A eso de las 8:30 horas, cuando aún estaba en el periodo de
calentamiento, pasé por delante de la biblioteca, y contemplé cómo
impermeabilizaban la Plaza de la Unión, porque a los que hacen turismo en sus
bajos les estaba entrando moho. Ahora se los han llevado para la Avenida de los
Remedios, donde se lo deben pasar mucho mejor porque a las 10:30, cuando venía
de vuelta, aquellas dependencias seguían cerradas a cal y canto; estarían de vacaciones,
supongo. Eso, haciendo turismo. O dándole cuerda al reloj de los fuegos.
De la Plaza Viera y Clavijo (¿o es de Santiago Apóstol?; como
todo cambia) salía agua por todas partes. Unos operarios, manguera en ristre, ponían
en práctica la potencia de la cuba municipal. Ahí tienen dos ilustraciones de
la Avenida Tres de Mayo, a la altura de la Casa de la Cultura. Una preciosidad.
Emulando aquella copla lagunera que decía algo así: la calle de la Carrera ya
no es calle que es un río.
Cuando sacamos bandos y anuncios acerca de la importancia de
ser comedidos en el uso del líquido elemento, viene a resultar que nuestro
ayuntamiento no predica con el ejemplo. Ahora me contestarán que la trajeron del
Socorro, del chorro que lleva unos dos mil años arrojándola impunemente a la
marea. Es más, se aconseja a toda el que
la quiera que vaya con una cuba y coja toda la que pueda. Es gratis. ¿Propiedad
municipal o generosidad privada?
Si el agua de la playa es apta para el regadío –es más, ya
sale abonada– arbítrense las medidas oportunas para canalizarla hasta ¿la balsa
de la Cruz Santa?, ¿la charca de Yeoward? o yo qué demonios sé. No soy técnico,
pero imbécil tampoco. Y medios para aprovechar ese caudal, me imagino que a
cientos. Y el dinero no supondrá mayor problema. ¿No presume el consistorio de
superávits anuales de importancia? O, si no, no le den tanto a Casimiro y aprovechen
lo que la naturaleza pone a nuestro alcance. Porque agua es agua. Sea potable o
no. Y las lluvias brillan por su ausencia. Me extraña sobremanera que hasta
quienes se etiquetan de ecologistas permanezcan en silencio. Insisto –lo dijo
el concejal y no yo– es GRATIS.
Somos unos prodigios… para lo que nos interesa. ¿Para qué tanto inflar la maquinaria de cargos inútiles si a nadie se le ocurre pensar un fisco? Te pones a observar los organigramas de las instituciones públicas y no te queda más remedio que exclamar: ¡fuerte mamadera! Es increíble la cantidad de técnicos y asesores. ¿Técnicos y asesores de qué? Si suelen ser los que formaban partes de las candidaturas en los diferentes ayuntamientos y no salieron elegidos. Si el electorado –la población más cercana y que mejor los conoce– no los quiso, ¿cómo es posible que te premien con un enchufe excelentemente remunerado? Aquí sí que hace falta un buen baldeo para limpiar tanta mugre. Hasta yo estoy dispuesto a contribuir con el precio de un metro cúbico. Como cuando asfaltamos el polideportivo de La Longuera (Urbanización El Marqués), desde la Asociación de Madres y Padres, colaborando con el importe por metros cuadrados. Luego la idea se la copió el Padre Antonio para vendernos el cielo. Voy a tener que escribir mis memorias. Que viva el estado del bienestar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario