viernes, 29 de mayo de 2015

Isora

Ahora que se acerca el verano, recuerdo que hace un par de años, durante una breve estancia en Playa de San Juan (Guía de Isora), surgieron una boberías en verso. Lo mismo ya he publicado algunas con el auxilio de estas modernidades informáticas. En papel seguro que no. No hay dinero.
La primera de ellas dedicada a Rayco. Al que me encuentro por la zona de Alcalá. Un acróstico que intenta plasmar su buen hacer como excelente profesional que ejerce su labor en el ayuntamiento de Los Realejos (Casa de la Cultura). El resto (hasta un soneto, qué atrevimiento), de variopinta temática. Siempre surgen en las caminatas, que es conveniente ejercitar también los músculos neuronales.
Las fotos me las envió en su momento mi amiga Esther, maestra felizmente jubilada, oriunda de aquellos lares sureños.
Décima para Rayco
Atento como el que más
Mientras su labor profesa,
Inquietud y gran nobleza,
Generoso, fiel, tenaz.
Opta allá por donde vas,
Rayco,  para que el respeto,
Antes que otro nuevo reto
Y cualquier motivación,
Cumpla siempre su función:
Obviarás cualquier aprieto.
Soneto de mareas largas
Tomó protagonismo la marea
cuando agosto concluye travesía,
y vino a demostrar que la osadía
el poder de las olas tambalea.
Por dominio invadido él pasea
y libra lo que antaño poseía,
porque la mar no es solo letanía
del vate que con verso lo recrea.
En la costa abundaron los rebosos
y los ‘Sures’ de largo se inundaron
provocando lamentos y destrozos.
Pero otra vez los hombres olvidaron:
tornaron apetitos ambiciosos
que ni vidas truncadas relegaron.
Décima pesquera
Arriba la barca al puerto
en medio de espumas rotas,
con su estela de gaviotas
tras la pesca en mar abierto.
Es su patrón don Ruperto,
curtido en diez mil traquinas,
quien conoce las esquinas
del medio que da el sustento
y que hoy viene contento
bien surtido de sardinas.
El echadito pa´lante
Un menudito elegante,
que pretendió ser político,
no usó el método analítico
y solo obtuvo desplante.
Si no se tiene talante,
porque todo es figurar,
mejor sería pensar,
de quedarle una neurona,
que puede pintar la mona
en la taza de evacuar.
Décima de la moción
En una sesión plenaria
grave asunto se trató
y el tema se convirtió
en ínsula barataria.
La propuesta estrafalaria
pretendía el homenaje
a quienes lucieron traje
por el cargo ya ostentado:
dejen tranquilo el pasado
y den al presente encaje.
Décima de la gaviota
Derivas de la natura
solo desastres provocan,
si las reglas se trastocan
luego es difícil la cura.
La gaviota tiene hechura
para buscarse el sustento,
pero ya vive del cuento
y se ha vuelto carroñera,
parece vulgar ratera
que echó a la mierda el talento.
Décima del agricultor
El sufrido agricultor
vive pendiente de un hilo,
el tiempo lo tiene en vilo,
qué digo, le da pavor.
Por el frío o el calor
puede perder la cosecha,
una tarea bien hecha
queda rota de repente
y el fruto de la simiente
en una vega maltrecha.
Décima a Barbuzano
Admiré a Juan Barbuzano
por su exquisita prestancia,
fue su bregar la elegancia
desde momento temprano.
Si el rival soltaba mano,
una potente cadera
llevaba hasta la bandera
al incauto luchador:
genio, destreza y valor
que el maestro trasmitiera.
Décima veraniega
Los calores me sofocan
volviéndome impertinente,
y si pierdo el don de gente:
¡Cuidado si me provocan!
Las ideas se trastocan
en un mar de confusiones
y por muchos borbotones
que me inyecte con sorbetes,
mira bien dónde te metes:
¡No me toquen los cojines!
Décima de la desconexión
Qué momento inoportuno:
Internet se me colgó
y sin WhatsApp me dejó,
¿y ahora qué hace uno?
No tiene valor alguno
la lectura sosegada,
mucho menos vale nada
buena música escuchar,
pues eso no es disfrutar:
¿Hoy sin Red? ¡Vaya jugada!
Décima televisiva
Indigestión de Novita
sufrí en este mes de agosto:
Emma tuvo un arregosto
y la serie… completita.
El personaje te invita
al optimista quehacer,
pues todo su proceder
con alegría acomete…
¡Madre mía, qué tolete!
¿Y puede esto entretener?
Mañana es Día de Canarias y habrá mucho ganado en mi pueblo. De dos patas, menos que en la campaña, pero de cuatro, bastante. Y el domingo la romería. El lunes descansaremos en esta Villa porque es festivo. Y Remedios entrará en acción. No paramos.
Hasta la próxima.

