domingo, 22 de septiembre de 2024

Sueño gomero (y 2)

(Si no leíste la primera parte, hazlo antes de seguir. Gracias)

“De mayo del 83 hasta vete tú a saber”. En el folleto explicativo, aparte del semestre en la Residencia Escolar, la escalada más asombrosa jamás visionada y que ni Marco Pantani ha conseguido superar.

No sé si es que me levanté a mear y luego volví a sumergirme en los brazos de Morfeo, pero el hecho (imaginario) es que me veo en Gran Rey tomándome un buen batido en la zumería de siempre sin que tenga constancia (real) de haber visitado los miradores de El Santo y de César Manrique, así como el Centro de Artesanía. Tengo entendido de que están flemantes, que decía la parienta, amén de encontrarse a pleno rendimiento y con una avalancha de visitantes tal, que desde el cabildo insular se demanda ya la implantación de una tercera ruta aérea directa desde Alemania, amén de la construcción de una residencia ('luxury homes') para mayores en el parque natural de Majona, por recomendación de Angela Merkel.

Me desperté en el mismo instante en que comenzaba a saborear un estupendo queso, adquirido, cómo no, en el recinto de Alajeró un día en el que, afortunadamente, no tuve que hacer cola (aquello se pone peor que el mercadillo dominguero de Teguise en Lanzarote). Cuánta variedad de productos lácteos en aquella quesería. De lo mejorcito que he visto en mi vida y… ¡se abre la puerta del garaje de la vecina de enfrente y las ruedas de su coche chirrían; el mejor despertador que he tenido desde siempre!

Cuando me levanté y comprobé que los primeros rayos del sol radiante entraban por un resquicio de la puerta del balcón, no dudé en hablar con mi mujer para acercarnos, lo más pronto posible, y poder comprobar, in situ, que también los sueños pueden hacerse realidad. Y plenamente convencido de que en estos supuestos jamás me dice que no…

Y aquí estamos, disfrutando del coche eléctrico que Casimiro tuvo a bien prestarnos –el mismo que utiliza en Tenerife en esos días que se acuerda de pasar por Teobaldo Power (Melodie y el tocayo usan otro más modesto, pues no suelen coincidir sus abigarradas agendas)– para observar la preciosidad de bancales, con sus renovados muros, que desde la amplísima red de miradores se vislumbran por los cuatro puntos cardinales. Me informan de que en cuestión de semanas ya sembraremos el terreno con una buena remesa de papas tempranas y silbaremos emocionados ante tan singular preciosidad. En cuanto llueva –como antes lo hacía– y vuelva la presa de Los Chejelipes a lucir con todo esplendor, a esta Gomera no la va a conocer ni la madre que la parió. Eres un crack, Papi, profundo admirador de Alfonso Guerra.

Por Tenerife seguimos entretenidos con la pasarela del Padre Anchieta. Mientras, los baches de la carretera, en el tramo de Buen Paso a El Tanque, me tienen al Terracan de un contento subido cada vez que voy a Las Abiertas. Cuando lo hago, siempre suelo ir cantando aquello de “Solo pienso en ti”.

¿Tú me estás hablando con iroría?, que decía mi nieto cuando era más menudo. No, soñando despierto, porque toda la vida es sueño y los sueños… De todas maneras, si alguna vez has sufrido las consecuencias de haber escuchado aquello de “no hay dinero”, algo tan de moda en boca de ediles y edilas, te recomiendo escribas en el buscador de Internet “obras pufas en La Gomera” y prepara una buena calculadora, ármate de paciencia y repasa todas las oraciones que aprendiste de menudo en el catecismo. Pero procura no recurrir a las maldiciones, porque te podrás atragantar con los bichos que te saldrán por la boca.

En agosto de 1962 fui –me llevaron– al viejo campamento de El Cedro, en la zona de Las Mimbreras. Recuerdo un día de fiesta en la ermita y la desilusión de no haber podido subir a lo alto de Garajonay porque a la caseta de los realejeros le correspondió hacer guardia. Y las frías aguas de la piscina improvisada. Pero aquel primer contacto me marcó. Sesenta y dos años después sigo yendo cada vez que las circunstancias me lo permiten. ¿Y no te cansas? Pues no. Siempre queda algún rincón por inmortalizar. Me queda la magua de no verla despojada del barniz del subsidio. Donde el pueblo gomero demuestre de lo que es capaz sin el patronazgo y vigilancia del cacique. ¿Ayudas? Sí, a quien las necesite. Sin venias ni reverencias. En suma, que no sea silencio amordazado. 

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