En Hespérides[1],
Eduardo Westerdahl, al recordar la celebración del ‘Día del Libro’, hace
referencia a la carestía del mismo, a la evolución del lector moderno –la prisa, en vez de dar holgura a la vida,
la ha llenado de nuevos quehaceres– y a la muerte de la novela, lo que ha
dado paso a la imposición del ensayo en el periódico.
La Voz del Valle[2] nos cuenta lo acontecido en la Fiesta del Libro en dos poblaciones del
norte tinerfeño. La primera, en Realejo Alto. Acto celebrado en la Plaza de la
Iglesia. Allí se dieron cita ocho escuelas nacionales con sus respectivos
maestros, formándose un alegre cuadro de
angelicales niños de ambos sexos.
Leyeron trabajos literarios las siguientes
personas: Dª. Emilia Mesa, jefe de la estación telegráfica; señorita Áurea
Méndez, maestra nacional; D. Diego Cedrés, cura adjutor; y los Sres. Plasencia,
Mederos y Hernández Quintero, maestros nacionales.
En nombre de la Corporación organizadora del
evento, pronunció un breve discurso alusivo al acto que se conmemoraba, el Sr. teniente
de Alcalde, D. Pedro Rodríguez Siverio. Seguidamente, se obsequió a los niños
con libros morales, dulces y vinos. Las personas que tomaron parte en la fiesta
y presidieron el acto fueron agasajadas en las Casas Consistoriales con pastas,
dulces, vinos, cervezas, licores y tabacos.
El vecindario ha quedado muy satisfecho del buen resultado que tuvo esta
fiesta de cultura, y no es de dudar, el mayor éxito que ha de alcanzar la
Fiesta del Árbol que se celebrará, probablemente, a fines del presente año.
La segunda, en Buenavista. Con participación
de las autoridades locales, maestros nacionales y el Sr. Cura-párroco. Después
de explicar a los niños de las escuelas públicas el alcance de acto que se
realizaba, excitándoles en el amor a la
lectura, el alcalde repartió libros entre los alumnos asistentes,
terminando la fiesta en medio de la mayor alegría.
En un anexo del trabajo original incluimos la
relación de 50 libros que remite el alcalde de la Villa de la Orotava al
maestro de la escuela de la Dehesa Baja (7 de octubre de 1928), para repartir
entre sus alumnos con motivo de la festividad del Día del Libro.
Y la relación de folletos, libros y revistas
que, con motivo del “Día del Libro”, fueron enviados a las escuelas de La
Orotava para premiar a los escolares más aplicados, fue esta:
Ocho folletos de “Episodios históricos”, un
ejemplar de “Costumbres canarias”, un ejemplar de “A través de Tenerife”, un
ejemplar del número 35 de la Revista Hespérides, un ejemplar del número 636 de
“La Esfera”, un ejemplar de “El Exterior” (crónicas y artículos), dos
ejemplares de “El cancionero de la infancia”, un ejemplar de “Frases y
cuentos”, un ejemplar de “Nuestros amiguitos”, un ejemplar de “Historietas
morales” y un ejemplar de “Crustáceos y moluscos”.[3]
En la sesión de la Comisión Municipal
Permanente de 26 de septiembre de 1927, se acuerda que, con motivo de la
celebración de “El Día del Libro”, el próximo 7 de octubre, se adquiera una
colección de novelas remitidas por el Patronato Social de Buenas Lecturas
(Madrid), por un importe de 100,80 pesetas y 100 ejemplares del folleto
“Memorias de D. José de Viera y Clavijo”, editado por la Imprenta Orotava, con
un importe total de 300,80 pesetas, para repartir a las diferentes Escuelas
Nacionales.[4]
El 11 de agosto de 1928, el vecino de esta Villa, D. Luis Diego
Cuscoy, soltero, estudiante, dirige instancia al ayuntamiento de La Orotava,
porque habiendo publicado el libro
intitulado “Tenerife espiritual”, el cual contiene estudios analíticos
encerrados en el marco de bosquejos psicológicos (...) en cuanto que divulgan
recónditas bellezas regionales, y considerándolo apropiado para la
celebración del Día del Libro, propone la compra de varios ejemplares al precio
unitario de 1,50 pesetas.
De igual manera, y en el mismo expediente[5],
una instancia (10-septiembre-1928) de D. José Delgado Marrero, maestro de la
Escuela Nacional de niños de Miranda (Breña Alta-La Palma), como autor de una
“Geografía Regional de Canarias”, proponiendo la adquisición de ejemplares para
el Día del Libro.
El periodista Luis Álvarez Cruz, al lanzar a
la publicidad un tomo de poesías, titulado “Mi vaso pequeño, primer volumen de
la editorial “T.I.D.”, dirige instancia a los ayuntamientos, entre ellos, al de
La Orotava[6],
al considerar que las entidades del
carácter de la presente distribuyen un renglón de su presupuesto con destino a
la adquisición de obras encaminadas a satisfacer la festividad del libro, de
prescripción nacional.
Por ello, y como autor del país, se dirige a la Corporación para proponerle la
compra de algunos ejemplares por valor de setenta y cinco pesetas.
Teniendo en cuenta que con el solicitado apoyo económico no solamente se
satisface el concepto aludido, sino que a mayor abundamiento se proteje [sic] una biblioteca de caracter
[sic] insular y, de rechazo, a los
escritores del pais [sic], fomentando
por consiguiente el cultivo de las letras en la región.
[1]
Hespérides, Santa Cruz de Tenerife,
10-octubre-1926, año I, número 41.
[2]
La Voz del Valle, La Orotava , 13-octubre-1926,
año I, número 45, página 1.
[6] 2 de abril de 1930.
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