jueves, 28 de mayo de 2015

Engaño

No creas que es una novedad el que se proteste airadamente en todos los foros por la injusticia que supone la actual ley electoral canaria. Ni mucho menos. Basta repasar los periódicos publicados en los días siguientes a cada cita electoral habida desde los tiempos en que éramos mucho más jóvenes, para percatarnos de que los lamentos siempre son a posteriori. Acuérdate en mayo y junio de 2019 cuando vuelvas a leer y escuchar que no hay derecho a que en La Gomera o en El Hierro se consiga un diputado autonómico con un puñado de votos, mientras los topes regionales e insulares siguen causando terribles estragos en formaciones que observan cómo se arrojan a la basura decenas de miles de papeletas sin que hayan conseguido premio alguno. Ni el reintegro.
Todas estas manifestaciones me hacen retroceder a los tiempos en que llegaron a la isla aquellos primeros camiones dotados con frenos neumáticos, o de aire. Que circulaban por las estrechas carreteras del entonces, bordeadas por unos imponentes plátanos de Líbano y eucaliptos. Sin barreras de protección (los mentados árboles) y que causaron más de un susto. Menos mal que las plataneras servían de ‘aparcamiento’ para el que sufriera un percance.
Me viene a la memoria que pasada la curva de la venta de Doña Pino, y en una corta recta que concluía en la otra venta, la de Siño Manuel (donde se adquiría el petróleo para los quinqués), con la casa de Ramón, el caminero, en lo alto de una pequeña loma, uno de esos vehículos pesados (ahora serían unos enanos al lado de las moles que transitan por las autopistas) tuvo la desgracia de matar a un pobre chucho que cruzó en el momento menos oportuno. Cuando el conductor accionó el pedal, el camión emitió el resoplido característico de este tipo de frenos. Y un viejillo que cogía el sol tranquilamente en una piedra bien acomodada para depositar sus posaderas, exclamó: ¡Primero lo matas y después lo jusias! Para los más jóvenes aclaro que el verbo jusiar (con jota profunda) significa ahuyentar o espantar.
Te lo creas o no, ayer mientras estaba sentado en el baño para llevar a cabo el primer ejercicio diario (evacuar el vientre, qué fino) en ello pensaba. Y surgió esta décima:
Después de matar al perro,
aquel camión resopló,
y un viejito sentenció:
¿Ahora, que huele a entierro?
Para enmendar cualquier yerro
aguardamos al final,
pues lo pasamos genial
mareando la perdiz,
valga de ejemplo el desliz
de la ley electoral.
La fotografía podría representar la carretera aludida (muchos años antes) y la he obtenido del archivo de la Fedac (Fundación para la Etnografía y el Desarrollo de la Artesanía Canaria). Pensaba insertar otra de la zona que debo tener escaneada por ahí, pero no la encontré.
Como la cita reciente no dio lugar a demasiadas mayorías absolutas sino que la dispersión ha sido nota casi dominante, estaremos de reunión en reunión, de charla en charla, de discusión en discusión hasta dos segundos antes de la constitución de ayuntamientos, cabildos y parlamento. Y los que se queden fuera del reparto, llorarán con desconsuelo porque a nadie amarga un dulce.
Los ejercicios de cinismo se repetirán. Insisto, porque nuevo bajo el sol. Ahí tienen a Paulino Rivero, cuyo incierto futuro lo tiene en un malvivir constante, que aboga por la reforma y se sube al carro de las voces discordantes. En los últimos ocho años ha estado preocupado por otros asuntos de mayor calado que nimiedades tales.
En fin, amigos, ya es jueves. Los jubilados hemos cobrado un mes más. A la vuelta de la esquina, el Día de Canarias. Sacaremos el zurrón y amasaremos gofio (de mezcla) porque la romería realejera ya huele en el ambiente. Tengo tres trajes típicos que no me pongo desde hace la tira. Me temo que alguno ya no me sirva. Una guitarra y un laúd duermen el sueño de los justos en lo alto de un armario. Y el próximo día 2 tengo que volver a Hacienda. Esto de poseer tantos capitales me está provocando más de un quebradero de cabeza. Si hubiera seguido en la cosa política, ya habría arbitrado cualquier procedimiento alternativo.
Hasta mañana viernes.

