Como lo
prometido es deuda, y varios de los que yo llamé para invitarlos a que lo
solicitaran (y aunque fuera mentira, cómo te vas a enterar si yo no te lo
cuento), lo hicieron por diferentes
canales, vamos a reproducir estas diez décimas. Fueron elaboradas, junto a las
denominadas hospitalarias (y que insertaré mañana), en la semana de
convalecencia en Hospiten Rambla (no hay que permanecer ocioso ni acostado).
Con ellas solo pretendo una llamada a la sensatez y a la cordura. Porque en
torno a determinadas enfermedades se congregan demasiados tabús. Si las
afrontamos con moderado optimismo, mucho habremos ganado. Encerrarte en la
burbuja, malo, malo.
Hay momentos en la vida
que aumenta lo que no
debe
–lo que quieres no se
atreve–
perdiendo tú la
partida.
La próstata consabida
se apunta al cuarto
creciente,
ya seas Juan o
Vicente
no se digna en
avisarte;
hago, por tanto, un
aparte,
porque ocurre de
repente.
Hoy te quisiera narrar
que un día me sucedió
un percance que privó
a la vejiga evacuar.
Me tuve que fastidiar
una larga temporada,
en que no salía nada
por donde tú te
supones;
así que te doy
razones
si te ves en la
estacada.
Es intervalo complejo
cuando a urgencias te
encaminas,
porque en tal punto
no atinas
ni a aceptar un buen
consejo.
No hay chistera ni
conejo
que te libre del
suplicio,
y crees perder el
juicio
a punto de reventar…
¡no lo quiero ni
pensar,
madre mía, qué
suplicio!
Vas luego al especialista,
quien te pinta el
panorama
sin andarse por la
rama,
pero en ambiente optimista.
Te voy a dar una pista,
Te voy a dar una pista,
endosa sin pestañear:
–Si no se puede mear,
cortamos y destupimos,
a la par que
reducimos
la causa del
malestar.
A los hombres les traslado
que si pasan cierta
edad,
y tienen dificultad
en la cosa del meado,
no miren para otro
lado
y acudan presto al
galeno.
Que el doctor le
ponga el freno
a quien causa
anomalía,
no sea que llegue el
día
en que el “tranque”
sea pleno.
De valer con mi
experiencia,
te pongo en
antecedentes,
pues no se crean las
gentes
–siempre existe esa
creencia–
que se quedó atrás la
ciencia.
Hay solución para el
mal,
y aunque lo pases
fatal
con la sonda ahí
colgando,
al menos vas orinando:
sí, ya sé que no es
igual.
A grandes males,
remedios,
y transitorio el
proceso,
más tarde vendrá el
ingreso
con lo que acaban los
tedios.
Se ponen en marcha medios
para el tubo liberar,
y es menester
desbrozar
el tejido que ha
invadido
un terreno prohibido
que impide bien
circular.
Trabajo de un
fontanero,
definen los
ilustrados,
con caños por todos
lados
y un bidón de aquí te
espero.
Si debo serte
sincero,
aunque se pase
jodido,
una bendición ha sido
volver a sentirte
sano,
y con aquello en la
mano
de ustedes ya me
despido.
Ser expresivo pretendo,
o didáctico, mejor,
pues hay que poner color,
al menos así lo entiendo,
que si una pizca de humor
te sazona tu pesar,
no te pondrás a cantar
pero liberas el coco,
lo otro es volverte loco
o para echarte a llorar.
Que no hay en el mundo gozo
como el vaciado
eficaz,
pues cuando en el
acto estás
y el cuerpo notas
dichoso,
no hay instante más
hermoso
que sentirte
descargado.
No tentemos, pues, al
hado,
y cumple las
revisiones,
que te eviten
ocasiones
tal cual te las he
contado.
Bueno, mis estimados, mañana el
resto. Hasta entonces.
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