Con la niña de
Mariano
soñé triste la otra
noche,
la pobre sigue sin
coche
y anda mano sobre
mano.
Si no fuera por su
hermano*,
que la ayuda en lo
que puede,
tendría que ir a la
sede
del Partido Popular,
pues les quiere
argumentar
lo
mal que la cosa hiede.
Con h
aspirada, o mejor, jiede, en canario,
de la familia de jediondo. Para mejor
entendernos. Sin connotaciones nacionalistas.
Como hoy es
un día especial para mí pues saldré por la noche, y como uno se vuelve
conservador con la edad (lo malo es que aún no la tengo), me apetece echar mano
de un recordatorio, que circula por Internet, de aquella niña a la que Rajoy
miraba a los ojos (como remedo al Aznar de las armas de destrucción masiva) y
que hoy, convertida en toda una colegiala, sigue en la lista de espera de esa
nueva promesa –y van– por la que contaremos 20 millones de trabajadores en
apenas cuatro años. Entre ellos, una nueva maestra para que en 5 años no le
pase lo que en este.
Cuando se
cierra una legislatura con menos puestos de trabajo, menos empleos, que en
2011, el PP no especifica, como casi nunca, si en esa cantidad fijada debemos
incluir los que, como la hermana de la niña, malviven en otros países. Crisis,
la maldita crisis.
El texto que
reproduzco, con algunos retoques de cosecha propia (no nos vayamos a engañar),
no guarda parecido con la realidad. Lo juro. No, es la pura y maldita realidad.
A la que nos ha llevado el rescate bancario con recortes en la línea de
flotación del entramado social y que el gobierno popular se ha encargado de ejecutar
siguiendo los dictados de una bruja llamada macroeconomía. A la que se le ha
importado más bien poco lo que los gerifaltes engloban en el capítulo de
excepciones, sin percatarse de que estas superaron todas sus previsiones. Manda
primas de riesgo (que ya no renta electoralmente).
“La niña de
Mariano Rajoy ha nacido en un hogar caótico; padres en paro de larga duración,
sin ayudas del estado, desahuciados por un banco y sin techo. Comen y comparten
casa gracias a la generosidad de los vecinos, Cáritas, Asuntos Sociales de su ayuntamiento
que algo les da cada mes. La niña se enfermó y la gravedad se acentuó con el
copago. Ya puedes deducir que su padre no puede comprar las medicinas. La
farmacéutica se las da con la condición de que el abuelo, que cobra una pensión
de 626 euros, las pague el 25
de cada mes antes de que vayan a comprar a Mercadona. Junto a los pañales
y el tratamiento del Alzheimer de la abuela, que está encamada. Le arreglaron
una montaña de papeles hace dos años y no cobra la prestación de dependencia.
La hermana mayor de la niña viaja por el mundo con dos carreras que realizó en
la época de un tal ZP. Ahora se halla en Alemania. Tuvo suerte. Mucha. Disfruta
de dos trabajos y cotiza por 4 horas en cada uno, pero debe echarle un total de
14 horas diarias para cobrar 850 euros.
Sin experiencia laboral y con un alemán aún a medias, solo ha podido demostrar
su valía en la limpieza de un supermercado y de unas grandes oficinas. Pero
no está sola, otras cuatro jóvenes, sobradamente preparadas como ella, la acompañan
en el sentimiento. Quizá no le vayan a renovar los contratos y sin prestación la Merkel la mandará a España para
que disfrute junto a su familia. La niña ya esta en infantil de 4 años, pero
comparte su clase con los de 3 años. En el colegio, debido a los recortes, la
misma maestra da a los dos cursos. Es muy divertido dar clase a 30 niños, la
consuela su madre que vivió situaciones parecidas en la época de Franco. Y su
abuela, la encamada, le cuenta lo de la leche en polvo y el cacho de queso. No
obstante, el colegio de la niña de Rajoy es un edificio bastante moderno que se
fabricó en el pueblo en la época de Felipe González. Al que después ZP le
financió el comedor. Ahora no hay dinero, alega la Consejería de Educación.
Se hace cargo el Ayuntamiento, pero los padres deben pagar 80 euros para que la niña tenga una comida al
día. Como ellos no pueden, se los envía su hermana de Alemania”.
Vaya historia
con la niña que parió Rajoy. Que no es un caso aislado que se multiplica en las
redes sociales. No conforme, va a seguir en el paritorio. Dará a luz dos
millones de trabajos con contratos indefinidos. Porque en ‘su’ España apenas el
1% de los currantes tienen un contrato temporal. Los alcaldes, sus alcaldes,
han debido estar muy ocupados en otros menesteres más domésticos, más
orgánicos. Y no han sido capaces de apuntarle el número de solicitudes que han
pasado por los ayuntamientos.
Yo me he
recorrido toda España. Conozco todos sus rincones. Y la gente me saluda. Y yo
me admiro. Yo, yo, yo… ¿Y nosotros?
El domingo
vamos a votar. Nosotros tenemos la posibilidad de contar anécdotas y meteduras
de pata otros cuatro años, o no. De publicar frases ingeniosas, de memorizar
portentosas sentencias, de soportar discursos sin derecho a replica, o no. De
pasear por el mundo nuestras altas capacidades lingüísticas y las elevadas
dosis de dominio en los ámbitos internacionales, o no.
Mañana más. (*) Mejor hermana, pero aquello de la rima...
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