No creo sea
buena táctica, incluso política, ir de sobrado por la vida. Que es lo que
parece estarle ocurriendo al PP realejero. Puede que piense Manolo que a él,
por la divina gracia de la
Virgen del Carmen, no le va a ocurrir jamás lo que a su
formación allende los mares. O quizás no tan lejos. Olvida la letra de aquella
copla que señala cómo una palma subió orgullosa para acabar en el suelo
barriendo. Es el peligro evidente de las mayorías absolutas cuando concluyen en
el endiosamiento (engreimiento, petulancia, egolatría). Como si besitos y
arrumacos fuesen medicina perenne. Las viejas, por razones obvias, se van
muriendo. Y las que vienen detrás son jóvenes sobradamente preparadas. Y el que
quiera entender que lo entienda.
Desde el
mandato anterior, el grupo popular de la Villa de Viera se subió al carro de no
tomar en consideración propuesta alguna que procediera de cualquiera de los
concejales de la oposición. Ni la más mínima atención. Se bastan. Con
argumentar que ya están en ello (emulando al Aznar pletórico de años atrás),
despachan las preguntas y mociones al ritmo que dicta el jefe. Me consta que
más de uno de sus ediles se ha rebelado. Pero en privado, eso sí. Que el
reparto de competencias y las asignaciones económicas son demasiado golosas
como para poner en juego supervivencias.
Como son
públicas tales cuestiones, estimo que muchas de las iniciativas elevadas a la
consideración del pleno gozan de excelente salud. Y son factibles de, al menos,
ser debatidas. Porque ya es casualidad que al día siguiente de ser rechazadas,
las redes sociales y otros medios de comunicación soportan la avalancha de un
gabinete de prensa que trabaja a destajo para demostrar que la concejala de
educación, verbigracia, busca libros y material escolar para hacer otro banco.
Cojan las actas de la
Asociación de Padres del colegio de Toscal-Longuera (años
ochenta del siglo pasado) y no vayan más lejos a recoger medallas ajenas. Y no
se cobraba un duro por trabajar de lo lindo. No como en la actualidad que se lo
pasan muy lindo por no trabajar un carajo. Qué bonito es figurar. Así se pueden
bien disimular ineptitudes manifiestas. Y con la artimaña de las dedicaciones
parciales, contabilizadas en porcentajes grotescos (¿cómo se dedicará el 40% de
un tiempo a labores municipales? ¡Ah!, es un truco para enchufarlos a todos;
bien de salidas tiene la regleta), que viva el vino.
Bien les
gusta un banco. Tanto que se han dedicado a husmear sitios oficiales de
consistorios españoles para adecuar ordenanzas al estilo realejero. Vamos, como
hizo Marrón con su tristemente célebre Plan de Seguridad. Y arráyate dos
millos. Me dijo en cierta ocasión el presidente de una conocida sociedad que
tal cargo lo podía ostentar cualquier rebenque, como él mismo, siempre que a su
lado tuviese alguien con dos dedos de frente. En los equipos de gobierno de los
ayuntamientos de ahora mismo ya no se conforman con ese alguien. Necesitan
bastantes. Por algo será. ¿Lo habrán cogido? A lo peor no.
No me tildes
de duro en mis críticas, pero ya está bien. Y el pueblo, adormilado. Creyendo
en los pajaritos preñados que nos vende el supremo Mariano en sus loas. A mi
modesto entender puede que esté viviendo en un país diferente. Yo, por
supuesto. Porque el de ellos sí es real. En su imaginación, pero real. Se creen
acompañados en su más oscura soledad. Te venden la misma moto tantas veces que
tú sueñas tener diez o más de ellas. Se hace una obra pequeña en mi pueblo
(pongamos unos escasos miles de euros) y el despliegue propagandístico es de
tal calibre que piensas estar contemplando el cierre del anillo insular. Para
el que los presupuestos estatales contemplan 15 millones de euros merced a la
intercesión del presidente insular ante la ministra del ramo. Dado que el
montante económico que se estima para concluir el tramo El Tanque-Santiago del
Teide ronda los 300 millones, vayan calculando. Entre pipas y publicidad, me
dirán. A un servidor, a este paso, no le va a caer la breva. De todas maneras,
como ya estamos inmersos en un círculo virtuoso (antes fueron brotes verdes o
conjunción de planetas), la salida del túnel –y nunca mejor dicho– sigue igual
de distante. Por cierto, seguimos olvidando que desde El Castillo (Los
Realejos) hasta Buen Paso (Icod de los Vinos) falta tremendo cacho de carretera
por acondicionar. Y como subo a Las Abiertas al menos una vez en semana,
observo que ya el piche comienza a presentar desperfectos. Debe ser que no
atisbo sino fallos.
Conozco a un
amigo que lo contrataron cuatro veces el pasado mes de julio. Y se pregunta si
contará por cuatro personas en las estadísticas. De ser así, señores populares,
van a tener que seguir creando muchos bancos para acabar reduciendo la lista a
unos límites soportables.
No me está
gustando el caminar de ciertas perritas. Estas esperas a ver qué pasa en las generales
son compases de inutilidad total. Tan al acecho están que se pasan más minutos
afilando cuchillos que realizando una gestión adecuada. Eso sí, no me puedo
quejar porque mi pensión siempre será revisada al alza. El 0,25% no es moco de
pavo. Debo estar por lo menos solo un tercio por debajo de cualquier concejal
al uso.
Mientras, mi
alcalde (en chiquito), pero al tiempo alto cargo orgánico (en grande), tiene
nueva pareja de baile político: Carlos Alonso. Ambos abonan el terreno.
Tremenda gracia me hace cuando Manolo nos establece el símil del matrimonio que
se quiere mucho para explicarnos (entrevista dominical) sus concomitancias en
el Cabildo. Y ahí lo dejo, no sea que Adolfo vaya a tener más trabajo.
Amigos,
estamos en ello. Hasta mañana.
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