miércoles, 27 de mayo de 2015

Recordación

Heraldo de Orotava fue un semanario independiente, editado en la imprenta de don Antonio Herreros y que se publicó en los primeros años de la década de los veinte (siglo pasado). Tengo la duda de si su director fue siempre don Francisco Dorta y Jacinto del Castillo o también ejerció dicho cargo don Patricio Perera Álvarez. Lo mismo alguien me saca de la duda.
Te dejo con cuatro reseñas:
1. 26 de noviembre de 1922, página 1: Finalización de la obras de restauración en la Iglesia de Santiago Apóstol, con un presupuesto de 40.000 pesetas.
2. 22 de abril de 1923, página 3: En la sección de Crónicas deportivas, el sugerente título de ‘Futbolerías’. Te indico con una flecha la controversia surgida en un partido a disputar entre el Orotava F.C. y el Club Deportivo Teide, de Realejo Bajo. Interesante.
3. 6 de mayo de 1923, página 2: Las cuartillas de respuesta a cargo de don José Albelo y Albelo, capitán del equipo realejero aludido, pero que, por su extensión, no tuvieron cabida en su integridad. Señalado queda, igualmente, con una flecha.
4. 24 de junio de 1923, página 1: La casa natal de Viera y Clavijo. Reivindicaciones que aún siguen latentes. No dejes, asimismo, de leer con verdadero deleite el artículo ‘La enseñanza del pueblo’. En él, esta sentencia: “A la niñez no deben de tocarla las salpicaduras del fango de la corrupción”.
Espero con verdadero interés que cumplas la sagrada obligación de realizar la tarea. No habrá examen de control, pero sí haremos una puesta en común cualquier día de estos.
Los componedores (corrígeme, Pepe, que de imprentas me das veinte vueltas) tenían fallos ortográficos, pero la literatura bien merece la pena.
Sean felices y hasta mañana.






martes, 26 de mayo de 2015

Hespérides

Del ejemplar de esta revista (monográfico a Tacoronte), publicado el 3 de octubre de 1926, selecciono las páginas que inserto a continuación. La relación del poeta y maestro José Galán Hernández con este pueblo de Los Realejos es asimismo más que evidente. Plumas mucho mejor cortadas que la mía saben bastante del particular, por la que este pasaje es mero anecdotario.
No, nada que comentar a los resultados del domingo. ¿Valdría para algo? Los pueblos dictaron sentencia y como tal se acata. Como ese día estuvimos de cumpleaños familiar, infinitas fueron las conversas electorales. Increíblemente agotado acabé, por lo que estoy pensando hacerle caso a doña Esperanza Aguirre y tomarme un año sabático. Y la prueba de este evidente cansancio es que ayer lunes eran tantas las ganas de escribir que aquí tienes la prueba de mis disminuidas energías. Y eso que los valores de la analítica que me hice la pasada semana no me señalaron ni un asterisco. Ni colesterol, ni azúcar, ni ácido úrico, ni triglicéridos, nada, como una puncha. Seguiré caminando. Y mientras realizo el ejercicio, llevaré lápiz y un pedazo de papel por si me surge una décima. Menos mal que El Giro me tiene entretenido.





