Ya está. No
medito más. Lo tengo decidido. Y lo hago público. La foto que ilustra el
presente post es bastante significativa. No hay tajinastes ahora, pero sí
flores de pascua. Rojas. Como las del cuento de Juan que hace unos días inserté
en Pepillo y Juanillo, y cuyo enlace va a continuación por si no tuviste
ocasión de echarle una visual en aquel momento: http://pepilloyjuanillo.blogspot.com.es/2015/11/juan.html.
Yo, como
Juan, soy de campo. Mago, si te apetece. Y a mucha honra. Y detesto a quienes
se mofan de la figura del campesino, del agricultor, del que jociquea tierra un día sí y el otro
también. Más, mucho más en los tiempos que me correspondió vivir en La Gorvorana. En una enorme finca
de platanera. En la que mi padre era medianero. ¿Medianero? Así lo mentaban. Que
no aparcero que lleva a medias tierras o ganados u otros, a decir del DRAE.
Sabemos que
la agricultura sigue en horas bajas. A pesar de concejales y consejeros a
tiempo completo (para cobrar). Hay un mucho de entretenimiento antes que plena
dedicación. El progreso conlleva las servidumbres de rigor. Pero los magos
siguen en el candelero. Algunos venden libros a costa de ellos. Son los
ilustrados. Otros se conforman con llenar el sombrero de telarañas en las romerías.
Son los advenedizos. Ni los unos ni los otros han jalado jamás por la guataca.
El mago tiene
fama de obstinado. Por ello, sin vuelta de hoja, yo también. Muchos son los que
me comentan cada día qué necesidad tengo de estar siempre metido en
berenjenales. Son los que se mueren de aburrimiento y estiran la pata al mes de
haberse jubilado. La actividad me persigue. Y yo a ella. La ociosidad, como sinónimo
de inútil o desocupado, no existe en mi vocabulario.
No tengo móvil.
Presumo de ello. Pero me considero adepto, que no adicto, a Internet. Por lo
que mis accesos a la red son a través del ordenador. Tan pachucho ya el pobre
que no hace sino darme disgustos. Ayer, sobre mediodía, después de ir a La Cruz Santa a buscar el
coche (que me pidió por estas fechas tan nombradas una nueva batería), comprobé
que habíamos alcanzado (los chicos y yo) el cuarto de millón de visitas. Lo que
me llevó a pensar en que más de uno debe estar enganchado. Los incondicionales,
la razón de ser de estos comentarios. Mil gracias.
Ayer fue,
asimismo, el día en que Rajoy e Iglesias visitaron estas peñas. Y leí en cierto
periódico que en el mejor momento de su campaña. No lo entendí. El empeño de
titular con ciertas dosis de atracción (las ventas están por los suelos) lleva
a situaciones de esperpento. Como grotesco es el espíritu de mago (el otro, el
de la chistera) que le entra a cada candidato. Una vez más el PP cae en la
zanja de las promesas, cuando sabe que el más mínimo gesto de Merkel supone
abandonar tales ideas y pasarse al club de todo para el pueblo pero sin el
pueblo; mejor, dándole por donde le duela, y sin vaselina.
Las fotos en
Facebook causan furor. Siento tremendo dolor, más que pena, observar cómo se
ríen de jóvenes (pudieron ser mis alumnos) a los que utilizan sin rubor alguno.
Que el llanto y el crujir de dientes (cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob
y a todos los profetas en el Reino de Dios, pero vosotros echados fuera) sea
leve. Bueno, les queda el recurso de Ciudadanos. No serían los primeros. Tampoco
los últimos. Los vasos comunicantes funcionan así.
He sostenido
por activa y por pasiva que los bandazos no me gustan. Cambiar de opinión
siempre es saludable. Y aconsejable. Pero hacerlo para la caza y captura del
voto, para acomodarse a lo que desee escuchar el elector, para amoldarse a lo
que dicta la situación por mor de conveniencias, no. Los impolutos no pueden
ser veletas que el viento gira a su antojo. Y menos nutrirse de resentidos cuyo
radicalismo les sale por las orejas. Que buscan acomodo al calor de
movimientos.
No milito en
partido alguno. Abandoné en 1987 y dediqué mi vida a la docencia. Como lo había
hecho antes del ingreso en el PSOE y que simultaneé hasta el 1 de febrero de
1985. Estuve fuera de la escuela hasta el 30 de junio de 1987. Pero tan en
contacto con la misma que a finales de 1986 me comprometí con dos compañeros y
amigos excepcionales, Ángel y Pancho, en volver a las aulas para aportar cuanto
estuviera en mi manos para la marcha del flamante colegio del barrio de
Toscal-Longuera. Edificio, como otros muchos, que surgieron de la magnífica
gestión de un consejero sin parangón: Luis Balbuena. En el baúl de los recuerdos
se guardan hechos, aconteceres y algún que otro desengaño. Para las memorias.
Hoy miro a
Portugal y compruebo que la unión lo ha hecho posible. Aquí se ha buscado un
enemigo común, una diana en la que depositar dardos, flechas y otras armas
arrojadizas. Hay que derrotar al partido socialista porque es necesario para la
supervivencia de muchos, a la izquierda y a la derecha. Todos quieren
enterrarlo pero en su intento refuerzan la teoría de que le temen. Y atacan por
todos los flancos. Por algo, o por mucho, será. Perdona, Lope (de Vega, no se
vayan a confundir): ¿Qué tengo yo, que mi ‘enemistad’ procuras? ¿Qué interés se
te sigue…?
Votaré al
PSOE. Y mi mujer me dijo que ella también. Solo quedamos nosotros dos en casa. Publicado
queda. Pepillo y Juanillo aún no tienen edad para tal ejercicio democrático
Cuando sean mayores de edad, me sentaré con ellos y les contaré, con pelos y
señales, cómo transcurrieron aquellos años que sentaron las bases que los
dirigentes actuales quieren olvidar. Como si los edificios se construyesen por
el tejado. Solo atisbo esta opción como factible. La dispersión solo conduce a
que Mariano nos martirice otros cuatro años. Al día siguiente del primer
recorte en este mandato (2011-2015) se escucharon miles de voces cantando yo no
los voté. La mayoría absoluta debieron alcanzarla comprando rifas en la tómbola.
Los españoles somos españoles y mucho españoles.
Con los dos
del numero 1 de la calle Benito Pérez Galdós puedes contar, Pedro Sánchez. Firmado
y rubricado.
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