Cuánto
peligro puede entrañar un titular. Y cuando le añades una fotografía con la que
el lector pueda establecer una posible asociación de ideas, un riesgo añadido.
Viene a resultar como el extraer de una composición (sacar del contexto) una
frase llamativa y soltarla al albur de cada cual. Es táctica preferida por los
que intentan destacar a toda costa en las modernidades de las redes sociales,
para que el capítulo de Comentarios y Me gusta se incremente de manera
significativa.
Has leído el
título de hoy, has echado, a continuación (o al revés, que tanto monta), una
visual a la ilustración gráfica, e, inmediatamente, has pensado en que voy a
‘meterme’ nuevamente con el mentor del 50º aniversario. Nada más lejos de la
realidad. ¿O no?
Ha muerto
Carlos Pinto Grote. Fue Premio Canarias de Literatura en 1991. De él mucho, y
bien, han escrito en estas últimas horas excelentes cronistas. Reacciones antes
su marcha, variadas. Todas con idéntico marchamo: Se nos ha ido uno de los
grandes poetas que ha parido esta tierra volcánica. Bien poco podría añadir
este pobre infeliz a esa enorme lista de calificativos que definen (siempre
permanecerá en la memoria) a este gentleman.
He intentado
devorar cuanta manifestación por este óbito se puso ante mis ojos. Los plácemes
y notas laudatorias, una constante. De su poema Llamarme guanche, la
característica de haberlo escrito enfadado y molesto con la actitud del “godo”
enterado que ha mirado al canario por arriba del hombro. Y relacionado con
estos versos, a los que añadieron unas perras de música el grupo lagunero de
Los Sabandeños, el parecer –más bien apostilla– de quien, al parecer, se erige
en soberano de todos los fregados. Porque después de la lectura sosegada, a
conciencia, de Los Sabandeños, las otras voces del mito (Gonzalo Hernández y
Francisco García Yanes), pienso si los arreglos sinfónicos para pandereta le
dan autoridad a Elfidio Alonso para estas declaraciones: “Tuve oportunidad de
comprobarlo en algunas composiciones que hicimos juntos para Los Sabandeños,
como la canción Llamarme guanche. Nos proporcionó un enorme éxito, incluso la
interpretamos con la
Orquesta Sinfónica de Tenerife. También me hizo entrega de
unas coplas alusivas al pájaro canario, que se han convertido en muy populares.
Se pueden escuchar en las romerías y a muchas agrupaciones”.
Reconozco que
me enfogueto (única particularidad contagiada a través de los tiempos en este
pueblo pirotécnico) ante determinadas actitudes. Y como Elfidio, dueño y señor
de la patente, administrador único de ganancias y prebendas, es muy dado a
registrar todo aquello que pueda brindarle algún beneficio (incluyan arreglos
musicales, de los que –lean el libro citado– no tiene ni las más pajolera
idea), nada me sorprende que el mero cambio o añadido de cualquier vocablo ya
suponga la inmediata generación de derechos de autor.
Tengo en casa
unos cuantos discos de vinilo. De los susodichos, varios. En la inmensa mayoría
de los temas grabados, la autoría de Elfidio. Lo mismo da que se trate de
letras del acervo popular como de Nicolás Estévanez. O más sorprendente aún:
Letra (Agustín Millares), Música (Elfidio Alonso). Si en el post de ayer Totoyo
Millares cuestionaba los procederes de Néstor Álamo, a la otra versión de la
historia sabandeña (vuelvo a remitirme al libro aludido) me ciño, y que cada
cual obtenga sus conclusiones.
Un disco de
1967 y/o la presentación oficial en el Ateneo (1968) marcan los dos posibles
hitos que dieron arranque al grupo. Aquellos que fueron partícipes de los
primeros pasos, y ahora escindidos por mil y un motivos, no dan crédito a los
vaivenes del señor Alonso, hasta el punto que uno de ellos (Julio Fajardo)
indica que no se le debe dar más vueltas al asunto y zanja la polémica con el
siguiente aserto: Los Sabandeños nacieron el mismo día que Elfidio Alonso. Ve,
si te place, a la hemeroteca del periódico El Día, y en la sección de Criterios
hallarás (meses de abril y mayo próximo pasados) unos artículos de Juan Oliva-Tristán
Fernández bastantes esclarecedores. No te pongo los enlaces porque el ordenador
no me deja. El pobre está demandando el recambio.
Te dejo con
unos escaneos. Dos de la propia web del grupo. Se observa que el encargado de
su mantenimiento no se ha percatado de la incongruencia de las fechas. Puede
que Elfidio, que reconoce estar viejo para estos avances informáticos, pero,
sin embargo, tan avispado para otros ‘arreglos’, no haya tenido tiempo para
adelantar el parto otro par de lustros. Los otros proceden de los discos que
antes te menté. Con los bailes de fechas, mejor seguir los consejos de Fajardo
y adoptar 1935 (nacía Elfidio con una pandereta bajo el brazo) como año (republicano)
de la fundación.
No, yo valías
no discuto ni cuestiono. Trapicheos, sí.
Feliz fin de
semana. Hasta el lunes, si no surgen novedades importantes.
Nota
aclaratoria: Mira a ver si por un casual te funcionan estos enlaces. De ser
afirmativo, olvídate del consejo que te di un fisco más arriba para ir a la hemeroteca
de El Día.
Y ahora sí, a
descansar. Ve afinando el instrumento que restan romerías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario