Borracha, El Borracho y Los Borrachitos.
Me quedo bien cerca. En la conocida como ciudad de las mociones de censura. Con
la que lindamos desde La Montaña hasta El Maritim. Con la que compartimos el
barrio de La Higuerita. Porque, vaya dilema, o abundan los borrachos (aunque no
lo sean por ingestas alcohólicas), o los baños en el muelle, después del ritual
caprino, no están sentando nada bien en las proximidades de El Penitente. Puede
que más de una garrapata haya causado estragos en ciertos tejidos neuronales.
Desde el jueves de la pasada semana estamos de un
entretenido subido. Aquellos que criticaban al alcalde por fiestas, fiestas y
más fiestas, han montado otra alternativa. Sin El Viejito, pero sí con las
viejas mañas de siempre. Cucaña incluida. Porque aparte del palo largo untado
con grasa, existe otra acepción que la identifica como un medio de alcanzar
algo de manera rápida y cómoda. Remedio eficaz para combatir ataques de celos.
Que viene a ser la causa fundamental en toda moción de censura. Las
desconfianzas se resumen –por mucho que luego se edulcoren– en las envidias que
se suscitan en torno de los ordeños institucionales.
Así que de aquí en adelante –porque el sarao persistirá–
harían bien en no ponerse etiquetas ideológicas sino recurrir al aurea mediocritas, expresión latina que
alude a la pretensión de lograr el deseado punto medio. Porque si ayer distabas
años luz del parecer socialista (no me invento nada ahora por pura conveniencia;
las palabras no se las ha llevado el viento) y hoy pretendes ir de la mano del
que tildabas de retrógrado, carca y rancio, me da que falla algo tan elemental
como la coherencia. Puede que se trate de una consecuencia de una derivación de
esa mediocritas latina que nos
conduce a la mediocridad actual.
Lo que antes (unas décadas atrás) era normal –dejar el
ayuntamiento y volver a tu trabajo; cuántos maestros, verbigracia, lo hicimos
sin trauma alguno– constituye en la actualidad un ejercicio casi imposible. A
muchos mamíferos de la teta institucional, cobijados al socaire del pezón desde
bien temprana edad, no se les conoce más quehacer que el de la succión
acomodaticia. Y ahora es más fácil ampararse bajo las siglas de partidos o
formaciones políticas –y si no la encuentran, crean otra; el modelo de
estatutos vale para un roto y un descosido– que romperse la cabeza estudiando o
preparándose para un curro con horario controlado. ¡Uf!, ante una papa suave
quítese la caliente.
Llega el pacto de la emergencia. Como Marco ha hundido al
Puerto en profundo pozo, convertiremos la ciudad en la sucursal –la idea es de
un buen amigo– de Orotava (CC) y Realejo (PP). Como una franquicia o una
licencia, para entendernos. El otrora motor del Norte irá a remolque. Ya le
enviamos al mecánico Ledesma tiempo atrás y no faltará mucho para que los
desembarcos (a la inversa: de cumbre a costa) sean una constante. Con el
añadido de que en todo circo que se precie, la figura del payaso es fundamental.
Como hoy voy de generoso, unos últimos consejos. A los populares
portuenses, de un lado, y a las agrupaciones socialistas, del otro.
Recátense los primeros a la hora de poner en solfa al
alcalde censurado (en el Puerto se ha convertido en hábito) por su indisimulada
afición festiva, ya que, pasada la depuradora comarcal de Punta Brava, y alcanzada
la altura de la margen izquierda (sentido descendente) del Burgado, existe un
pueblo, también gobernado por huestes azuladas, que presume de ser el más
bullanguero de toda España. Y lo llevan a gala. Por lo que si en el espacio de
un metro cambian ustedes de opinión, negro porvenir. Tanto como el de Playa
Jardín y el emisario submarino.
Y guárdense muy mucho ciertas opiniones los otros, porque si
aquí los tiros se dirigen a este pacto de la Asamblea Ciudadana Portuense (ACP)
con la derecha pura y dura, ¿con quiénes han llegado ustedes a un acuerdo en La
Laguna? Y digo más: imagínense que la situación se revierta y las altas esferas
convenzan al amigo Alonso para que se alíe con el PSOE y dejar a David con el
culo al aire, ¿dejaría de estigmatizarse a CC para convertirse en amiguitos del
alma?
En resumen: coherencia.
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