Como la denominada ‘ruta canaria’ sigue siendo la válvula de
escape que tienen los infelices africanos –todos negros– y nuestras islas se
han convertido en la tabla de salvación de quienes huyen de guerras y hambrunas
(consecuencia inequívoca del expolio al que se ha visto sometido el vecino
continente), el de la mochila negra –que no azul– se ha embarcado, a pensión
completa, en una especie de turismo de escapada de tal calibre que ni Julio
Verne hubiese sido capaz de relatarnos esta nueva serie de aventuras de ciencia
ficción.
Se trata, por lo que intuyo, de buscar culpables, porque
estas peñas atlánticas se nos hunden con semejante carga, producto de una
avalancha sin precedentes de cayucos senegaleses pintados de la manera más
extravagante. Con el problema añadido de tener que destruir esas embarcaciones
por el evidente peligro de contaminación. Cómo vamos a comparar los millones de
turistas que nos llegan en avión (casi todos rubios, de ojos claros y buena
panza dispuesta para tragar las amplias existencias de Tropical y Dorada) con
estos varios miles de pordioseros (unos cuantos menores de edad, atrevidos y
que traicionaron la tutela paterna en una aventura sin ton ni son) llenos de
mugre y que solo sirven para poner una macabra nota de color.
Cuando Fernando viaja (a Marruecos, a Madrid, al Vaticano, a
Bruselas… Y no tardará en visitar a Maduro con Efraín) queda al mando de esta
nave el segundo de a bordo. El que ostenta el cargo, además, de presidente
regional del Partido Popular. El que no se pone rodillas para demandar ayuda al
resto de comunidades autónomas, porque se pierde el tiro de la cámara. El que
pinta menos en el PP que un rotulador expuesto al solajero. Porque si Ayuso
dice que no quiere negros, todos se pliegan a sus planteamientos xenófobos.
Incluido Feijóo, por supuesto. Pues teme un desenlace parecido al de un tal
Casado.
El quid de la cuestión no se halla en tierras lejanas. Ni es
menester seguir acusando a diestro y siniestro. Bueno, más a siniestro que a
diestro. El enemigo está en casa. Mareando la perdiz –que es también cazador– y
cumpliendo a rajatabla las instrucciones de Génova. Porque es un don nadie. Y
su “me cueste lo que me cueste”, otro postureo más de los tantos que sufrimos
en Los Realejos durante once largos años. Que si la conferencia de presidentes,
que si no se demanda más ayuda europea, que si Koldo, que si los abucheos el 12
de octubre… Cualquier excusa es válida para dilatar sine die una negociación que solo requiere un mínimo de
solidaridad, de comprensión, de ayuda humanitaria. De empatía, ya que tanto
gusta el vocablo a la grey política.
Cuánta falsedad en los que, a renglón seguido de largas y
negativas, acuden a los oficios religiosos a darse golpes en el pecho y a
recibir lo que llaman la sagrada forma, merced al dogma de la transustanciación.
Y que ríen las gracietas, cargadas de acrimonia, de la mandamás madrileña a la
hora del “me gusta la fruta”. O el más reciente comentario acerca de la visita
al Papa de Pedro Sánchez sosteniendo que fue a confesar sus innumerables
pecados, pero que con media hora no le dio tiempo. Pues ella, la impoluta, amén
de sus acólitos (incluyan a Domínguez; el cariño a Feijóo es pasajero, como lo
fue el de los anteriores), no necesita que le impongan penitencias pues su alma,
cándida y panoli, no ha caído jamás en tentación alguna.
No, Fernando, no es necesario que malgastes nuestro dinero
en garbeos inútiles. No te des tanto tono para nada. Y lo sabes. Es todo mucho
más simple. Coge la guagua –es gratis– y vente pa´l Realejo. Queda con Manolo
en cualquier guachinche y cántale las cuarenta en bastos. Si no es capaz de
convencer a sus compis peninsulares, recítale aquello de que tú no eres digno
de que entres en mi casa. Y mándalo a freír chuchangas.
Uy, perdón, que no puedes porque también va lo tuyo en juego.
Pero te ofrezco una alternativa: lo mismo le brindas la vicepresidencia al
partido más votado en las últimas elecciones –el PSOE– y te dejan en el puesto
actual. Intercambias las consejerías populares y hasta Patricia hace las paces
contigo. Colocas a Nira de segunda y todo queda en el Norte. Seguiremos con la
misma situación en lo que respecta al asunto emigratorio, pero no tendrás que
cargar tanto la mochila.
¿Y los negros mientras tanto? Que se jodan, que nadie los mandó venir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario