Ya que aludí al bello rincón de Vallehermoso (Chipude), con
la mejor y mayor fiesta de aquella isla (Virgen de Candelaria) –si no lo
escribo, y ensalzo la “capital y punto de encuentro el 15 de agosto”, Sonia se
enfada conmigo– recordarles el paso por aquella parroquia de un cura realejero
que casi sale a palos de la misma por querer implantar modos y maneras que
chocaron frontalmente con las costumbres heredadas desde tiempos inmemoriales.
Si el obispo no se lo trae para Tenerife, lo mismo hubiera perdido la sotana en
cualquier desavenencia. Eso de cerrar la iglesia y llevarse las llaves para su
casa –sin dejarlas en el lugar habitual para si acudía un gomero residente en
otra isla a cumplir una promesa– fue plato de muy difícil digestión.
¿Tú crees que fue Curbelo el que sentó sus ilustres
posaderas durante varios días, recurrió a los archivos y escritos, investigó en
bibliotecas, consultó en hemerotecas, buscó asesoramiento en los eruditos, se
documentó en el noble quehacer de historiadores y, en suma, se preocupó para
pergeñar ese bien hilvanado discurso que le pudimos escuchar en la basílica?
¿Sí, de verdad? Iluso.
Y así hasta el infinito. Hay negros detrás trabajando a
destajo. Qué ingratos los laureles en cabezas ajenas. Pero la vida es así de
cruel. Mientras suenan los aplausos tras la lectura de rigor, alguien –probablemente
a muchos kilómetros de distancia– se sentirá estropajo. Como los de las
pateras. Sin embargo, los allí congregados, selectos miembros de la
congregación (política), elevarán elogiosos cumplidos al buen hacer del pregonero. Echa una visual a las galerías
de fotos y vídeos de cualquier medio de comunicación que haya cubierto el
evento y dime en qué punto del planteamiento me equivoqué.
Prima el acaparar. Las ideologías quedan al margen. Importa
monopolizar, concentrar todo el poder posible. El pulpo posee ocho rejos. El
político, infinitos. Y los introduce en todos los rincones. Es omnímodo,
integral, todopoderoso. Vale, sabe, figura, sobreactúa. Con desfachatez, desvergüenza,
descaro, frescura, insolencia, atrevimiento… No se arredra ante nada. El
quedarse colorado no es, ni por asomo, su debilidad.
Los ayuntamientos se han percatado de que tienen un filón en
las fiestas. No habrá presupuesto para centenares de actuaciones que,
aparentemente, requieren una rápida intervención. En infraestructuras o en
servicios. Que se relegarán, con suerte, para el siguiente ejercicio económico.
Pero los asuntos feriados son otro cantar bien diferente. Y ahí habrá que volcarse,
poner toda la carne en el asador. Amplias programaciones a la caza y captura
del rédito político.
En La Gomera, verbigracia, las empresas que contratan y
organizan espectáculos han encontrado una veta magnífica. Si el ayuntamiento de
La Villa programa una obra de teatro –es un símil–, enterado el Cabildo no
tarda en descolgar el teléfono para taparla con la actuación de Taylor Swift,
si preciso fuere. Que sería recibida con todos los honores, como muy bien
podrás imaginar, por el administrador casi único de los recursos públicos
canarios. Y nosotros, los que contribuimos para que la hucha (el cochinito de
Manolo, quien también tiene negros detrás, cuánta incongruencia) siempre tenga
un sedimento en el fondo, premiaremos estos despilfarros acudiendo prestos,
raudos y veloces a los pistoletazos de salida, que bien pudieran darse en la
lectura de los pregones que ilustres seseras perfectamente amuebladas –léase,
entre líneas, cargos públicos– leen con tal soltura que diríase que los
escribieron ellos mismos mismamente.
En fin, espabílate, Darío, que hasta los de ayer en
prácticas ya te adelantan por la derecha a la hora de las sustituciones y
alcaldías accidentales. Habla con asesores y gabinetes, prepara un pregón y en
las fiestas de La Cruz Santa –dónde si no– da el do de pecho. Hubo un tiempo en
que se llevaba lo del tractor amarillo, pero en la actualidad como la proclama
de un pregonero… Es consejo gratuito, porque te noto apagado y te vas a quedar
en la marginalidad. Si no es que lo estás ya. Pero no pierdas la esperanza. Te queda
el recurso de Casimiro, aunque te pueda parecer raro. Pregúntale a Miguel Ángel,
otro realejero, y te lo aclara. Yo no puedo leer sino hasta aquí. Un, dos, tres…
Una aclaración final. En el periódico El Día leí este titular: Los guanches vuelven a la Basílica con La Morenita, ilustrado con una foto de
Casimiro Curbelo. Que lleva años en la poltrona, vale. Pero no será para tanto.
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