Este instrumento político viene regulado en los artículos
112 y 114 de la Constitución (CE). Pero como siempre al dirigente de Junts se
le suelen olvidar aquellas aristas que no convienen por razones estratégicas. Y
es que la precitada CE es elemento válido siempre y cuando favorezca sus
intereses. Aunque no crea en ella por tácticas electorales, más que por razones
ideológicas. Pero olvida que en este caso no se trata de una iniciativa parlamentaria,
sino que debería ser el propio presidente del Gobierno de España el que, previa
deliberación del Consejo de Ministros, se someta –motu proprio– a tal cuestión.
Tiene en su mano la salida a lo que él considera pérdida de
confianza: la moción de censura, recogida en el artículo 113 de la CE. Que sí
es a través de una iniciativa parlamentaria. Y lo tiene muy fácil (ya lo vaticinó
Rufián no ha tanto), pues le basta apoyar a Feijóo, ya que el gallego parece
que ya sí quiere ser presidente. Abascal se sumará, a buen seguro, porque
ahogará sus bravatas ultraderechistas en el lago de la tranquilidad
vicepresidencial. Se limarán las pequeñas asperezas, se olvidarán las rencillas
verbales y la gotita, o poxipol, obrará milagros. Y burgueses al poder.
Pero como no quiero brindar protagonismos a quien no los
merece, situémonos en las islas. Que siguen siendo la puerta de entrada de
quienes –sin temor a la meta final– huyen de hambrunas y conflictos bélicos.
Cuyo destino no está en estas peñas, pero como la solidaridad se halla bajo
mínimos, los hacinamos en condiciones muchas veces precarias y les
imposibilitamos el reparto por geografías más amplias. Es que el pérfido de
Pedro Sánchez no deja que Clavijo y Domínguez desarrollen sus políticas
generosas (desprendidas, magnánimas, dadivosas, espléndidas) y los retiene en
condiciones lamentables por el mero hecho de mantenerse en la poltrona. Como él
disfruta de La Mareta...
¿Irónico yo? A ti te lo oigo. Vale, arráyate un millo. ¿Y si
reformamos nuevamente el Estatuto de Autonomía –ya lo hizo la Ley Orgánica
1/2018, de 5 de noviembre– para permitir extender el concepto de moción de censura,
en el supuesto de los gobiernos surgidos de pactos, e incluir en la remesa a
todos los líderes de las formaciones que lo conforman? Ya que Clavijo sigue
agarrado y no actúa ante las flagrantes deslealtades (¿o tomaduras de pelo?) de
Domínguez, los artículos 54 (cuestión de confianza), 55 (moción de censura), 56
(disolución anticipada del Parlamento), y en consonancia con el 53 (el Gobierno
responde solidariamente de sus gestiones políticas), deberían ser matizados
para que en momentos de incertidumbre –como los de ahora– una buena patada en
el culo de las señorías implicadas despejara el horizonte.
Hoy se celebra en Santander la Conferencia de Presidentes
Autonómicos. ¿Será posible que lleguen a un acuerdo o Clavijo deberá seguir sufriendo
desplantes de los correligionarios populares? De salirse el cínico e hipócrita
de Domínguez con la suya una vez más, ¿aquí no ha pasado nada y continuarán
nuestros Rómulo y Remo enganchados a la teta de la loba? Patético. Y Curbelo callado.
El maestro del ordeño no tiene ante sí un negro porvenir. Ni el Cirque du Soleil supera el espectáculo.
Hasta el domingo. Sí, hasta el domingo.
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