“El alcalde
ejecutaría obras en vía insulares si el Cabildo no lo hace”. Precioso y
llamativo titular. En las proximidades electorales (casi) todo está permitido.
Manuel Domínguez, candidato de PP tinerfeño a encabezar la lista cabildera, se
va hasta La Montaña
(con Adolfo, claro, promoción a pares) para sacarse la foto con los vecinos (si
son mayores, mejor) porque el paso de peatones frente a la farmacia del amigo
José Domingo está que ni cebra, ni tigre, ni animal que se les parezca.
Presume el
alcalde, al tiempo, de tener tanto dinero que puede adelantar el coste de las
obras para que después el órgano de gobierno insular lo abone en cómodos
plazos. Al unísono se queja de que Alonso no le dé sino migajas. Corrijo, las
sobras de las migajas. Es el discurso de la congruencia. Si se presume de tener
tanto, hazlo y cállate. ¿Ah, que es competencia del otro? Pues muy sencillo. Te
lo explico:
Como nos vas
a engañar con tu doblete (después lo detallo) y te interesa un fomento mayor,
ve al Palacio Insular, siéntate en la antesala del despacho presidencial y no
te vayas hasta que don Carlos te reciba. Puedes llevar contigo al gabinete de
prensa para que dispare a diestro y siniestro. E inunda las redes. Es más,
lleva a tu grupo de gobierno en peso, con asesores y secretarios, hazte
acompañar con los socios del Club de Mayores… Dos guaguas. O tres. Y concéntralos
en la capital. A usted, como aspirante a desbancar al que ahora demanda, como
presidente de los populares tinerfeños, por razones elementales de propaganda y
publicidad, le interesa sobremanera. Y no siga jactándose de que en sus arcas municipales
los euros se rebosan. Ya los ciudadanos sabemos que todas las batallas preelectorales
guardan demasiado similitud y estas escaramuzas son el pan nuestro de cada cuatro
años.
Vamos con lo
del doblete. Por cierto, Manolo, te retrataste cuando aludiste a que el
Parlamento tendrías mayor promoción. ¿A qué juegas? ¿A ser político hasta la
jubilación? Claro, los dos mandatos (ocho años) en un cargo. Que multiplicado
por diez puestos de relevancia, lo dicho, apenas unos ochenta años en la cosa
(teta) pública. ¿Te parece bien que yo te vote para que sigas siendo mi alcalde
y al día siguiente (vete tú a saber con este pueblo tan imprevisible) te vas
para Santa Cruz? ¿Y si Adolfo no me convence? Tú me engañas, Domínguez, y eso
no te lo consiento. Con esa cara de niño bueno y jugando con las cartas
marcadas. No seas tramposo.
Feo está que
yo te ponga un ejemplo. Porque bien sabes que figuro en el Libro Guinness como
el que menos duré. Pero aún así, allá va:
Siendo yo
director del colegio público Toscal-Longuera, a pesar de reunir las condiciones
para que se nos nombrara otro maestro, la Consejería se empeñó en solicitar requisitos que
acabaron por cansarnos. Que si estadillos, que si datos familiares de los
alumnos, que si se había inflado la matrícula… En fin, que me llenaron la
cachimba. Y eso que la
Inspectora, la buena de doña Ofelia, siempre estuvo de
nuestra parte.
Un buen día
la llamé por teléfono y le manifesté que ya no aguantaba más y que el día
siguiente me plantaría en el despacho del Director General de Personal con los
chicos, madres y padres para que su ilustrísima comprobara, palpara, tocara y
se cerciorara de que los alumnos no eran inventos de un colegio que solicitaba
un maestro para poder tener horas libres. La respuesta de mi superiora fue “y
bien que me parece”. No hizo falta, tú. Antes de finalizar la jornada escolar
ya el maestro estaba nombrado y al día siguiente se presentó en el centro.
Déjese de
amagos y ataque. Y si cree no tener razón o se le plantean dudas al respecto,
en boca cerrada… Pero ya somos mayorcitos. Y lo mismo que le dimos nuestra
confianza para esa mayoría absoluta en las elecciones de 2011, podría ocurrir
que a tenor de los dicho y en rigor de lo explicado consideremos que sus
apetencias de promoción están muy por arriba de los intereses que nos mueven a
los habitantes de la Villa de Viera y lo mandemos a trabajar en Fonteide, mero
ejemplo.
Lo mismo le
sugiero para todos esos aspectos que usted se priva por llevar a los medios de
comunicación (El Burgado, la charca, la
TF tal, la TF
cual…). Por lo que, entendemos, ya está bien de tanto bombo y platillo. La
congregación de políticos (qué casualidad, también estaba Carlos Alonso) por
metro cuadrado en el pabellón de deportes el jueves de la pasada semana, bien
merecía una reunión para limar asperezas. Aunque, me temo, por muy fructífera
que sea, no aparenta conceder el mismo grado de excelencia en la captación de
votos. Seamos serios, que ya está bien de tomarnos por idiotas.
Tengan todos
un muy feliz fin de semana.
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