10 de mayo de 2025

De encuestas y ausencias

El periodismo –casi en general– parece no percatarse de que con su liviandad (cualidad de liviano, ligereza, intrascendencia) está logrando que el alejamiento acabe por ser insalvable. Con lo peligroso que es eso. Por consiguiente, de vez en cuando yo también me ausento.

Jueves, 08-05-25

De celebrarse elecciones / en este justo momento / ganaría en el recuento… / pasemos a otras cuestiones. / Pues muchas son las versiones, / según el medio que encarga, / y la encuesta no es amarga, / ni puede serlo jamás, / al que paga por detrás / bien protegido en su adarga.

En esto de las encuestas, / sondeos, estimaciones, / hay tantas matizaciones / que más que sumas son restas. / Parecen casas de apuestas / los que encargan el trabajo, / como si fuera un relajo / esta importante labor; / deben hacer el favor / de ser serios en el tajo.

Llegaremos a un momento / de tal desinformación, / que daremos buen plantón / a los que viven del cuento. / Es tema que mucho siento / por evidentes razones, / pero es que hay unos simplones / que tienen de periodista / lo que yo de electricista / o domador de leones.

Por ahí aún se suele / escuchar la cantinela / de que verdad se revela / porque lo vi por la tele. / Ahora todo ya se impele / por redes que nos atrapan, / pero al tiempo se solapan / rumores y falsedades / y cuando priman ruindades / los infundios se destapan.

Tal avalancha nos llega, / que chirrían los sentidos, / debiendo ser precavidos, / desechando la fe ciega. / Lo malo es que en cada entrega / se impone tremenda criba; / no todo lo que se escriba, / lo que se escuche o se vea, / la confianza nos granjea / para que usted lo suscriba.

Viernes, 09-05-25

Del Realejo me ausenté / en estos días pasados, / llevé conmigo los hados / y más décimas sumé. / Allá por El Hierro fue / donde seguí enjaretando / lo que en el blog voy plasmando / por puro entretenimiento: / me gusta vivir del cuento, / me encanta vivir soñando.

Caminé por La Llanía / y me bañé en La Maceta / y otro más en La Caleta / donde el mar lo permitía. / Como el barco lo traía, / el coche me acompañó / y la isla recorrió / con dos ilustres viajeros: / ¡que vivan los realejeros, / la madre que los parió!

Perdido por sus parajes / recordé a la juez Candela / y me salió esta espinela / de corrido, sin ambages. / Surgieron los personajes / de aquella serie famosa, / que puso en la pericosa / la isla del Meridiano, / allí les tendí la mano / desde Echedo a Sabinosa.

En isla de luchadores / yo veía en el terrero / a El Chorizo, a El Piñero, / y a otros muchos bregadores. / De los buenos, los mejores, / como Méndez y El Pollito; / hasta oí tocar el pito / cuando el genial Barbuzano, / nada más soltar la mano: / cadera hasta el infinito.

Es isla que aún sostiene / un habla particular, / muy dulce en el escuchar: / la esperanza me mantiene. / El viajar siempre conviene / por ser siempre libro abierto, / en el que formas concierto / para por libre aprender / y en la mochila meter / saberes como un experto.

A modo de conclusión:

El peligro de las redes es más que evidente. Amén de sus indudables ventajas. Y como ya no somos nadie sin el móvil y una buena conexión, me subo al barco y me pierdo por alguna isla canaria. Cuando el ayuntamiento me publique lo que guardo en el ordenador y los dineros me abrumen, puede que me vaya más lejos.

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