lunes, 25 de mayo de 2015

Mancomunidades

Valga como nota aclaratoria que este artículo se redactó antes de conocerse los resultados de los respectivos escrutinios en las elecciones de ayer domingo. Así que cuando leas estas líneas, a buen seguro, estarás meridianamente contento porque todos, sin excepción, habrán ganado. Incluso aquellos que decidieron no acudir a las urnas. La comprensión lectora que se estila en la actualidad no es, ni comparación, aquella que realizábamos años atrás cuando las respuestas debían ser más o menos uniformes. Y al final, una pincelada.
Abordaremos ahora una temporada en que los políticos desertarán de las redes sociales y resto de medios de comunicación y se dedicarán a trabajar con mucho tesón para llevar adelante todos los proyectos que nos prometieron en estas dos últimas semanas. Como ya hemos puesto el punto y final a ese ogro de la crisis, se acometerán las obras pendientes y se rematarán los flecos que aún cuelgan. Todo ello con el ánimo de no concentrar las inversiones, piches incluidos, en los meses anteriores a la próxima campaña.
Siempre he sostenido que el unificar servicios debe ser tarea prioritaria. Y aunque se lleva a cabo en varios lugares de esta isla (de las otras también), es probable que se puede ir mejorando en ese aspecto que se me antoja fundamental. En esta Valle no hemos tenido suerte con las mancomunidades. Todo se reduce siempre a mera palabrería. Como si con apoyar el puerto del Puerto fuese ya suficiente. Al que, por cierto, siguen algunos empeñados en que atraquen grandes cruceros, mientras, verbigracia, la estación de guaguas constituye una vergüenza internacional.
Y como al Puerto bajé, sugiero a la corporación que se ponga de acuerdo con Kiessling para el inmediato arreglo de la calle Tegueste en Punta Brava. Ya que posee en la misma zona un importante edificio, y ya va siendo hora de que los portuenses se ‘cobren’ el que se modificara en su momento el planeamiento urbanístico para que el trazado de la Avenida Francisco Afonso Carrillo no ‘tocara’ las instalaciones de Loro Parque, por su propio interés (que se escucha en los aeropuertos), seguro que algo aporta.
Para evitar la polémica suscitada en la posibilidad de suprimir ayuntamientos (y Canarias no ha quedado al margen de la discusión), entiendo que una mejor salida es plantear la creación de las citadas mancomunidades. O potenciar las ya existentes dotándolas de mayores competencias.
Soy consciente de que razones históricas, de tradición o de cualquier otra índole son factores que alimentan la controversia. Pero que existan en el país 2699 ayuntamientos (un tercio de los 8122 en toda España) con menos de 250 habitantes, exige un examen riguroso, concienzudo y serio de la problemática situación.
Se nos llena la boca discutiendo acerca de planes de ahorro (no siempre predicados con el ejemplo de los cargos públicos) y al unísono (salvo las excepciones de rigor) desechamos múltiples posibilidades. Me recuerda, salvando las distancias, las avalanchas en las ferias de turismo (queda aún mucha tela que cortar a pesar de las restricciones), donde cada pueblo vende sus encantos a unos potenciales clientes como si la Villa de La Orotava estuviera a unos dos millones de leguas de Puerto de la Cruz, o como si Los Realejos dispusiera de fronteras valladas para que los visitantes no se acercaran a darse un garbeo por el casco antiguo de San Juan de la Rambla. Deberá ser, ojalá solo sea eso, la apatía y desgana que se contempla en el movimiento asociativo.
Me temo que no. Seguimos empeñados en creer que nuestro ombligo es mucho más bello que el del vecino. Y así nos va. ¿Se imaginan ustedes el potencial que tendría el ente que algunos denominamos Valle de Taoro? Pero pueden los chiringuitos. La profesionalización de la política implica que lo primero es la asignación generosa a ese apartado del capítulo I de los presupuestos municipales que engloba los sueldos y asignaciones de alcaldes, concejales y el extenso abanico de acompañantes.
Y termino con una aclaración a un ‘amigo’ de una red social (Facebook). Aquí, porque el blog es más mucho más serio que tanta ‘bobería’ que se cita con ligereza en otros foros que se prestan a lo chabacano y chanchullero. Jesús ostentó un cargo en el mandato 1983-1987 en el ayuntamiento de Los Realejos. Y siendo el máximo responsable de la Corporación tuvo que ordenar el cierre de una carpintería ilegal. Hubo denuncias vecinales e informes policiales. Pero aunque no las hubiera habido, allí no estaba permitido tal uso y nada más que hablar.
Treinta años después, alguien que sintoniza sin recato ni disimulo con otros políticos más ‘populares’ de hoy mismo, no solo me lo reprocha públicamente, sino que me acusa, en un ejercicio muy deficiente de la comprensión lectora aludida al inicio del presente, de haber expedido cheques de favoritismo. Dos consideraciones:
a) Que yo sepa en tres décadas los juzgados no se han suprimido sino incrementado su número de manera exponencial.
b) Ojalá hubiese habido dinero para sufrir tales tentaciones. Vaya por el ayuntamiento y pregunte si tienen archivadas las declaraciones de bienes de los que fuimos representantes públicos en aquellos primeros años de la democracia.
Pero no les voy a aburrir con la historia de los que, según ópticas modernas que rechazo de plano, hicimos el “gilipollas” en nuestro fugaz paso consistorial. Lecciones de moral y ética, las justas. No se halla en condiciones para ello.
Bueno, lo mismo mañana escribimos del gobierno. Hasta entonces.

viernes, 22 de mayo de 2015

Fin

Esta noche a las doce entraremos en una etapa de tranquilidad. No habrá fuegos artificiales ni fingidos combates de boxeo durante una temporada. Y ayer por la tarde, cumpliendo con el castigo impuesto –ya alcanzó su fin para descontento de mi amiga Esther– repasaba carpetas en mi ordenador. Hay una que bajo la denominación Coplas recoge varias boberías rimadas. Entre ellas, las décimas. Y en estas, las pendientes de publicar que suman bastantes decenas. No voy a echar mano de las diarias de 2015 (hoy corresponde la 142), sino de otras que han surgido, por ejemplo, de alguno de los viajes (del Imserso o no).
He seleccionado las siguientes:
Cosas de viejitos
En pleno otoño ya inmerso,
para no perder las mañas,
me largué a Matalascañas
en un viaje del Imserso.
Les juro que fui bien terso,
con prestancia y cierto empaque,
pero sufrí vil ataque
del traicionero mosquito,
que me dejó hecho un asquito
y puso mi estancia en jaque.

El pateo vespertino
se convirtió en odisea,
pues el bicho se menea
como si fuera un vespino.
Salía detrás de un pino
o de cualquier recoveco,
y él siempre hallaba el hueco
donde picarte gozoso,
después zumbarte orgulloso
y al final dejarte seco.

