Ayer, después
de ver la sexta etapa del Tour, acabé rendido. Y como hacía calor, sentí el
cuerpo esvaido, que decía la abuela.
Pensé en contarle a Barragán, ahora en el Gobierno, que unos (des)informadores
no muy lejanos lo quieren tanto que lo mismo deberá ir al juzgado a dirimir
diferencias. Después creí conveniente contarles cómo el PP cambia su logotipo,
pero deja la gaviota; esta vez, cagando, para darle más realismo.
Al final, ni
lo uno ni lo otro. Y para este post número 1661 (bonito capicúa), rescato dos
composiciones. Publicada la primera en formato libro. De la segunda, ni me
acuerdo. Creo que vienen bien para uno relajarse un fisco. La relacionada con
la importancia de la música, qué menos que dedicársela al amigo Jesús Agomar
(en la foto). La otra, mucho más escatológica, o excrementicia, para los que
flaco favor están haciendo a los ilusionados estudiantes que cursan la carrera
de Periodismo. Si hay alguno de La
Victoria, que me avise para dirigirle la tesis. No me extraña
que se suicide la gente.
Con la música a cualquier parte
Hoy te quisiera
mostrar,
en décima o espinela,
que no es cosa de la
abuela
lo del arte de rimar.
Tú no debes olvidar
que la edad no es una
excusa,
y que si el verso se
usa
como una bella
canción,
para captar la
lección
te
serviría de musa.
Pues sabrás, querido
infante,
que el medir no es
complicado,
ya que magín
entrenado
versea con gran
talante.
Octosílabo adelante
con gracejo,
donosura,
unas gotas de dulzura
y una pizca de
alegría:
yo, maestro, evitaría
el
agobio, la premura.
Por momentos imagina
dar Lenguaje con Estopa:
“así me zampo la sopa
y también la
medicina”.
Cuando la clase
termina
dibujamos con Camela:
“eso sí que es una
escuela,
gracias, ‘mae’, ya lo
veo
con El sueño de Morfeo:
‘juegan
los momentos’… ¡tela!”.
“El último de la fila
no quiero ser en las
mates
pues no me gustan los
cates:
es algo que no se
estila”.
El recurso de Camila
se nos quedó en el
tintero,
mas debo serte
sincero
-y tú me dirás “a mí
plin”-,
no me hace gran tilín
porque
a La Oreja prefiero.
Habrás visto,
mozalbete,
que también es poesía
el ritmo y la
melodía.
No es el libro de
Petete,
pero puede ser
sorbete
de refresco
veraniego.
Eso sí, no te lo
niego,
hay que cogerle el
tranquillo,
que te resulte
sencillo
para
no sentirte lego.
Con la última nos
vamos
y quedo de ti
dispuesto.
Echarás tú ahora el
resto
y ya juntos
procuramos,
que si en la vida
cantamos,
habrá menos ocasiones
de que algunas
decepciones
nos causen un mal
vivir;
creemos un porvenir
bien
preñado de ilusiones.
Irreverencia
Cada verano que llega
un suplicio te supone,
pues te sobran los rebosos
cuando el bikini te pones.
Mira tú quien me está hablando,
no te mires bien la panza,
que ya te tapa el capullo
y hacia las yemas avanza.
Te pusiste mucha crema
y ya coges el calufo,
bien tumbadita en la arena
te echaste tremendo gufo.
No sólo eres cochino,
sino fuerte mentiroso,
tú te cagaste en el agua
armando chico escorroso.
Si se juntan las mujeres
en la orillita sentadas,
el agua estará caliente
por los cientos de meadas.
El hombre es tan valiente
que me deja sorprendida,
se mete en el agua un fisco
y se le queda encogida.
Déjalo estar, Catalina,
no te metas en fregados,
que si tu lengua se afina
salimos bien enfangados.
Tienes tanto fundamento
que no sé cómo te aguanto;
te llamaría jumento,
pero no mereces
tanto.
Bueno, feliz fin de semana. Y
cuidado con el solajero.
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