Ya utilicé este titular hace años cuando colaboraba en un
diario tinerfeño. Pero hay tres aspectos (bastante frescos) de la realidad
portuense que entiendo merecen ser destacados. Y, desgraciadamente, como otros
lunares en y para la gestión municipal. Que no se ha destacado en estos últimos
años por relanzar una ciudad que se deteriora a pasos agigantados. Menos mal
que el turismo sigue siendo fiel y aporta las divisas necesarias para el
sostenimiento de la actividad comercial.
Ahí tenemos la piscina municipal como ejemplo significativo
de un equipo de gobierno que parece no tener los arrestos suficientes para
acometer cuanta acción se considere conveniente para tapar esta vergüenza. Que
deberá unirse a la flamante estación de guaguas. Vaya dos muestras para
presumir ante un visitante incrédulo. O ante un deportista que ha debido
buscarse la vida en otros círculos para llevar a la práctica el ejercicio de su
actividad física.
Se ha licitado la contratación del proyecto pertinente. Y en
sus bases hemos de destacar el plazo de ejecución: hasta 2018. Pero se confía,
eso leo, que los plazos se acorten. Aspecto que no creo se haya dado jamás en
la administración pública. Máxime con dirigentes más preocupados en asegurar
sus garbanzos que en luchar a brazo partido por unas instalaciones en consonancia
con el prestigio y la historia del motor económico del Norte. Luego, una vez redactado,
sacarlo a concurso y… ustedes sigan sumando meses. Habremos de confiar en que la
empresa adjudicataria –ya debemos estar por 2019– cobre religiosamente y las
obras se desarrollen de acuerdo con los planes previstos. Difícil, pero seamos
optimistas. Y, mientras, que todos los santos pongan sus manos para que no
ocurran aconteceres sobrevenidos, como que se caigan las cuevas en Punta Brava,
el Castillo de San Felipe se desgorrife (en peninsular: desmorone) o una mar
brava entre por el flamante puerto deportivo y acaben las olas en la comisaría
de la Policía Nacional. Fíjense que he dejado al margen las negociaciones para
el Parque Marítimo porque ya en ello está Carlos Alonso con su interlocutor
válido, único y verdadero (vamos, uno y trino) en las márgenes del barranco.
Cuando Juan Carlos Marrero era concejal de fiestas tuvo a
bien sumarse a la iniciativa perdomera del Festival Internacional de Folclore
Arautápala. Lo malo era que no pagaba. O lo hacía con tanto retraso que se le
juntaban dos anualidades. Bueno, con la excusa de la crisis, aprovechó Linares
para cargárselo (el festival). Porque ahora, qué curiosas las circunstancias de
la vida, deberá eliminar, de mentiritas, al concejal mencionado (junto a otros
tres) por no acatar el controvertido pacto en cascada y no aceptar la
presentación de la moción de censura que debería dar la alcaldía al partido más
votado. Otra pantomima más, pero, mientras tanto, avanzamos a toda mecha hacia
las próximas elecciones y cuando se convoquen, aquí paz y un fisquito más abajo
el acantilado (de Martiánez).
Como era poco el entretenimiento, tras la debacle de la
calle Tegueste que tantos quebraderos de cabeza (¿te lo creíste?) provocó al
que lleva más de veinte años como inquilino de El Penitente, un estudio
geotécnico, con vídeos, fotos y documentos varios, ha sacado a la luz que bajo
la calle Pelinor existen dos enormes cuevas, surgidas por reproducción
espontánea, que ponen en peligro la seguridad de las casas. Y se ha ordenado el
desalojo.
El Teide nos habla y no sabemos qué nos dice. La falla entre
Tenerife y Gran Canaria es tan grande que un día de estos nos va a entrar un
cosquilleo de no te menees. Y ahora Punta Brava. Lo mismo se descubre que el
estampido del Titlis causó más daños de los que publicaron los periódicos de
aquel entonces. Y como cuando se fabricaron las viviendas en la vieja María
Jiménez no se hacían catas ni nada parecido, vete tú a saber si no es todo el
barrio el que se halla en peligro. Habrá que observar el comportamiento de los
loros por si se muestran más inquietos. Sería cuestión, asimismo, que a los
clientes del Brunelli´s Steakhouse no los dejaran salir a fumar por el costado
norte, no sea que cualquier meneo los mande devueltos a sus países de origen
envueltos en maderas nobles.
Ya se curan en salud y estipulan que para una solución
definitiva pueden transcurrir varios mandatos, aun declarando zona catastrófica
aquel entorno. Pienso que no deberán transcurrir muchas semanas para que Manolo
vuelva a bajar por El Burgado en el caballo (blanco) de Santiago. En esta
oportunidad irá Adolfo a la grupa para que se vaya fogueando. Te apuesto 50
céntimos.
Pobre Puerto. Pobre mi norte. Pobre mi tierra.
Hemos iniciado la semana con el número 1978. Restan 22.
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