Mas si obviamos al alado
y a la roncha inoportuna,
no olvidemos la fortuna
que nos oferta otro aliado.
Mundo Senior ha brindado
a infinidad de pasivos,
que sepan estar activos
con viajes y excursiones:
ya vendrán las ocasiones
de los antidepresivos.

Nos vamos al comedor,
pues de yantar presumimos:
de todo un poco cogimos.
Aunque siempre está el señor
que muestra con estupor
una protesta sonada,
alegando que no hay nada
y que de hambre se muere.
¡Ay!, aunque mil platos hubiere,
hay gente mal encarada.

Si el vuelo es a mediodía:
“una comida se ahorran”,
“con nuestros euros se forran”.
Cuando nada se tenía,
el discrepar no existía.
Mas cuando hubo de todo,
cambiamos no solo el modo,
sino también la elegancia,
se cae en la repugnancia
y se pierde el acomodo.

Para salir del lugar
paciencia debes tener,
pues precisas recorrer
gran distancia hasta alcanzar
la ruta que ha de llevar
al viajero a su destino;
y es que Doñana y el pino
solo dejan al Rocío
que disfrute algún desvío
con su romero camino.

No obstante, siendo sinceros,
habremos de convenir
que no es fácil conseguir,
con tan escasos dineros,
conceder a los viajeros
estancia, vuelo y comida.
Carajo, si esto no es vida
apaga la luz, Mariano.
Agradece estar bien sano
y que nada te lo impida.
Décimas del Meridiano
Hasta El Hierro me marché
para cura de descanso,
anduve por Charco Manso
y hasta un  fisco pateé.
Allá en Tamaduste hablé
con una joven villera
que en la música se esmera,
y pasajes recordamos;
atrás la mirada echamos
cada cual a su manera.

Un sendero en La Maceta,
que por la lava se expande,
nos lleva hasta Punta Grande
siendo el hotel nuestra meta.
La caminata completa
también incluye el retorno,
así verás el entorno
en su total panorama,
y es que el paisaje reclama
no ser siempre mero adorno.

Y no percibí, no obstante,
los temblores cotidianos
que sufren nuestros hermanos
al parecer cada instante.
Pero el sismo que no espante,
recomienda el entendido,
porque estando precavido
es asunto bien frecuente,
pues debe saber la gente
cómo esta tierra ha surgido.

Sí me llamó la atención
la cantidad de pencones,
pues los higos a montones
me causaron impresión.
Parecía una explosión
aquella muestra frutera
que en toda la isla entera
lucía con esplendor,
poniendo brillo y color,
cual eterna primavera.

Por Sabinosa pasé
y en su ambiente percibí
que Valentina está aquí,
pues ella jamás se fue.
Su arrorró yo lo escuché
y la brisa dibujaba
el terrón con que endulzaba
el descanso del pequeño,
que aquí en su rincón herreño
con los ángeles soñaba.

También estuve en Orchilla
al pie del mítico faro,
quizás buscando el amparo
de quien fuera avanzadilla,
y que asentado en la orilla
de luz y guía valió,
pues a El Hierro prestigio dio
con su mundial referencia:
fue notable la presencia
que el Meridiano le dio.
Visita tijarafera
Esperando no ser gafe
me atrevo con la espinela:
viento en popa a toda vela
me vine hasta Tijarafe,
y ojalá no se me chafe
esta vena literaria,
que en nuestra tierra canaria,
y más aún en La Palma,
el verso sale del alma
en costumbre centenaria.

Improvisa el repentista
con su verbo distendido,
pero tiene el entendido
do recrearse la vista.
Tiempo ha te di una pista
que hallarás en las paradas,
allí se encuentran signadas
composiciones modelo,
las que cantaba el abuelo
en noches de serenadas.

Es Tijarafe la cuna
del encuentro decimista,
donde se luce el artista
con una rima oportuna.
Goza el punto la fortuna
de tener buena salud,
pues es grande la inquietud
de los que el verso cultivan,
más ahora que se archivan
con singular prontitud.

Antes era diferente,
pues el leer y escribir
lo podía conseguir
solo el llamado pudiente;
la mayoría de gente,
desde niño a trabajar,
y aunque no pudo estudiar,
pegar palabras sí supo
y en su memoria bien cupo
lo que se quiso guardar.

La marquesina palmera
rebosa de realismo
y adquiere protagonismo
en tierra tijarafera.
Es esta buena manera
de practicar cortesía
y demostrar la valía
del respeto a nuestro entorno,
pues es más que mero adorno:
es orgullo e hidalguía.

