viernes, 29 de noviembre de 2024

Patrimonio protegido

No estoy de acuerdo con lo que algunas malas lenguas sueltan sin encomendarse a la Virgen de Guadalupe. Sostienen que en mi pueblo no se protege el patrimonio. Y eso es una mentira más gorda que el pino de Vilaflor. Ahí tienen la prueba fehaciente de cómo se mima la Casona de La Gorvorana. Un emblema en el devenir histórico del barrio. Santo y seña. Identidad. Orgullo. Si Francisco de Gorvalán levantara la cabeza, cuánta satisfacción le causaría esta imagen de compromiso y entrega. Pasaría, incluso, por la Avenida de Canarias para saludar a los muchos ediles que guardan relación con el objeto de la presente entrada del blog. Que abreviando el titular saldría PP. ¿Casualidad? Vete tú a saber. O como dice Calero: deja ver.

Loable el intento de superar el bache que supuso renunciar a dos millones de euros. Hecho que nada tuvo que ver con la gestión municipal. Brillante a todas luces y digna de los plácemes más sinceros y laudatorios. De no haber puesto al frente del Consistorio a este grupo de gobierno, que rige nuestros gloriosos destinos desde 2011, a buen seguro que hoy no quedaría ni una mísera teja con la que recrear nuestra vista en un legado patrimonial sin parangón.

Esas vallas constituyen el nexo de unión entre un presente de progreso y un pasado de miseria. En estos tiempos de la Inteligencia Artificial, quítense mayorazgos y antiguallas varias. Donde haya una buena chapa y unos magníficos remaches, no hay comparación posible con estructuras de tea o frescos de Bonnín. Que descansen en paz los Alvarado-Bracamonte y retocen gozosos los mejor preparados cargos públicos. Qué sumo gusto poder disfrutar de su buen hacer.

Fue el malvado de Pedro Sánchez quien causó la traba en el expediente administrativo. Puso tantos palos en las ruedas que la carrocería no pudo soportar tan engorroso trayecto y quebró inmisericorde ante el cúmulo de despropósitos. A Europa no le quedó más remedio que jalar por el freno mano. Se supone que fue su tocayo, Pedro Martín, el que le chivó las permanentes ausencias de Manuel Domínguez con lo que las autoridades continentales dedujeron que la dedicación no era lo suficientemente fiable como para soltar dinero sin disponer de la certeza de su correcta utilización. A pesar de ser una causa justa y encomiable, no se comprendía el pasotismo de quien debía de velar por el estricto cumplimiento de lo estipulado en el contrato.

Y no hay más. No pierdan el tiempo dándole vueltas al magín. El que sabe, sabe; el que no, pa´maestro de escuela. Sin vuelta de hoja. Máxime cuando estamos a las puertas de un cambio político en esta España nuestra. Con un gobierno, estilo Trump, que dará un giro de 180º. Y La Gorvorana, entre otros ejemplos de la geografía patria, sufrirá un cambio –para bien– que va a quedar mejor que la reforma de Génova, 13. Si me apuran, diría que vendrá a ser como una réplica de El Escorial. Seremos la envidia del resto de países de la UE. Cuando los millones (o billones, o trillones…) de turistas recalen por nuestro territorio y sobrevuelen (en parapente) los antiguos dominios de la hacienda, no les quedará más remedio que morirse de pura envidia. Cómo pienso disfrutar después de haber salido de allí en la década de los setenta del siglo pasado. Una vuelta a los orígenes.

Ya estamos casi en diciembre. Dentro de poco entramos en las postrimerías del primer cuarto de siglo. Y yo con estos pelos. ¡Ah!, me fui de nuevo al libro gordo de Petete. E hice una parada justo en Ironía: expresión que da a entender algo contrario o diferente de lo que se dice, generalmente como burla fina y disimulada. Es lo que el diccionario señala. Pero cuando mi nieto, el más pequeño, aprendió el significado de esa palabra, la mentaba como iroría. Me da que algo se me pegó. Y no quiero presumir con la explicación de cierto profesor que sostenía que el uso de este recurso literario estaba reservado a la gente inteligente. Algo que ustedes no compartirán –incluso rebatirán– cada vez que leen a este rebenque de la platanera. Pero, aun así, sigan haciéndolo. Lo mismo aprendemos –yo también– un fisco más. Y recuerden: el saber no ocupa lugar.

Hasta dentro de cuarenta y ocho horas. Aunque sea domingo. Salvo imprevistos o causas de fuerza mayor. Como ya están normalizados los enlaces a Facebook, más fácil lo tienes. Sean felices.

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