Jueves, 08-05-25
De celebrarse elecciones / en este justo momento / ganaría
en el recuento… / pasemos a otras cuestiones. / Pues muchas son las versiones,
/ según el medio que encarga, / y la encuesta no es amarga, / ni puede serlo jamás,
/ al que paga por detrás / bien protegido en su adarga.
En esto de las encuestas, / sondeos, estimaciones, / hay
tantas matizaciones / que más que sumas son restas. / Parecen casas de apuestas
/ los que encargan el trabajo, / como si fuera un relajo / esta importante labor;
/ deben hacer el favor / de ser serios en el tajo.
Llegaremos a un momento / de tal desinformación, / que
daremos buen plantón / a los que viven del cuento. / Es tema que mucho siento /
por evidentes razones, / pero es que hay unos simplones / que tienen de periodista
/ lo que yo de electricista / o domador de leones.
Por ahí aún se suele / escuchar la cantinela / de que verdad
se revela / porque lo vi por la tele. / Ahora todo ya se impele / por redes que
nos atrapan, / pero al tiempo se solapan / rumores y falsedades / y cuando
priman ruindades / los infundios se destapan.
Tal avalancha nos llega, / que chirrían los sentidos, /
debiendo ser precavidos, / desechando la fe ciega. / Lo malo es que en cada
entrega / se impone tremenda criba; / no todo lo que se escriba, / lo que se
escuche o se vea, / la confianza nos granjea / para que usted lo suscriba.
Viernes, 09-05-25
Del Realejo me ausenté / en estos días pasados, / llevé
conmigo los hados / y más décimas sumé. / Allá por El Hierro fue / donde seguí
enjaretando / lo que en el blog voy plasmando / por puro entretenimiento: / me
gusta vivir del cuento, / me encanta vivir soñando.
Caminé por La Llanía / y me bañé en La Maceta / ─y otro más en La Caleta─ / donde el mar lo permitía. /
Como el barco lo traía, / el coche me acompañó / y la isla recorrió / con dos
ilustres viajeros: / ¡que vivan los realejeros, / la madre que los parió!
Perdido por sus parajes / recordé a la juez Candela / y me
salió esta espinela / de corrido, sin ambages. / Surgieron los personajes / de
aquella serie famosa, / que puso en la pericosa / la isla del Meridiano, / allí
les tendí la mano / desde Echedo a Sabinosa.
En isla de luchadores / yo veía en el terrero / a El Chorizo,
a El Piñero, / y a otros muchos bregadores. / De los buenos, los mejores, / como
Méndez y El Pollito; / hasta oí tocar el pito / cuando el genial Barbuzano, /
nada más soltar la mano: / cadera hasta el infinito.
Es isla que aún sostiene / un habla particular, / muy dulce
en el escuchar: / la esperanza me mantiene. / El viajar siempre conviene / por
ser siempre libro abierto, / en el que formas concierto / para por libre
aprender / y en la mochila meter / saberes como un experto.
A modo de conclusión:
El peligro de las redes es más que evidente. Amén de sus
indudables ventajas. Y como ya no somos nadie sin el móvil y una buena conexión,
me subo al barco y me pierdo por alguna isla canaria. Cuando el ayuntamiento me
publique lo que guardo en el ordenador y los dineros me abrumen, puede que me
vaya más lejos.
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