Paradigma, arquetipo,
da gusto esperar la guagua:
protección de viento y agua
y de cultura anticipo.
En el blog te participo
con varias ilustraciones
que a modo de borbotones
nos señalan oportunas
que las rimas son fortunas
forjadas con ilusiones.
Bueno, qué les digo. Feliz fin de semana, reflexionen bien y a cumplir con el deber. Luego no te quejes. Hasta el lunes.

jueves, 21 de mayo de 2015

Ticador

La mayoría de los que acceden a este blog puede ser encuadrada en el capítulo de jóvenes. Entiéndase por tal a toda persona menor de sesenta y seis años. Y, por lo tanto, ese raro sustantivo que da título al presente comentario puede que le suene extraño. Pero los que fuimos asiduos viajeros de aquellas guaguas rojas de Hernández Hermanos, y más tarde de Transportes de Tenerife, sabemos perfectamente a quién nos estamos refiriendo.
Ahora da gusto subirse a uno de estos vehículos de transporte colectivo. Asientos cómodos, aire acondicionado, un aparato en el que usted debe introducir el bono correspondiente (y si no, un amable conductor-cobrador que te expende el tique correspondiente a tu trayecto) y unos botones para pulsar y avisar para apearte en la parada siguiente, algo que se refleja en una pantalla con el pertinente aviso sonoro.
De vez en cuando sube otro personaje para comprobar si todos los pasajeros cumplen con la normativa vigente y han apoquinado el importe de rigor. Es el revisor (terminología moderna).
Décadas atrás (no tantas, no te vayas a creer) todo era mucho más rústico, más casero. Las guaguas (como esta de la ilustración en la parada de San Agustín, junto al surtidor de Benito) no solían brillar por su limpieza. Los cristales de las ventanillas disponían de un extraño sistema (apretar y subir un fisco) para que nos entrara el aire en los días de calor excesivo. Que también los había. Salvo que  los de atrás se quejaran.
Pero lo más característico, quizás, era el timbre. Una campanilla ubicada en lo alto del conductor (antes, chófer) era accionada a través de una cuerda (cuando se rompía se le ataba un cacho de cable o verga de platanera) que recorría por el pasillo central todo el largo del medio de transporte. Como los antiguos éramos más fuertes (se puede traducir por brutos) que los modernos, era frecuente que el artilugio estuviera desarmado.
Las guaguas llevaban conductor y cobrador. Este último, con una enorme cartera de cuero, era un equilibrista nato. Lo más, arrimaba el culo al asiento, y dispensaba tiques a mansalva. Y como había menos coches particulares, los llenazos eran frecuentes. Había que apretarse (los aprovechados hicieron su agosto con toques y aproximaciones indebidas) para que cupieran todos. Raro era que se dejara a alguien en la parada. Siempre había hueco. Y dado que la apertura de puertas no era automática sino manual, bajarse antes de que el armatoste se detuviese totalmente significaba el no va más. Más de uno que intentó hacerlo en sentido contrario a la marcha de la guagua, se dio fuerte costalazo.
Hace unos días leí en Facebook que una joven puso en su muro lo siguiente: “Esto de estar en la guagua y el ticador te mire y te eche una de sus mejores sonrisas…”. Eso se lo oyó a los padres, pensé. Como no suelo utilizar ya ese transporte, ignoro si los ticadores de ahora son como los de antes. Con aquella pinza metálica que te estampaba un par de agujeros (como las que se usan para agujerear los cintos o las de hacer ojales) en el tique, mientras comprobaba si su numeración coincidía con el estadillo que obraba en su poder. Recuerdo a uno que quiso hacerse el gracioso y aprovechó un tique encontrado en el suelo de la guagua (sin picar), por lo que pudo engañar al cobrador. Dado que el trayecto era corto (pongamos El Toscal-Los Barros), creyó podría escapar. Pero se subió el ticador en El Castillo y alcanzó palique acentuado, al tiempo que el cándido cobrador obtuvo también la fufa de rigor.
Los ticadores eran serios e imponían respeto. La profesión lo requería. Bien diferentes a los dicharacheros cobradores. Solían tener itinerarios fijos. Lo que al final se traducía en una familiaridad total. No hacía falta indicarle el lugar de destino. Era un hábito, igualmente, usar el mismo asiento. En fin, qué te voy a contar de aquella primitiva guagua de La Dehesa. Lanzada por una carretera estrecha y que consiguió durante muchos años que coches y motos mostraran todas sus precauciones, y más, por si se la encontraban en determinadas curvas. Mi padre fue uno que cuando utilizó la moto miraba siempre el reloj para no encontrársela antes de llegar al Salto del Barranco, rumbo al empaquetado de San Pablo en La Orotava.
Vaya, pues, en esta semana (ya queda menos) de descanso ‘político’, mi reconocimiento a estos pioneros. Qué fácil es valorar todo lo moderno sin poner en valor el trabajo de los que fueron sentando cimientos para que el edificio se consolidase.
Se admiten comentarios de vivencias. A buen seguro que las habrá, y a cientos.
Hasta mañana.

