Saben ustedes
que la nueva bajada al sueldo de los funcionarios se ha argumentado con la
coletilla de ‘para no tener que echar a nadie a la calle’. Y en las mismas
estábamos cuando surgió la figura de un tal Jorge Rodríguez, dicen que
viceconsejero de Presidencia del Gobierno de Canarias, que se suma al
estribillo, cual parranda canaria al uso, y suelta: “Me bajaría un 10% el
sueldo para que no haya despidos”. Le pregunto, aunque soy consciente de que
jamás me va a contestar: ¿Despidos dónde? Porque si te refieres, como me temo,
al organigrama en el que tú te hallas inmerso, ahí no los habrá nunca jamás. Al
contrario, si observas el Boletín Oficial de Canarias, raro es el día en que no
haya un anuncio de cualquier consejería por el que se regula el acceso a un
puesto de libre designación. Hagan estimados, selectos y escasos lectores, la
prueba durante una semana y después nos contamos una de indios. Además, tan
convencido está el señor Rodríguez de que a los privilegiados (saben que
sostengo una versión diferente a la de mi presidente) nos los mueve ni el
viento de Lanzarote, que utiliza la forma verbal en condicional. Me bajaré, no,
me bajaría, es decir, ya veremos. O llegado el caso, ¿cómo dice usted que dije
yo? Eso no es posible, a buen seguro que el periodista tergiversó mi respuesta
y creyó –iluso de él– que yo había dicho tal cosa, que, como es obvio, de
ningún modo pasó por mi imaginación, ni que estuviéramos locos. Qué livianos
son, pesos plumas.
Aunque ya un
prestigioso columnista de Diario de Avisos se me adelantó, no me resisto a
dedicarle unas líneas a otro portento de estas ínsulas, la singular Carmen
Hernández Bento, delegada del Gobierno. La señora, debiéndose encontrar, al
estilo de Santa Teresa, en estado gravitatorio profundo, soltó esta prenda:
“Una cosa es la política y otra la realidad.” Dicho lo cual, cerró la boca y se
marchó al congreso en el que saldría aclamado su jefe supremo. ¿Tú crees,
estimado lector –cómo te hago hoy la pelota– que podemos seguir arando con
estos bueyes o nos liamos la manta a la cabeza y compramos una piva (motocultor
provisto de carro) si la crisis nos lo permite? No es que nos tomen por
idiotas, es que estamos representados por una sarta de ineptos y desalmados.
Nosotros, los paganinis, vivimos la realidad, esa que nos ahoga cada día y nos
trae de cabeza. Ellos, los lumbreras, los que se descuelgan con esos portentos
de frases, habitan el escalón más alto, el de la política, que nada tiene que
ver –como reconoce la señora Bento– con lo que tú y yo percibimos. No me digas
si no se echa en falta un fuerte temporal que barra tanta inmundicia. Y tienen
tanto rostro que ni siquiera se ponen un fisquito colorados. Como esto siga
así, yo no descarto volver… a escribir en una próxima ocasión. Y lo otro
también me lo estoy pensando. ¿No crees, acaso, que este rebenque de la
platanera no sabe decir boberías de idéntico calibre o más?
Cabildo y
ayuntamientos piden estudiar la duplicidad de competencias. Ignoro si la
solicitud me la están haciendo a mí, a ti, o vete a saber a quién. Después de
mil quinientos años se han percatado de que algo falla cuando el ciudadano va a
solicitar un permiso de cualquier tema. Ha debido bajar don Ricardo Melchior de
los altares (ve a la iglesia de Los Gladiolos) y poniendo la pata derecha en los
resbaladizos suelos terrenales, diose cuenta de que mucho está superponiéndose
en las administraciones públicas. En las que, desgraciadamente, el vuelva usted
mañana, del genial Larra, sigue reproduciéndose cuando, por otra parte,
presumimos de mil adelantos tecnológicos que deberían hacernos la vida mucho
más fácil. Sin olvidarnos de que, para enredar un poco más la madeja, de vez en
cuando –muy de vez en cuando–, hemos de sumar el tercer estamento, a saber, la
comunidad autónoma.
El pasado
viernes el ayuntamiento de mi pueblo permaneció cerrado porque sus funcionarios
celebraban la festividad de su patrona Santa Rita. No lo hicieron el 22, cuando correspondía,
sino que estimaron conveniente pasarla al fin de semana. No entro a valorar si
esta medida es buena o mala, justa o injusta, pero no entiendo el porqué se
pone el grito en el cielo cuando los maestros hacen lo mismo siguiendo las
directrices de su patrón –Consejería de Educación– en la distribución de los
cuatro días de libre disposición. Lo que nunca me ha parecido lógico es la
concentración de los denominados días de asuntos propios en las fechas
navideñas. Porque yo creo que esa concesión ni se puede acumular ni tampoco
tomarla como días de vacaciones. La filosofía es otra bien diferente. Que me corrijan
los entendidos.
Seguimos con
los titulares periodísticos engañosos. En un periódico de Gran Canaria leí el
siguiente: “Vieron a Yeremi en el paseo de Pozo Izquierdo”. Y en el cuerpo
informativo: “A alguien le pareció verlo”. Bien diferente el uno del otro.
Dejen los sensacionalismos para otro tipo de programas televisivos y no estén
jugando con las cosas de comer. Bastante calvario tenemos con los informativos
de la autonómica como para seguir echando leña al fuego. Pues no, no todo es
lícito con tal de vender. Salvo que Willy me demuestra lo contrario, y él es
muy capaz.
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