Aquellos que han tenido la infinita paciencia de seguir las
andanzas de los chiquillos que dan nombre a este blog en el que desahogo el
caos circulatorio de ideas, quizás no se merezcan este post de hoy. Pero me
siento en la obligación de aclarar ciertos conceptos a los que se alongan de
vez en cuando al mismo a través del enlace a Facebook que tal gentilmente me
permite la aplicación denominada Twitterfeed. Suelen ser aquellos
incondicionales de tal o cual partido político que creen lesionados sus legítimos
derechos de seguir al pie de la letra los manuales de instrucciones. Y que un
opinador, u opinante, deje plasmadas unas líneas en las que se cuestione el
andar público de cualquier cargo, le supone un ataque frontal a sus
convicciones ideológicas.
Un artículo de opinión es un texto periodístico que
manifiesta el sentir o el pensar de una determinada persona acerca de cualquier
asunto. En las variopintas temáticas posibles: política, económica, social,
deportiva… Prima en el mismo, por tanto, la subjetividad.
El responsable de Pepillo y Juanillo (a saber, yo) no se
halla al margen de cuestiones tan elementales. Tanto que no requieren,
entendía, mayores explicaciones. Porque cuando debe imponerse el sentido común,
que se aparten disquisiciones de mayor porte.
Como desde 1987 –el próximo año haremos la treintena– me
asomo a los medios de comunicación (primero en los periódicos impresos y ahora
en estas plataformas digitales) para dar a conocer mis pareceres de todo
aquello que llame mi atención, nadie deberá indicarme que estoy sujeto al
juicio de los que pierden unos minutos en ojear las líneas tecleadas. Y las
andanzas a través de varios miles de comentarios me señalan que las observaciones
críticas que he recibido en esta larga trayectoria proceden de aquellos que se
dejan influir por impulsos, cuando no obediencias ciegas, en los que la razón
queda obnubilada por demasiados prejuicios.
Uno, que intenta aprender cada día de tropiezos y errores,
se lamenta de la escasa comprensión lectora que aún, en época de adelantos y progresos,
abunda en nuestra población. Porque la perorata que se adjunta en la
ilustración y que es, o debe ser, la consecuencia de no haberle convencido al
autor de dichas líneas la entrada que titulé ‘Gira el trompo, gira’, del pasado
viernes, no solo es la confusión del atún con la velocidad, sino el recurso de
la provocación y el insulto a las más elementales normas de comportamiento. Pero
allá cada cual, cada uno es libre de etiquetarse como mejor le venga en gana.
Creo no haber recurrido jamás a este tipo de calificaciones
con cualquiera de los personajes que han sido diana de mis dardos dialécticos.
Y mucho menos en su ámbito personal. Siempre los destinatarios han sido
mentados en su esfera pública. Y como los electores no debemos limitarnos en
acudir a las urnas en cada cita electoral para zanjar nuestra participación con
introducir la papeleta en la urna, entiendo, y así lo seguiré haciendo, que
poner en solfa acciones de dudosa moralidad, por muy legales que sean,
constituye una obligación ciudadana. Qué papel jugaría, si no, el periodismo.
No escribo para los que piensan como yo. Porque en este blog
también quiero despertar conciencias. No espero aplausos diarios tras la
lectura de los párrafos que brindo al menos de lunes a viernes. Y ante el
consejo de qué necesidad tienes tú de eso, me rebelo. Tanto el pasotismo como
las dependencias serviles no forman parte de mi actitud vital. Me alegra, por
supuesto, que los que coinciden con mis planteamientos pinchen en me gusta o
plasmen unas letras. Pero no me levantan ampollas quienes disienten. Y como
hablando, o escribiendo, se entiende la gente, bienvenidas sean las
discrepancias. Seguro que de la conveniente puesta en común surgirán los
necesarios avances.
Pero, y bien que lo siento, hay salidas de tono que
únicamente demuestran obcecaciones. Máxime cuando no es la primera ocasión en
que las imprecaciones se constituyen en los únicos argumentos de las divergencias.
Hecho que lejos de contrariar me vale de acicate para seguir incrementando el
número de artículos. Aquí tienes un ejemplo. Cuya meta, lo reitero, es alcanzar
los dos millares. Y luego ya se verá. Pues logrado dicho objetivo, lo mismo
cierro el capítulo de mis dos queridos ‘hijos’ para abrir una nueva etapa ‘Desde
La Corona’.
Hombre, ya puestos, me encantaría que Manuel Domínguez
(nombrado por el autor de las lindezas), todavía amigo en Facebook (aparte de la
buena relación, creo, que en lo personal nos dispensamos), o alguien de su
círculo cercano de colaboradores, plasmara en qué lugar y en qué ocasión Jesús
ha manifestado que es el único responsable de la situación actual de la Casa de
La Gorvorana. Cuando vengo desde la época en que José Vicente era el alcalde
machacando en hierro frío tras la firma del convenio urbanístico por el que el
ayuntamiento pasó a ser el propietario de la ruina. Y escrito está que cuando
me lo comunicó le pregunté si disponía de un saco grande, de los de nitro de
100 kilos, bien repleto de billetes de 500 euros. Yo no nací por allí, me parió
mi madre allí.
Cada vez entiendo más el porqué de las victorias del Partido
Popular. Y ya está. Yo soy yo, y las ironías son mis circunstancias. No concedo
permisos –ya saben que disponen de él a libre albedrío– para que plasmen las
disensiones que menester fueren. Pero sean ecuánimes. Y si consideran que
merezco alguna conformidad, no me dejen sobre ascuas.
¡Ah!, aunque el vocablo crítica suele tener una connotación
negativa, no olvidemos que también consiste en un juicio que se expresa
generalmente de manera pública.
El Imserso abrió el plazo de solicitudes para la campaña
2016-2017. Si desaparezco no será por gandulismo, sino porque quiero
culturizarme. Aunque con la pata no iré muy lejos, al menos hasta dentro de
unos meses.
Y mañana, martes y trece. Jugaré la primitiva.
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