viernes, 13 de diciembre de 2024

Cuestión de confianza

Carles Puigdemont se lució el pasado lunes desde Bruselas. Cada vez que observa una tendencia a la baja en su causa independentista, y con Salvador Illa ha dejado de  ser la principal preocupación catalana, recurre a disparos dialécticos de calado para que su planteamiento (¿o matraquilla?) siga, a ser posible, en el candelero. Arremetió, obviamente, contra Pedro Sánchez –sujeto malvado y ejecutor de todos los trastornos universales– y le conminó a que se sometiera a una cuestión de confianza en el Congreso de los Diputados.

Este instrumento político viene regulado en los artículos 112 y 114 de la Constitución (CE). Pero como siempre al dirigente de Junts se le suelen olvidar aquellas aristas que no convienen por razones estratégicas. Y es que la precitada CE es elemento válido siempre y cuando favorezca sus intereses. Aunque no crea en ella por tácticas electorales, más que por razones ideológicas. Pero olvida que en este caso no se trata de una iniciativa parlamentaria, sino que debería ser el propio presidente del Gobierno de España el que, previa deliberación del Consejo de Ministros, se someta –motu proprio– a tal cuestión.

Tiene en su mano la salida a lo que él considera pérdida de confianza: la moción de censura, recogida en el artículo 113 de la CE. Que sí es a través de una iniciativa parlamentaria. Y lo tiene muy fácil (ya lo vaticinó Rufián no ha tanto), pues le basta apoyar a Feijóo, ya que el gallego parece que ya sí quiere ser presidente. Abascal se sumará, a buen seguro, porque ahogará sus bravatas ultraderechistas en el lago de la tranquilidad vicepresidencial. Se limarán las pequeñas asperezas, se olvidarán las rencillas verbales y la gotita, o poxipol, obrará milagros. Y burgueses al poder.

Pero como no quiero brindar protagonismos a quien no los merece, situémonos en las islas. Que siguen siendo la puerta de entrada de quienes –sin temor a la meta final– huyen de hambrunas y conflictos bélicos. Cuyo destino no está en estas peñas, pero como la solidaridad se halla bajo mínimos, los hacinamos en condiciones muchas veces precarias y les imposibilitamos el reparto por geografías más amplias. Es que el pérfido de Pedro Sánchez no deja que Clavijo y Domínguez desarrollen sus políticas generosas (desprendidas, magnánimas, dadivosas, espléndidas) y los retiene en condiciones lamentables por el mero hecho de mantenerse en la poltrona. Como él disfruta de La Mareta...

Ya saben que Manolo ha convencido a su partido –se ha partido el pecho, cueste lo que le cueste– para que estos menores sean acogidos en Madrid, Andalucía, Castilla y León, Valencia, Murcia, Baleares, Aragón, Cantabria, Extremadura, Galicia. Y los presidentes de estas comunidades no entienden cómo Sánchez no permite el traslado. Es inconcebible. Ahí tenemos el ejemplo paradigmático de Ayuso, dispuesta a acogerlos a todos (la labor de MD en la negociación es impagable y contó con la bendición de Francisco) y por mor de rencillas que no vienen a cuento, incluso particulares, seguimos abocando a Canarias a un triste desenlace. Con el peligro añadido de un posible motín a poco de que salte cualquier chispa.

¿Irónico yo? A ti te lo oigo. Vale, arráyate un millo. ¿Y si reformamos nuevamente el Estatuto de Autonomía –ya lo hizo la Ley Orgánica 1/2018, de 5 de noviembre– para permitir extender el concepto de moción de censura, en el supuesto de los gobiernos surgidos de pactos, e incluir en la remesa a todos los líderes de las formaciones que lo conforman? Ya que Clavijo sigue agarrado y no actúa ante las flagrantes deslealtades (¿o tomaduras de pelo?) de Domínguez, los artículos 54 (cuestión de confianza), 55 (moción de censura), 56 (disolución anticipada del Parlamento), y en consonancia con el 53 (el Gobierno responde solidariamente de sus gestiones políticas), deberían ser matizados para que en momentos de incertidumbre –como los de ahora– una buena patada en el culo de las señorías implicadas despejara el horizonte.

Hoy se celebra en Santander la Conferencia de Presidentes Autonómicos. ¿Será posible que lleguen a un acuerdo o Clavijo deberá seguir sufriendo desplantes de los correligionarios populares? De salirse el cínico e hipócrita de Domínguez con la suya una vez más, ¿aquí no ha pasado nada y continuarán nuestros Rómulo y Remo enganchados a la teta de la loba? Patético. Y Curbelo callado. El maestro del ordeño no tiene ante sí un negro porvenir. Ni el Cirque du Soleil supera el espectáculo.

Hasta el domingo. Sí, hasta el domingo.

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