miércoles, 20 de mayo de 2015

Plátanos

El próximo lunes será día de resaca (acepciones 3: malestar que padece al despertar quien ha bebido alcohol en exceso, y 4: efecto o serie de consecuencias que produce algún acontecimiento o situación). Aspecto con el que, a buen seguro, estarás de acuerdo conmigo casi al 120%. Las razones no puedo desvelarlas –lo prometido es deuda– hasta ese día reseñado, pero ahora mismo te las estás imaginando.
Creía yo (aparte de lo del potasio) que la fruta canaria por excelencia provocaba más gases de la cuenta. Por lo menos a un servidor le ocurre, no sé si a ti (sin tilde, señores políticos). Aunque tomo mis precauciones y cuando voy a caminar la tarde en la que me he zampado un bonito ejemplar en el almuerzo, procuro ir solo por aquello de los conciertos. ¿Quién aludió a los olores, mal pensado?
Las disquisiciones se plantean siempre en torno a las calorías y a su consecuencia más inmediata: ¿engordará? Como si la vida se pudiese reducir a un mero cálculo numérico. Porque, al final, entre el colesterol, el azúcar, el ácido úrico y resto de valores de cualquier analítica que se precie, amén de los números de la Primitiva, te vas a pasar el día haciendo cuentas. Y eso es malo porque se te mete una manía en el coco que lo mismo te manda para el manicomio.
Como sé que muchísimos políticos me leen (más en esta semana en que no escribo de ‘aquello’), ya me los estoy imaginando el día 25, a eso del mediodía, cómo, con voz cascada, párpados que averiaron la apertura automática y cara de circunstancias, llaman a la parienta, madre o allegada más cercana para que preparen un buen batido, con un poco de miel. El cual, una vez ingerido, causará efecto balsámico al restablecer todos los equilibrios perdidos en las últimos quince días, en especial, el anterior.
Una vez bien hidratado el organismo y equilibrados los niveles de azúcar en la sangre, arrancará el proceso para superar la posible depresión o nervios. Nada mejor que otro plátano. Contiene triptófano, una proteína que nuestro cuerpo se encarga de convertir en serotonina (un neurotransmisor que actúa a nivel cerebral) y que es conocida como la hormona de la felicidad, pues mejoran el estado de ánimo por sus derivaciones relajantes. ¿A cuántos has visto riéndose sin motivo aparente? Se mandaron un plátano.
Si has leído con detenimiento el párrafo precedente, colegirás que se retrata de la manera más fiel posible a los unos y a los otros, a los que la euforia les ha podido y a los que el abatimiento también. Pero aún hay más.
El plátano es fruta rica en proteínas (esbozado quedó), vitaminas (C y B6) y minerales esenciales (potasio y ácido fólico). Habrás observado que los tenistas se zampan unos cachos en los descansos porque produce un aumento inmediato de la energía (contiene fibra y azúcares naturales: sacarosa, fructosa y glucosa). Mas no es solo la vitalidad física –que ya es bastante–, sino que la potencia cerebral se ve notablemente mejorada. Un estudio en una escuela inglesa demostró que los alumnos que habían tomado plátanos en el desayuno, en el recreo y en las comidas consiguieron un mejor rendimiento, amén de una mayor concentración en los estudios. Espero, pues, que el lunes haya que realizar más cortes de piñas. ¿Cuántas candidaturas dijiste que había? Si ya los británicos nos valieron de conejillos de Indias, ¿por qué no seguir sus pasos?
¿Tienes problemas intestinales, la tensión alta, colesterol o ardores de estómago? A la porra el Activia (salvo que sea de plátano; ¿te enteraste, Eloísa?) y las odiosas pastillas. Nuestra fruta vale tanto para el estreñimiento como para la diarrea. Es, asimismo, un regulador natural de la hipertensión.
Cómo me vienen a la memoria aquellas cuadrillas en las plataneras de años idos. Llevando en auténticas procesiones los racimos hasta los cargaderos. Donde eran subidos al camión que los conduciría hasta el empaquetado. Todo era más ‘autóctono’. Y no daba tiempo de pensar en enfermedades, jaquecas y boberías. Creo que el tufillo del entorno ya era medicina suficiente. Y si sufrías un retortijón, abono para los rolos.
El artículo que canta las excelencias del plátano (leído en ABC) concluye con otra ventaja. La piel del plátano alivia el escozor y baja la irritación de las picaduras de mosquito. Esas frotaciones se usaban, cuando no había estudios, para que te creciera la barba, obsesión, décadas atrás, de los mozos del lugar.
Habría que completar el trabajo con el añadido de los plátanos guisados (papas de punta), las sajadas en los dedos por el uso inadecuado de los afilados cuchillos (incluye los de quitar el longo) y posterior taponamiento de la hemorragia con un buen puñado de ceniza del envés de la hoja, unas buenas telarañas, cuando no un fisco de la propia tierra de los cultivos.
Lo peor, las manchas. De la ropa no las quita ni la lejía. De las manos, paciencia y frotar hasta límites insospechados con una piedra muerta al borde de una “tajea” y con las patas en remojo y las lonas blancas a buen recaudo.
¿El de la foto? Mi hijo. Quedan dos días de escandalera. Hasta mañana.

