¿Cómo
llevamos lo de los pactos? ¿Ya se definió el ciudadano Felipe? Rajoy le iba a cantar
las cuarenta en bastos: "Yo, sin dudarlo, el primero". Pero le fallaron los apoyos y debió renunciar. Pensó que la veteranía era
un grado. Ya le queda menos para que los suyos se lo coman vivo. Como un pulpo
a la gallega.
Siguen
sosteniendo los populares que si se conforma cualquier otro gobierno que no
pase por ellos será un engaño al electorado. Que se atrevan a hablar de
incumplimientos, manda tela. Ni sus periodistas de cabecera están ya por la
labor. Ni siquiera el pistolero.
Los que ponen
en solfa los lamentos de Jiménez Losantos por no llevar pistola con la que
disparar a Errejón, Bescansa o Maestre no conocen a Jópez. Federico, a pesar de
su amplísimo bagaje, no le llega a la suela del zapato. O a la lona de la alpargata
(la blanca, la de hombres, faltaría más), más en versión autóctona. ¿Que quién
es Mr. Jópez?
Mr. Jópez
(don Nítido, puro y casto, para los amigos) es –era– un chico de barrio. Menudo
pollo está hecho. Criado en un ambiente familiar estable pero echado a perder
por eso que denomina la opinión pública malas compañías. Lo cierto es que los
posibles inductores de los desvíos conductuales supieron integrarse en la moral
y buenas costumbres en un instante de lucidez transitoria. Jópez, no obstante,
siguió erre que erre en su deambular sin freno por los intrincados y perversos
vericuetos de la sórdida maraña social. Se pringó en el lodazal hasta las
mismísimas cejas. Se enredó en las nasas y trasmallos de la iniquidad. Y creyó
ser el rey del mambo. Permutó el pulcro vocabulario mamado en el hogar por el
más atractivo y sugerente de los bajos fondos. O de los bajíos. Diríase, para
mejor entendernos, que se pegó como una lapa a la roca de la perversión.
A los
detractores del polémico periodista que añora a Marcial Lafuente Estefanía
(aquel que con una bala se cargaba tres malvados cuatreros; puestos en fila,
claro) en sus mañanas radiofónicas, les recomendaría transiten otros foros, que
beban en más fuentes (a incluir el Chorro Cuaco y los de Epina). Se llevarían
tremendas sorpresas cuando conocieran los andares del protagonista de este
cuento. Menudo es mi Jópez.
Mi Jópez no
tiene un chiringuito (serie televisiva producida por Mediaset en colaboración
con 100 balas, ¿lo cogiste?). Jópez es chiringuito per se. Productor, realizador,
jefe, ayudante, cámara, actor, histrión y recogepelotas. También las toca en
increíbles juegos malabares. Y no amenaza, como el peninsular. ¿O godo? Dispara
y después pregunta. O tal vez no. Jópez, mi Jópez, es hombre de pelo en pecho y
sin filamentos en la lengua. No tiene un pelo de tonto. Y jura por todos los
habitantes de su nirvana que se le caerá el ídem a quien ose traspasar las
fronteras de su Mississippi. La cagaste, forastero.
Por los
lugares que transita mi Jópez no hace ni corre un pelo de aire. Ni dejan crecer
la hierba, cual un Atila al uso. El huno que montaba a Othar. Y siempre va a
pelo descubierto, contando con pelos y señales las vergüenzas ajenas para
general escarnio y pública tribulación. Dicen, o me contaron (marca de la casa,
me viene al pelo)… ya me olvidé. Recuérdamelo tú, Monda. Hoy es lunes. Vaya día
para empezar la semana.
Así te luce
el pelo, Federico. Buscas el pelo al huevo y un día de estos se te va a caer
(el pelo). Poco importan tus exabruptos a contrapelo. Estamos acostumbrados.
Gentes de medio pelo, o quizás de poco pelo, no como mi Jópez, abundan al
socaire de ondas hertzianas. Lo bueno de este país (ahora, que con Franco no
pasaba eso) es que la justicia suele también, todo se pega, echar pelillos a la
mar. Así, claro, estamos hasta los pelos.
Hace tiempo
que no le veo el pelo. Deberá estar sachando papas. Seguro que cuando me anime
y me atreva a contar su cuento (¿contar su cuento?) se me pondrán los pelos de
punta (¿los pelos de punta?, difícil lo veo). Estuve en un tris tiempo ha pero
la oportunidad se me escapó por los pelos. Y es que personajes de buen pelo
(ironía a la enésima) no se hallan a mano todos los días.
Menudo es mi
Jópez. Sigue así y se te queda enano. Controvertido, exotérico, esotérico (¿también?),
histérico, colérico, cantinflérico, celtibérico, matérico, hipérico (¿seguro?),
en fin, estratosférico. Como para tirarse de los pelos.
Si has creído
que hoy fui de tomadura de pelo, nada mejor que desviarte a una reflexión seria
del amigo Luis Febles. Lo malo es que el título se las trae, tiene miga:
Crecepelo para Canarias. Pincha, si te restan dos minutos, en el siguiente
enlace: http://eldia.es/2016-01-22/CRITERIOS/CRITERIOS17.htm.
Eso sí es escribir.
Hasta más
ver, que son señas…
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