Ya vaticinan
los de siempre un incremento en el número de turistas que nos visitarán en
estas próximas semanas. Los sucesos acaecidos en la ciudad costera de Susa
(Túnez) desviarán a Canarias una gran parte de aquellos clientes. La huida ante
el temor de nuevos atentados supone para los ‘buitres’ una oportunidad de
ocupar más camas y llenar hoteles.
Se necesita
alcanzar niveles de perversión escandalosos para retozar con asuntos tan
delicados. Complacerse del mal ajeno en un tema tan voluble, define a la perfección
la catadura moral de estos personajes. Porque en unas islas cuya principal
fuente de ingresos procede de este sector, el hecho de que en un momento dado
se nos vire la tortilla y seamos nosotros los que suframos la consecuencias de
los dictados de estos desalmados terroristas, a ver.
Al juego
–cómo tildarlo de otra manera– se prestan algunos políticos en una alegría
digna de enmarcar. Y no ha sido el todavía presidente del Gobierno de Canarias
(cada vez más en funciones) un dechado de virtudes en este aspecto. Porque se
ha vanagloriado cada vez que las estadísticas nos señalaban que seguíamos
batiendo récords en los aeropuertos (por los puertos vamos los de casa). Sin
analizar los efectos colaterales. Porque se entenderían cánticos de alabanza si
el comportamiento de la tasa de desempleo corriera pareja. Y los datos
demuestran que no es así.
Siempre he
sostenido que cualquier mínimo detalle puede hacernos estallar la burbuja. Son
tantas las variables que rodean esta casuística que bien haríamos en no ir
lanzando las campanas al vuelo. Que si las piedras nos ruedan favorables, los
mismo mañana vienen de vuelta. No juguemos con las cosas de comer ni brinquemos
sobre una pata sola la danza de los enanos. Este mundo no tiene fronteras y no
hay manicomios para tanto loco suelto. Seamos cautos en nuestros planteamientos
y serios y rigurosos en nuestros procederes, que de cualquier mata salta un
conejo.
Leía este
pasado domingo:
Según los usuarios de Tripadvisor, la Playa de las Vistas (Arona),
la Playa del Duque
(Adeje) y la Playa
de Benijo (La Orotava)
son las tres playas con mejor puntuación en
esta web de viajes, que a la vez sirve de multitudinaria red social en la que
los usuarios vuelcan sus opiniones y millones de comentarios sobre los
distintos destinos. Aquí tienes el enlace (por si crees que):
Ya sé que es
un simple fallo el ubicar la playa de Anaga en la mismísima Villa de la Orotava. Como si la zona de
medianías (Benijos), con excelentes tierras de cultivo, tuviese algo que ver
con la costera de Santa Cruz. Pero el peligro de la distorsión, del equívoco y
del malinterpretar está patente en un mundo interconectado. Cualquier hecho que
acontezca en los confines del mundo lo tenemos en casa al instante. Y los
miedos colectivos tienen difícil cura. La isla de El Hierro se vio envuelta en
un fenómeno vulcanológico mal enfocado, desde todos los ámbitos (también el
institucional), y lo que pudo haber sido un atractivo más se convirtió en un
infierno económico que sumergió el tejido social en un gravísimo problema.
Anduve por allí durante los movimientos sísmicos anteriores y la tónica general
era la de apartamentos vacíos. Y coches sin alquilar. Y barcos vacíos…
Pero como
nuestra memoria es flaca, no hace falta sino esperar un segundo a que entre el
siguiente whatsaap. Ya no es que se corra un tupido velo. Es que derrapan las
neuronas. El cerebro ya no guarda. La sustancia gris escasea. Queremos ir más
deprisa que el más potente de los ordenadores. La actualidad impone un ritmo
vertiginoso. Tanta avalancha de acontecimientos no ha servido para una
preparación adecuada. Al contrario, vivimos tan al día que hemos amputado
nuestra capacidad de raciocinio. Pero ante las desgracias seguimos siendo igual
de ignorantes: echamos a correr. O lloramos con desconsuelo. O nos tiramos de
los pelos. Y repartimos culpas a diestro y siniestro.
Dicen, por
ejemplo, que existe un plan de evacuación en caso de que a nuestro Teide le dé
por escupir. ¿Cuántos lo conocemos y somos capaces de seguir instrucciones? Me
da la impresión de que las carreras –¿hacia dónde?– no van a poder compararse
con las mejores de cualquier olimpiada. ¿Y si se produce un atentado en uno de
los tantos eventos multitudinarios que nos brindan las fiestas en cualquier
pueblo o ciudad del archipiélago?
Ya puestos,
me imagino que más de uno se estará frotando las manos con el controvertido
asunto griego. Menor dejarlo estar, ¿no?
Hasta mañana,
que ya es julio. Espero que la panza de burro no nos olvide, porque estos
calores me producen urticaria.
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