martes, 19 de mayo de 2015

Descorche

Novak Djokovic, el mejor tenista en estos momentos, va ‘embalado’ (dice el diccionario que es lanzado a gran velocidad). Y aquellos deportistas que le hicieron algo de sombra años atrás parece que no se hallan en condiciones para intentar bajarlo del pedestal. Tampoco se atisban en el horizonte inmediato figuras de cierta relevancia que lo pongan nervioso. Aunque nunca se sabe. Nadal estuvo unas temporadas que se salía y ahora renquea el hombre que ni la sombra de lo que fue en un pasado no tan lejano. Me temo que este año en Roland Garros no vaya a poder ejercitar ese francés que prometió aprender.
Como en estos días sigo el Giro de Italia por televisión (ese sí que es un deporte sufrido), entiendo que los ciclistas tienen mucha más práctica en el descorche de la clásica botella de champán. Ceremonia que también se estila en el motociclismo y automovilismo. Pero no la conocía en el tenis. Y el número 1 mundial tampoco debe estar muy ducho en la materia. A los hechos me remito:
El serbio, ganador del reciente Máster de Roma (van cuatro de cuatro en 2015) al derrotar en la final al suizo Roger Federer, no puso la botella en la dirección adecuada y el disparo del corcho casi le saca un ojo (es un decir muy a lo bestia). Lo que hubiese supuesto un duro revés para tan brillante trayectoria. Porque con un globo ocular morado se hace muy difícil la visión de la pelota, de las rayas, cuando no de la propia raqueta.
Los protocolos se convierten en manías y después del buche del bien quedar ahí queda el recipiente prácticamente lleno. Porque jamás he visto al campeón solicitar una docena de copas para invitar a los más allegados. Lo más, en cierta ocasión, comprobé que un piloto de Fórmula I dejó caer la descorchada desde la tribuna del pódium con tan buena suerte que se fue al suelo y quedó hecha un asquito, por lo que los posibles receptores o invitados se quedaron con tres palmos de narices. Y como no suelen ser pequeñas, el estropicio fue mayúsculo.
Como hace unos días me quedé dudando al ver escrita la expresión “parte propositiva” (mi duda se inclinó hacia el supuesto adjetivo, que efectivamente no existe), me picó de nuevo la curiosidad y hallé:
descorche
1. m. Acción y efecto de descorchar.
2. m. Comisión que en locales de alterne obtienen las señoritas que acompañan a los clientes con el fin de que tomen el mayor número posible de consumiciones.
descorchar
1. tr. Sacar el corcho que cierra una botella u otra vasija.
2. tr. Quitar o arrancar el corcho al alcornoque.
3. tr. Romper el corcho de la colmena para sacar la miel.
4. tr. Romper, forzar un cepo, caja u otra cosa semejante, para robar lo que hay dentro.
Dado que no suelo frecuentar los locales de alterne, me alegro enormemente de que no me hayan descorchado ni un euro para vicios de tal porte. Lo que más conocemos los que vivíamos en Toscal-Longuera en los años que estuvo abierto el Gallo Rojo es el descoque (manifestar desparpajo y descaro) de aquellas mozas algo ligeras de prendas de vestir, sobre todo en las zonas del tronco más cercanas al cogote. Tiempos de muchas enseñanzas.
Te cuento, asimismo, que tuve la oportunidad de contemplar, en vivo y en directo, varios alcornocales en Extremadura tras el descorche y a fe que constituyen un paisaje sorprendente. Debo tener por ahí algunas fotografías. Me pondré a ello.
En fin, amigos y amigas (amig@s, en las modernidades políticas), me alegro de que a Djokovic no le haya ocurrido nada, que todo se haya quedado en mero susto, y así podamos seguir disfrutando de su buen hacer. Que no solo de fútbol vive el hombre (en sentido genérico). El Madrid, campeón europeo de baloncesto, tiene unas ganas de que Cataluña se independice.
Y continúa la cuenta atrás. Ya queda menos. El lunes que viene daré a conocer unos puntos interesantes para poner en práctica estos próximos cuatro años. Hasta mañana.