miércoles, 4 de septiembre de 2024

Líneas rojas

“Coalición Canaria podrá pactar con todos, salvo Vox y Podemos”. Lo manifestó Fernando Clavijo cuando se percató de que Ángel Víctor tendría muy difícil conformar una mayoría para gobernar en Canarias tras las elecciones de 2023. Y como ya se había puesto de acuerdo con quien fuera alcalde de mi pueblo (a tiempo muy parcial), convencer al veleta, pero socialista, de Casimiro, a cambio de inyectar millones a tutiplén en La Gomera, era algo más que factible.

Palabras que se llevó el viento enardecido conejero allá por Acatife. Olivia, quien claramente había perdido el envite electoral, no tuvo inconveniente alguno en subir al carro gubernamental municipal teguiseño al único concejal de Vox y… pelillos a la mar. Una vez escuché en San Bartolomé cómo un nativo aludía a la “cámbara de aire” que bajaba desde los riscos de Famara. Debió ser el mismo que desde Los Valles descendió hasta Costa Teguise y al pasar por La Villa desdibujó las líneas rojas trazadas. O las vendieron en el mercadillo dominguero. Con tanta gente, quién se iba a enterar.

Cuando en Teobaldo Power todos los grupos parlamentarios se pusieron de acuerdo para llevar a cabo una política emigratoria común, con la excepción de la ultraderecha, Clavijo insistió en que Vox “hace una política mezquina y miserable”. Incluso el Partido Popular, con Domínguez a la cabeza, estuvo conforme en un reparto equitativo por todo el territorio nacional. Aunque después se puso de manifiesto el peso de quien, supuestamente, es el máximo dirigente orgánico en las islas, es decir, un cero a la izquierda, cuando desde Madrid se dictaron las instrucciones de negar la mayor a toda idea o propuesta que se pariera desde las filas socialistas.

Llegó la moción de censura en Puerto de la Cruz. En la que, vuelvo a reiterarlo, tanto CC como ACP se dieron sendos tiros en el dedo gordo del pie derecho y se abocaron a un futuro no solo incierto sino más negro que los sobacos de un grillo. Pero a Fernando y a Linares parece importárseles un pimiento la situación orgánica en dos de los municipios del Valle. Entienden que con los votos del resto de la isla tienen más que suficiente para las componendas (léase pactos) de rigor y siempre podrán contar con el auxilio popular (magnífico estacón de la platanera) para mantenerse aupados en Cabildo y Gobierno de Canarias. Máxime cuando Casimiro, insisto, bailará al aire que más le convenga. Y si hay que pedir treinta millones para un kilómetro de carretera, basta con abrir la boca. Nunca fueron tan rentables unos escasos millares de votos.

Diario de Avisos publicó el pasado 24 de agosto una información en la que daba a conocer que ya existía un acuerdo en Granadilla entre CC (10 concejales) y Vox (2 concejales) para desbancar a la socialista Miranda de la alcaldía. Para ello era necesario contar con el apoyo de al menos uno de los concejales populares que en la actualidad forman parte del grupo de gobierno. Bien sabido es que en los pueblos se producen pactos que obedecen mucho más a razones de índole personal, incluso familiar, que de seguir directrices de sus propias formaciones políticas. Ejemplos repartidos por la geografía insular, unos cuantos.

Estarán ustedes conmigo en que a estas alturas de la película las líneas han perdido tanta tinta que ya ni siquiera se atisban sus trazos. El descolorido es de tal calibre que aquel rojo inicial ha devenido en un apagado tal que diera la impresión de que padecemos miopía en grado superlativo; de culo botella, vamos.

¿Y por qué no hacerle probar la medicina suministrada a Jennifer Miranda (Granadilla) a Olivia Delgado (Arico)? ¿Y por qué no reeditar el “Sálvame” de Luisa Castro en Güímar? Ya puestos y montados en el burro, arreo a la bestia. Como en Canarias disponemos de 88 abanicos (las mayorías absolutas son un bien preciado y escaso), se podría continuar la fiesta y el disparo de fuegos artificiales. En la siguiente campaña electoral ya prepararemos cualquier disculpa para seguir engañando a un electorado servil. Y sin no acuden a las urnas, mucho mejor; con que voten los nuestros, suficiente.

Hemos alcanzado septiembre. Seguimos expectantes el devenir político. Y cuidado con el desapego, el pasotismo y los altos índices de abstención, porque será peor el remedio que la enfermedad. Quien se cabrea y se queda en casa suele ser el potencial electorado de izquierdas. El PP en mi pueblo, con el 40% de los votos, consiguió 15 concejales (de 21). Si el índice de participación alcanzara el 80% del censo, peligraría su mayoría absoluta. Pero queda el recurso de los pactos, pues las líneas rojas se quemaron el año pasado con el gran incendio forestal.

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