Escuchaba la
radio mientras digería la ración diaria de pateo en una tarde plúmbea,
amenazante. Llevaba el paraguas, por si acaso. Aminoré la marcha al observar
que una unidad motorizada de la guardia civil de tráfico se acercaba. Pero
siguió de largo. Debía llevar una velocidad que no excedía la máxima permitida
para los peatones. Y eso que aún los tenis están flamantes, con todas sus rayas
bien marcadas. Los excesos, sin embargo, se pagan. Para ello están los
múltiples baches que pululan por los arcenes. Que, junto a suciedades e
inmundicias, constituyen el hábitat adecuado para roedores de talla grande (no
sé cuántas equis y todo eso).
De pronto,
una primicia informativa desde el Mirador de La Garañona, donde Rivero,
apostado en uno de los vivacs que Pedro Felipe (el de los documentales) le
prestó cuando Repsol decidió emigrar a parajes más africanos aún, entraba en
directo:
–Mariano,
Mariano, ¿me copias?
–Acuso
recibo, Paulino. ¿Tienes algo para mí?
–Aumenta la
potencia, te oigo entrecortado, varía la intensidad.
–No es la
intermitencia de la señal, es que tengo un pelete, estoy tiritando.
–Abrígate,
que ahorita subo yo. Mira en la repisa que dejé una cuartita de vino…
–¿Quién me
llama?
–¿Cómo que
quién te llama?
–Atienda,
cambie de frecuencia que nos provoca interferencias.
–Insisto, ¿me
copias, Mariano?
–Perdona,
alcalde, pero…
–Qué alcalde
ni qué narices. El alcalde eres tú.
–Ya lo sé. Es
la falta de costumbre. Tantos años tú que…
–Llevo cuatro
horas y por aquí no aparece nadie. ¿Quién te sopló lo de la plataforma?
–…
Aceleré el
paso. No demasiado. Un disco con un elegante 60 me confundió. No especificaba
destinatarios. Así que más vale prevenir que ser sometido a un control de
alcoholemia en los aledaños de La Carajita.
Aunque quién eres tú para decirme a mí lo que tengo o no que
beber. Viva el vino.
Volví a bajar
el ritmo. Con cuatro a la hora, va que chuta. Que me debo dar la vuelta en El
Ramal, que se fastidie La
Primitiva (un poco más allá del antiguo cine de La Vera). Aprenderé a jugar por
Internet. Y si no, coge la vía de servicio, que ni es vía ni presta servicio
alguno. Mejor, sí, para arrojar escombros: balaustres, neveras, cocinas,
lavadoras, microondas, cunas, camas, armarios… Como un Leroy, pero a lo Baño
Barato. Si llegan antes al Punto Limpio estos hijos de… la suciedad.
Apagué la
radio tras cerciorarme de que no había peligro en el horizonte (inmediato).
Desde que Antonio Castro ostentaba la presidencia del Gobierno de Canarias
(junio de 2015) y la televisión canaria, dirigida ahora por el buen periodista
y mejor amigo, el estimado Salvador García, ya no prestaba la más mínima
atención a paulinorivero.com (el negro había desaparecido), toda la atención
informativa se hallaba centrada entre La Baranda y los acantilados de la costa en el lugar
antes señalado. Porque un día sí y el otro también, se veía a la señora Mena, a
la sazón concejala de servicios sociales en la villa natal de su marido,
corriendo como una loca (expresión meramente literaria) detrás del que fuera
maestro de escuela y otros cargos de mucho menor porte, puesto que sus visiones
de monstruos marinos, de luengos brazos y navegares cansinos, la traían por las
mareas de la amargura… Otro día, a lo peor, seguimos.
Ya estoy de
regreso. A la altura de La
Bartolona (ya nadie se acuerda de aquellos nombres, de
aquella carretera que bien mimara el caminero, plagada de inmensa arboleda en
ambas márgenes, negra como un tizón, que por la noche, y con algo de brisa, te
daba un cague transitarla) me tropiezo (es símil) con un amigo gomero.
Nos paramos
(ambos dos) y disertamos (de pie derecho) del proyecto de ley que va a
revolucionar el tráfico, el tránsito y la seguridad vial. Luego discutimos, sin
acalorarnos ni gesticular en exceso, de lo que los medios digitales consideran
información de relevancia (y menos mal que ninguno sacó a colación otros). Por
supuesto (y por descontado), en La
Gomera:
Curbelo
asiste al cumpleaños de una señora que ha alcanzado el siglo de vida.
Aclaración: Lo hace en calidad de amigo de la familia. Y si no acudió como
Presidente del Cabildo, ni fue a entregarle la metopa o placa de rigor, ni a
concederle título honorífico alguno, a santo de qué la noticia. Más lo es, sin
duda alguna, la desaparición de la Orquesta Wamampy. Que se lo pregunten a Sonia,
allá en la capital de Octava Maravilla (Chipude).
Castilla,
alcalde villano (de La Villa), nombra a su cuñada como cargo de confianza.
Normal. No lo va a hacer con un desconocido. O desconocida. Que si tráfico de
influencias, que ni chiquito morro, que si tal o que si cual. Leche cacharro.
Propongan un cambio legislativo si el hecho molesta. Pero mientras tanto, ajo y
agua. ¿Has oído que alguno, incluye los de nuevo cuño, haya planteado suprimir
estos coladeros? No, yo tampoco.
Seguí y
finiquité (hoy tardé más que nunca por las limitaciones) al lado de El Bosque.
¿Al lado de? Que sí, estaba aquí y era lugar de concentración de turistas
ingleses en las primeras décadas del siglo pasado y…
Adiós.
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