jueves, 16 de mayo de 2024

Los collares de Clavijo

En el Boletín Oficial de Canarias (BOC número 92) correspondiente al pasado viernes, 10 de mayo, se publica el Decreto 50/2024, de 6 de mayo, del Presidente, por el que se concede el Collar de la Orden “Islas Canarias” a los miembros natos de la misma.

En el mismo se indica que el artículo 3.1.a) del Decreto 86/2000, de 22 de mayo, por el que se regula la Orden “Islas Canarias” (BOC n.º 65, de 26.5.2000), determina que el grado de Collar se otorgará con carácter nato a los presidentes o expresidentes del Gobierno de Canarias, presidentes o expresidentes del Parlamento de Canarias y presidentes o expresidentes del Tribunal Superior de Justicia de Canarias.

Y, en consecuencia, se resuelve otorgar tal distinción, entre otros, a él mismo (mismamente). Todo ello, según se detalla en el texto del propio decreto, porque la dignidad de las distinciones se proyecta sobre la personalidad de los distinguidos pero adquiere la máxima relevancia por el reconocimiento social, que trasciende de su propia existencia vital para enmarcarse en la memoria colectiva.

A lo que un servidor añade aquello de modestia aparte. A saber, terminaremos por condecorar a cualquier bicho viviente que haya ocupado un cargo público. Y como todos conocemos a quienes han hecho su profesión de vivir a costa del erario público, no debemos conformarnos con pagarle buen salario cada mes a los susodichos, sino premiarlos de por vida. No tardarán mucho en demandar una paguita vitalicia. Ya puestos. Con lo que concejalitos que fuera del ayuntamiento no se van a comer una rosca porque no habrá empresa que contrate a semejantes ineptos, verán resuelto su porvenir. Bueno, siempre queda el recurso de nombrarlos directores generales en el gobierno autonómico, que basta el graduado escolar comprado en cualquier feria de pueblo.

Como en la relación de laureados eché en falta a determinadas personas, me puse a indagar y viene a resultar que tal honor se le ocurrió al ínclito de Román Rodríguez. Y ya lo habían recibido anteriormente Manuel Hermoso, Lorenzo Olarte y Fernando Fernández. Si el presente fuera algo más que un mero artículo de opinión, deberíamos sumergirnos en una investigación más profunda para averiguar si el propio Román Rodríguez y Jerónimo Saavedra también se colgaron el collar. Quiero pensar que a Jerónimo no, pues por su condición de exministro, como ocurrió con José Manuel Soria, le habrán concedido la máxima distinción en España, es decir, la gran cruz de la Orden de Carlos III. Por colgaduras que no quede.

Colijo que dios guarde la teta de esta vaca, que siga dando leche para tanto mamón (bueno, lee mamífero si te parece fuerte). Es que tienen unos morros que se los pisan.

Me imagino que los celos se comerán a Domínguez. Porque observar cómo Clavijo, sin el más mínimo rubor, y sin esperar a que pase un fisco de tiempo, cuelga el collar en su lindo cogote, no debe ser plato de mucho agrado. Y conformarse con la medalla de la Villa de Viera me da que no le va a servir de consuelo.

Los regidores de los asuntos públicos harían bien en establecer prioridades. Y como no les va a quedar tiempo, en el hipotético caso de que se dediquen en exclusiva a gestionar los presupuestos de las instituciones, no darían lugar a espectáculos tan poco gratificantes. Pero ello, desgraciadamente, no se cumple. Y no quiero volver al asunto de los superávits, pero es que distan tanto del modelo de cargo público que uno tiene en mente, que la valoración no alcanza, ni por asomo, los estándares requeridos para gracias, honores y galardones.

Así que, Clavijo, coge vergüenza, invierte el dinero de los collares en menesteres más perentorios y sujétate a tu puesto de trabajo para dar el callo por esta tierra. De lo contrario, y siguiendo la teoría machacona del presidente nacional del partido de tu segundo de a bordo, deja gobernar a quien ganó la elecciones en Canarias. ¿O es que, acaso, eso solo vale para el territorio nacional? Cuánto cinismo y cuánta falta de congruencia. La ecuanimidad, que decía don Domingo, el de La Hoya.

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