Circuló el
pasado martes, y aún sigue, por la mayoría de medios de comunicación impresos
–salvo en uno que siempre va por ‘independiente’– una estupenda y linda
fotografía en la que se puede contemplar a un señor ya muy mayor saliendo –o
entrando– de –a– cierto edificio, en el que se dictan sentencias –eso dicen–,
en una extrañísima postura –para su edad–, pues lleva sus brazos algo cambados.
Es, cómo te lo explicaría yo, bueno, como si uno se le fuera sobre el otro y
este último se dispara hacia lo alto, señalando el techo –eso sí, sin el dedo
índice o corazón, que tanto monta, extendido completamente, que es lo normal en
estos arrebatos– y como queriendo indicar a los reporteros gráficos que sacaran
instantáneas de las escocias…
Vaya con don
José. Cómo se le pone tiesa todavía (la extremidad superior derecha). Lo aclaro
entre paréntesis no sea que me malinterpreten. Chacho, hablando en canario,
chiquito “ademán de significado obsceno y despectivo que se hace con la mano,
extendiendo el dedo corazón entre el índice y el anular doblados. A la vez se
levanta el brazo y se golpea en él con la otra mano”. Menudo corte de mangas le
mandó el susodicho (eso sí, en presencia de su abogado) a todos los fotógrafos
que “esperaban a José Rodríguez e hicieron miles de fotografías que de nada les
van a servir porque José Rodríguez es más viejo que la rasca. Además, ni a él
ni a los lectores les importan ya su constante presencia en los juzgados de
Santa Cruz” (editorial del día en cuestión).
Personajes
siniestros estos de cámara en ristre (los suyos se hallaban de fisgoneo
mejicano, porque esto no ha concluido y si se cree ‘ese’ y ‘esa’…), ya que “resulta
vergonzoso, incluso diríamos que odioso, el comportamiento de otros medios de
comunicación que envían a sus fotógrafos a la salida de un juzgado, como si se
tratara de retratar a un delincuente. Ni que esto fuera Nueva York. Lo que
cuesta el éxito. Lo que duele el fracaso. Aseguraríamos que don Paulino, tocado
gravemente, no es ajeno a la escenificación de ayer. Tiene todo los medios a su
alcance”. ¿Lo cogió, señor presidente? Como decía mi madre, que en paz
descanse: chiquito guineo.
Los que han
tenido la oportunidad de seguir las peripecias de ‘Pepillo y Juanillo’ a lo
largo de sus casi setecientas entradas, saben perfectamente que no es el actual
presidente del Gobierno de Canarias santo de mi devoción. Por mil razones que
ahora no vienen al caso, pero me alegro enormemente de no haber alcanzado la
etapa del chocheo, de la majadería y de la de viejo faltón y currito. Y espero,
además, que alcanzada esta, alguien de la familia, o Blogger directamente, sea
capaz de poner coto ante los posibles desmanes que en este blog se viertan. Debe
ser que los docentes estamos fabricados de un material especial. Ese mismo,
como circula aún en un correo por Internet, que le permite al gallo, tras
alcanzar tremenda meniada en singular
pelea, volver a casa con la cabeza alta: vapuleado, hecho un asquito, pero con
dignidad. Esa que parece escasear en indeterminados ¿periodistas? Los mismos
que, tras su diatriba (im)pertinente, nos deleitan con la cantinela de la falta
de libertad de expresión.
Llevo
pensando desde que empecé a redactar la primera línea, si ilustro el presente
con la fotografía en cuestión o paso olímpicamente del tema. Al final me he
decidido por colgarla. Adolece de la suficiente calidad, diría en este instante
el que confunde el atún con la velocidad, es decir, adolecer con carecer, pero
ilustra bastante. Porque si tenemos los políticos que tenemos, si los mercados
(como los tranque, ¿tú los has visto?) siguen haciendo de las suyas, y el
etcétera de rigor, para añadirle al esperpento el de una actividad periodística
que avergüenza al mortal de tres dedos de frente (otros presumimos de más),
aviados vamos. Pero la culpa es de quien es y no le demos más vueltas. Güenos mal que ya me jubilé. Otros
tenían que haber seguido idéntico camino desde hace la tira de años. Porque no
es de ayer para hoy. ¿Recuerdan esto?:
Como canarios vamos a defendernos / de esta
oleada de cigarrones / que nos están llegando a montones / y yo voy a ser el
primero. / Compraremos mosquetones / pistolas, fusiles y cañones / y hasta un
barco cañonero / con ellos dispararemos / y estos intrusos invasores / que
regresen por donde vinieron.
Es del 4 de
abril de 2008. No es que siga lloviendo, es que nos meamos sin sentir. Lo dice
la copla popular. Y la próstata, como el algodón, no engaña.
Hasta
después.
Cuando me levanté -dejé programada la entrada anoche-, observé que los medios de comunicación se hacen eco de la sentencia (será, obviamente, tildada de 'fallo' garrafal) habida en los juzgados de la foto en cuestión.
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